Tener una buena idea de negocio no basta para emprender una actividad exitosa. Si lanzas tu producto o servicio sin tantear el mercado, no sabrás qué nivel de aceptación tendrá y aumentan las probabilidades de que fracase. Con la metodología Lean Startup podrás minimizar los riesgos que implica el emprendimiento y el lanzamiento de productos nuevos.
La metodología Lean Startup es un sistema basado en el aprendizaje, validado para determinar el valor de una idea de negocio antes de ponerla en marcha. Este método trabaja con la retroalimentación del público objetivo para ir dando forma al producto final y poder escalar el negocio.
Es un enfoque sistemático que permite ir definiendo cada vez con mayor claridad los ciclos de desarrollo, a través del lanzamiento de diferentes propuestas en las que se van adaptando los productos o servicios a las necesidades de los clientes potenciales y la demanda del mercado.
Con el ciclo metodológico Lean Startup no solo disminuyes la exposición al riesgo, sino que también reduces costes, ya que optimizas el proceso de producción y te centras en las características que aportan más valor al público objetivo. A la larga, ello redunda en una mayor satisfacción de los clientes, ya que tus productos o servicios realmente se ajustan a sus necesidades.
El principal objetivo de la metodología Lean Startup consiste en transformar las ideas en productos para evaluar cómo reacciona el público objetivo. Así, podrás decidir si vale la pena seguir adelante o tienes que pivotar. Los pasos a seguir son:
Antes de lanzar un producto, la primera pregunta que debes plantearte es: ¿se debe fabricar? Es decir, si el producto que tienes en mente puede resolver un problema real de los consumidores. Para determinar las necesidades y preocupaciones de tu público objetivo, puedes aplicar encuestas o entrevistas a grupos focales.
En esta fase también debes comprobar si esas personas están dispuestas a pagar por tu producto o servicio. Para ello, debes crear un producto mínimo viable (PMV), que sería un prototipo o versión del producto que quieres lanzar. Ese producto debe tener las características básicas para darlo a conocer y recopilar los datos que necesitas para determinar qué funciona y qué no.
Si no mides, no podrás saber si tu idea de negocio tendrá éxito. Desde el mismo momento en que lances tu producto mínimo viable, debes empezar a evaluar tus hipótesis de trabajo. Para ello, tendrás que identificar los indicadores de rendimiento (KPIs) más relevantes para tu negocio, como el porcentaje de activación, el engagement o la conversión.
En este paso de la metodología Lean Startup podrás medir la reacción de los consumidores a las características del producto para distinguir las más importantes de aquellas prescindibles. Así, podrás valorar si se ajusta a lo que quiere tu público objetivo y comprobar qué acogida ha tenido. Con estos datos podrás calcular con mayor precisión los costes y estimar las ventas.
Todos los datos que has recopilado te permitirán conocer mejor a tu público objetivo para tomar decisiones de negocio fundamentadas en las evidencias. Si tu producto ha tenido una buena acogida, puedes seguir adelante y realizar los cambios que sean necesarios para depurar la idea y optimizar costes.
En cambio, si el experimento ha demostrado que tu producto no es viable, tendrás que pivotar; o sea, corregir el curso y repetir el ciclo metodológico de Lean Startup, formulando nuevas hipótesis y poniendo a prueba otros productos o ideas de negocio.
Muchos negocios han aplicado esta metodología, aunque Dropbox es uno de los ejemplos de Lean Startup más emblemáticos. La empresa de transferencia de archivos comenzó con un producto mínimo viable en forma de vídeo de 3 minutos en el que mostraba sus funcionalidades a los consumidores. Así, comprobó si había demanda de ese tipo de producto, captó a una audiencia inicial usando una lista de espera y utilizó los comentarios de los usuarios para crear un producto que respondiera a sus necesidades.