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Finanzas
La gestión financiera eficaz es clave para tomar decisiones estratégicas y asegurar la estabilidad económica de tu negocio. En esta categoría, encontrarás recursos, consejos y herramientas para mejorar el control del flujo de caja, la planificación fiscal y la rentabilidad de tu negocio.
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¿Cómo numerar las facturas de forma correcta?
Si eres autónomo o tienes un pequeño negocio, es probable que te encargues directamente de la facturación. En ese caso, debes saber que el número de las facturas no es un detalle banal, sino un requisito legal fundamental para llevar un buen control financiero y evitar problemas con la Agencia Tributaria.
De hecho, aunque parece fácil, nueve de cada diez autónomos cometen errores en sus facturas, generalmente debido a despistes o porque no conocen bien la legislación. Equivocarse en la numeración se considera una falta leve, que conlleva una multa de 150€ por cada factura emitida o enviada indebidamente.
Los aspectos clave de la normativa de facturación
El Reglamento de facturación obliga a numerar todas las facturas, incluso las simplificadas. La normativa indica claramente que deben tener “número y, en su caso, serie”, señalando además que “la numeración de las facturas dentro de cada serie será correlativa”.
En sentido general, la legislación señala que:
- El número de cada factura debe ser único en el año fiscal, lo que significa que no puede repetirse.
- La numeración debe ser correlativa y coherente con la fecha de emisión de las facturas. Es decir, tiene que ser sucesiva, sin saltos en los números, que deben ir correspondiendo con las respectivas fechas de emisión. Por ejemplo, una factura del 24 de octubre no puede tener un número mayor que otra emitida posteriormente, el 26 de octubre.
Si la numeración de la factura incluye una serie, tendrás que indicarla antes del número. Aunque no es obligatorio, lo ideal es que separes la serie del número de la factura dejando un espacio blanco, aunque también puedes usar algún carácter especial.
¿Cuándo puedes emitir facturas con series diferentes?
La legislación indica que puedes emitir facturas con series separadas cuando existen razones que lo justifiquen:
- Tienes varios establecimientos
- Desarrollas distintas actividades económicas
- Cambio de año fiscal
También hay algunos casos en los que Hacienda obliga a emitir facturas con series separadas:
- Debes corregir una factura que ya habías emitido (factura rectificativa).
- Facturas emitidas por los destinatarios de la operación o por terceros.
- Facturas relacionadas con procedimientos administrativos o judiciales de ejecución forzosa, en cuyo caso cada operación tendrá su propia serie especial de numeración.
- Facturas para ciertos productos, como teléfonos móviles, tabletas, portátiles, consolas, plata, platino y paladio. En el caso de los portátiles y las tabletas, se usará una serie diferenciada si el valor de la venta supera los 10.000 euros (sin IVA) o si el comprador es un revendedor profesional, independientemente del importe.
¿Cómo numerar las facturas?
La normativa no especifica cómo se deben numerar las facturas, pero la Agencia Tributaria ha dado una serie de recomendaciones para ir sobre seguro:
- Puedes utilizar una combinación de caracteres alfanuméricos; es decir, los números del 0 al 9 y las letras del abecedario. Lo ideal es que uses mayúsculas, no se recomienda el empleo de letras minúsculas.
- No dejar más de un carácter en blanco.
- Se permite usar los siguientes caracteres especiales: guion medio (“-”), guion bajo (“_”), barra inclinada (“/”) y punto (“.”).
Hacienda también aconseja ajustar el texto a la izquierda para evitar espacios en blanco antes del número de la factura.
¿Es necesario cambiar la numeración de las facturas cada año?
La Agencia Tributaria deja margen de maniobra en estos casos, lo que significa que podrías seguir con la numeración del año anterior o resetearla cuando empiece el nuevo periodo. La mayoría de los autónomos prefiere cambiarla para evitar confusiones con las facturas de otros años. Por ejemplo, si usas un formato como: 25-00001 y 26-00001, te resultará más fácil ordenarlas por año fiscal. Lo que no puedes hacer es cambiar la serie numérica de manera mensual o trimestral.
Como habrás podido apreciar, la numeración de las facturas no es un simple requisito legal, también refleja la organización y profesionalidad del negocio. Tener un sistema claro y ordenado te permitirá evitar errores y ahorrar tiempo, facilitará la gestión interna y la relación con los clientes y proveedores, además de garantizarte el cumplimiento normativo.
Los gastos que puedes deducir si eres Autónomo
Ser autónomo no es fácil. Además de sacar adelante tu negocio, tienes que lidiar con el papeleo, las facturas y los impuestos. Por suerte, el sistema también ofrece algunas ventajas para aliviar la carga fiscal. Una de las más relevantes es la posibilidad de deducir ciertos gastos relacionados con tu actividad profesional. No obstante, debes saber exactamente cuáles son porque la Agencia Tributaria suele revisarlos con lupa.
Las 3 condiciones que debe cumplir un gasto para ser deducible
Antes de lanzarte a desgravar gastos, es importante que sepas que Hacienda establece tres criterios clave para determinar cuáles puedes deducir:
- Deben estar directamente vinculados a la actividad económica que realizas como autónomo, no a tu vida privada.
- Tienen que estar debidamente justificados mediante las facturas correspondientes. En ciertos casos, podrías desgravar recibos o facturas simplificadas, pero deben figurar tus datos fiscales.
- Deben estar reflejados en tu contabilidad en los libros de gastos e inversiones.
La regla general es muy sencilla: puedes deducir todos los gastos que estén directamente relacionados con el ejercicio de tu actividad económica, siempre y cuando estén justificados con las facturas correspondientes y registrados en tus libros de Contabilidad.
Los principales gastos que puedes deducir como autónomo
Los gastos deducibles para quienes trabajan por cuenta propia están regulados fundamentalmente por la Ley del IRPF y la Ley del IVA. No obstante, el criterio de Hacienda reflejado en diferentes órdenes también delimita cómo se aplican dichas deducciones en la práctica.
1. Consumos y mantenimiento
Puedes desgravar todas las compras de productos, ya se trate de mercancías o materias primas, que necesites para realizar tu trabajo. Eso incluye, por ejemplo, materiales de oficina, insumos para la producción o cualquier producto que utilices para prestar tus servicios.
También puedes deducir los gastos en los que incurras por concepto de mantenimiento y/o reparación, ya sea del local donde trabajas o de los equipos, maquinaria y herramientas que utilizas, a menos que se cataloguen como mejoras.
Es importante que tengas claro que los gastos que incrementen el valor, la capacidad de producción o la vida útil de un activo, como una reforma importante del local o una actualización tecnológica sustancial, no se consideran mantenimiento, por lo que debes contabilizarlos como inversión y se irán amortizando con el tiempo.
2. Gastos de los trabajadores
Si tienes empleados a tu cargo, la ley te permite deducir prácticamente todos los gastos en los que incurras. Eso incluye su nómina, retribuciones adicionales, indemnizaciones y, por supuesto, las cuotas de la Seguridad Social.
También podrás desgravar los gastos destinados a la formación profesional de tus trabajadores, contribuciones a planes de pensiones y cualquier seguro que tengas que contratar por obligación o conveniencia laboral.
Asimismo, los gastos vinculados a la actividad diaria de los empleados son deducibles, como las dietas por desplazamientos. También podrás desgravar las retribuciones en especie y los premios por rendimiento o incentivos.
3. Arrendamientos, cánones y tributos
Si eres autónomo, puedes desgravar el alquiler del local donde trabajas o las cuotas del vehículo en leasing. Además, los cánones de software o licencias profesionales necesarias para tu trabajo también son deducibles.
En cuanto a los tributos, podrás desgravar impuestos directamente relacionados con tu actividad económica, como el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) del local, el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), tasas municipales por licencias o servicios y otros tributos de naturaleza similar.
4. Servicios de profesionales independientes
Para desarrollar tu actividad, es probable que tengas que recurrir a otros profesionales. Podrás deducir esas facturas, como las de los abogados, asesores fiscales, consultores especializados, diseñadores gráficos, informáticos o traductores que presten servicios necesarios para el funcionamiento de tu negocio.
5. Gastos financieros
La mayoría de los negocios tienen que asumir diferentes tipos de costes financieros, pero puedes desgravar muchos de ellos. Si tienes un crédito como autónomo, podrás deducir los intereses, así como los gastos por servicios bancarios y los recargos por aplazamientos de pago, incluyendo los de la Agencia Tributaria.
También tienes la posibilidad de deducir las comisiones de mantenimiento de cuentas vinculadas a tu actividad, los gastos de transferencias o las comisiones por TPV y pasarelas de pago online. Obviamente, es fundamental que esas operaciones estén vinculadas a tu cuenta bancaria profesional, de modo que no se mezclen con tus movimientos personales.
No obstante, Hacienda aclara que el límite a la deducibilidad de los gastos financieros netos es del 30% del beneficio operativo del ejercicio o 1 millón de euros.
6. Servicios externos
Puedes desgravar los gastos en publicidad, relaciones públicas, suscripción a revistas profesionales, cuotas a asociaciones empresariales y los gastos de eventos y cursos a los que asistas. Además, tienes la posibilidad de deducir las primas de seguro de enfermedad, también las de tu pareja e hijos menores de 25 años que vivan contigo, hasta un máximo de 500 euros por persona.
Las facturas de agua, luz y gas también son deducibles. No obstante, si trabajas desde casa, la Agencia Tributaria solo permite deducir un 30% del porcentaje de la superficie de la vivienda destinada al trabajo. Incluso podrías desgravar una parte del alquiler de tu casa, pero tendrás que pedirle al propietario que te haga dos facturas, una de ellas con retención de IRPF e IVA.
7. Gastos de difícil justificación
Para desempeñar tu actividad, es probable que incurras en pequeños gastos que no siempre puedes justificar con una factura, como reparaciones rápidas, fotocopias, alguna suscripción digital o material de oficina de bajo coste. Para esos casos, Hacienda prevé el concepto de “gastos de difícil justificación”, aplicable a los autónomos en régimen de estimación directa simplificada.
El importe máximo deducible en ese supuesto es de 2.000 euros anuales. No tendrás que detallar cada gasto, pero es importante que hagas previsiones razonables acordes al tipo de trabajo que desarrollas.
En resumen, las deducciones son una herramienta muy útil, pero también son un terreno lleno de matices que conviene gestionar con cuidado. Si tienes dudas sobre los gastos deducibles, lo más prudente es consultarlo con tu asesor fiscal.
¿Qué es un pool bancario?
Cinco de cada diez pymes (47,7%) necesitaron financiación en 2024, el equivalente a más de 1,6 millones de negocios, según el “XIV Informe sobre Financiación de la pyme en España”. Cada vez que una empresa solicita un préstamo o crédito, tiene que presentar varios documentos que acrediten su situación financiera, uno de ellos es el pool bancario.
Pool bancario, una radiografía del endeudamiento empresarial
El pool bancario es una especie de “radiografía” de la deuda financiera que tiene la empresa o el autónomo. Este informe refleja todos los préstamos, créditos y avales, así como los límites de cada producto financiero y sus respectivos plazos de vencimiento. Por tanto, es esencial para conocer el nivel de endeudamiento y la solvencia del negocio.
Por ejemplo, una pyme podría tener un pool bancario en el que figure una línea de crédito con su banco principal, un préstamo a largo plazo con otra entidad para financiar la compra de maquinaria o un proceso de internacionalización y un aval técnico para presentarse a licitaciones.
Cabe aclarar que el pool bancario complementa la información que los bancos pueden obtener de la Central de Información de Riesgos del Banco de España (CIRBE), una base de datos pública que recopila las deudas vigentes o impagadas superiores a 6.000 euros que los clientes han contraído con las entidades de crédito.
¿Para qué sirve el pool bancario?
El pool bancario no es un simple documento que refleja las obligaciones económicas, es una herramienta estratégica que revela la salud del negocio, su capacidad de negociación y su margen de maniobra ante imprevistos. A continuación, resumimos los aspectos principales que hacen del pool bancario un documento clave para las empresas.
1. Centralizar la información financiera.
El pool bancario agrupa todas las operaciones de financiación que la empresa mantiene abiertas con distintas entidades, por lo que permite conocer rápidamente su estado de endeudamiento.
2. Controlar la deuda viva.
Al mostrar el capital pendiente de amortizar en cada instrumento, así como el calendario de pago y la carga financiera futura, favorece la identificación de concentraciones de vencimientos o escaladas de costes que demanden una refinanciación.
3. Facilitar la negociación con los bancos.
El pool bancario aporta datos objetivos que la empresa puede utilizar para negociar mejores condiciones con las entidades financieras, ya sea reducir los tipos de interés o ampliar los plazos de pago. Además, demuestra que el negocio gestiona adecuadamente su pasivo, lo que mejora la credibilidad y disminuye el riesgo.
4. Brindar una imagen más transparente.
Un pool bancario claro y actualizado facilita las auditorías y due diligence, ya que presenta un registro ordenado de pasivos, garantías y cumplimiento de condiciones. En el caso de los inversores, bancos o auditores, eso se traduce en tiempos de revisión más cortos y una mayor confianza en la gestión.
5. Apoyar la toma de decisiones.
Tener una visión global de las deudas empresariales permite entender mejor los pilares financieros en los que se sustenta la actividad. Así será más fácil tomar decisiones estratégicas que fomenten la sostenibilidad del negocio y su crecimiento a lo largo del tiempo.
¿Cómo se elabora un pool bancario y qué información contiene?
Aunque parece complicado, hacer un pool bancario es relativamente sencillo. El primer paso consiste en recopilar todos los datos de los préstamos, créditos, avales u otros tipos de financiación que la empresa tenga. Con esa información, incluye en el informe:
Entidades bancarias. Todos los bancos con los que el negocio ha contraído obligaciones de pago.
Tipo de deuda. Señalar si se trata de préstamos, líneas de crédito, leasing o cualquier otro tipo de deuda a corto o largo plazo.
Saldos pendientes. Indicar el capital que se debe pagar a cada entidad y el total de la deuda.
Tipos de interés. Reflejar las tasas que se aplican a cada producto financiero para calcular los intereses.
Fechas de vencimiento. Apuntar cuándo vence cada deuda y las fechas de los pagos correspondientes.
Garantías y avales. Si la empresa tiene garantías asociadas a las deudas, también debe especificarlas en el pool bancario.
Por último, no olvides verificar esa información con tus registros contables y tus movimientos bancarios para identificar y corregir posibles discrepancias.
Este ejercicio te aportará una visión más clara de la situación de tu negocio, por lo que es conveniente que realices el pool bancario trimestralmente, aunque solo sea para uso interno. Así podrás evitar sorpresas desagradables y gestionar mejor la relación con los bancos.
Si eres autónomo o tienes una pequeña empresa, es probable que te encargues de la facturación. Para tener tus cuentas bajo control y evitar errores a la hora de emitir una factura, uno de los conceptos que debes dominar a la perfección es la base imponible.
¿Qué es la base imponible?
La base imponible es el punto de partida para realizar el resto de los cálculos fiscales. “Estará constituida por el importe total de la contraprestación de las operaciones sujetas al mismo, procedente del destinatario o de terceras personas”, según la Ley del Impuesto sobre el Valor Añadido.
Por tanto, se refiere al importe bruto o valor neto de los bienes o servicios antes de aplicar cualquier impuesto. Si trabajas como profesional autónomo, por ejemplo, en tu factura tendrás que incluir el IVA y la retención del IRPF. La base imponible es el total sin impuestos ni descuentos que no afecten directamente al precio.
Es importante no confundir este concepto con la base liquidable, que se suele utilizar más en el ámbito tributario general (IRPF e Impuesto de Sociedades) que en las facturas. De hecho, la base liquidable es el resultado tras aplicar las deducciones y bonificaciones a la base imponible.
¿Cómo se calcula la base imponible?
Ante todo, debes saber qué tipos de tasas se aplican a la factura.
Calcular la base imponible de una factura con IVA
Las facturas pueden estar sujetas a diferentes tipos de IVA, que oscilan desde el 4% hasta el 21%, aunque algunas también pueden estar exentas parcial o totalmente. En ese caso, tendrás que aplicar esta fórmula:
Base Imponible = Total de la factura / (1 + IVA/100)
Por ejemplo, si el total de la factura son 500 € y se ha aplicado un 21% de IVA, tendrás:
Base imponible = 500 € / (1 + 21/100)
Resultado: 413,22 €.
Calcular la base imponible de una factura con IVA e IRPF
Los profesionales independientes suelen aplicar una retención del 15% o del 7 % durante sus dos primeros años de actividad, por lo que es probable que tengas que utilizar esta fórmula en la mayoría de tus facturas:
Base Imponible = Total factura / (1 + IVA/100 - IRPF/100)
Continuando con el ejemplo anterior, si el total de la factura son 500 €, aplicas un 21% de IVA y un 15% de retención de IRPF:
Base imponible = 500 € / (1 + 21/100 - 15/100)
Resultado: 471,70 €.
¿Por qué es importante conocer la base imponible?
Puede parecer un simple tecnicismo, pero saber qué es la base imponible y cómo se calcula te permitirá mantener las cuentas claras.
1. Evitar errores en la facturación
Cuando emites una factura, la base imponible es la cifra de referencia sobre la que se calculan los impuestos. Un error puede generar una cascada de problemas, desde un IVA mal repercutido hasta un descuadre en tus declaraciones trimestrales. Y en una inspección, esos fallos se pagan con sanciones.
2. Comprender el contenido de las facturas
Cuando recibes una factura, es importante que sepas exactamente qué parte corresponde al valor real del producto o servicio y cuál al impuesto. Distinguir la base imponible del IVA o la retención IRPF te permitirá saber lo que estás pagando. Además, podrás comparar diferentes proveedores en base al coste real del producto o servicio.
3. Planificar mejor tus finanzas
La diferencia entre base imponible e impuestos no es baladí, sobre todo para los autónomos y las pymes. El IVA que cobras a tus clientes no te pertenece, sino que actúas como un intermediario entre ellos y la Agencia Tributaria. Separar ambas partidas te evitará sorpresas desagradables al final del trimestre y te ayudará a planificar mejor tu tesorería.
Por tanto, recuerda que la base imponible marca el límite entre el precio real de un producto o servicio y los impuestos a los que están sujetos. Tenerlo claro te permitirá comprender mejor las facturas que pagas, emitirlas correctamente y evitarte problemas con Hacienda.
¿Cómo anular una factura emitida?
Si llevas la facturación de tu negocio, es probable que en algún momento te despistes y cometas un error en los datos del cliente, olvides aplicar un descuento o, simplemente, calcules mal el importe. En esos casos, no queda otra opción que anular la factura. ¿Cómo hacerlo sin incumplir la legislación fiscal?
¿Cuándo puedes “anular” una factura?
Anular una factura no es tan sencillo como descartarla y crear una nueva. Aunque todavía las emitas en PDF o tengas un programa de facturación que te permita eliminarla, es importante que sepas que, si has emitido una factura con datos erróneos o has omitido información, lo correcto es realizar una nota de crédito o una factura rectificativa.
El reglamento que regula las obligaciones de facturación no prevé la anulación de las facturas, sino la expedición de otra que subsane el equívoco. Eso implica que puedes corregir o modificar la factura original, pero no suprimirla como si nunca hubiera existido.
Los principales casos en los que se prevé la posibilidad de “anular” una factura son:
- Por error. O sea, si te has equivocado al introducir la información, ya sea en los datos del cliente, la descripción del producto o has realizado algún cálculo erróneo.
- Por devolución de productos o cancelación del servicio. Si el cliente devuelve todo o parte del producto, o cancela un servicio facturado, puedes emitir una factura rectificativa con importe negativo o realizar una factura de abono, también conocida como nota de crédito.
- Por operación no realizada. Cuando la operación facturada finalmente no se lleva a cabo, como cuando se cancela un pedido antes del envío, también puedes anular la factura emitiendo una rectificativa.
- Por impago. Si no has podido ingresar lo facturado, tienes la posibilidad de emitir una factura rectificativa para recuperar el IVA repercutido y no cobrado.
Contabilizar la factura anulada
Cabe aclarar que cualquier factura anulada debe quedar reflejada en tus libros de contabilidad. La Agencia Tributaria exige su registro, ya sea una factura rectificativa o negativa, con independencia de si afecta o no al IVA.
Por tanto, la factura original se mantiene en la contabilidad, con su asiento correspondiente. Y la factura rectificativa se contabiliza como un asiento inverso o compensatorio dirigido a corregir los importes registrados previamente.
Esas modificaciones suelen reflejarse en las cuentas afectadas: ya sean ingresos o gastos, impuestos (como el IVA) o cuentas por cobrar o por pagar, según el tipo de error o la causa de la anulación.
¿Es posible “anular” una factura electrónica?
A partir del próximo año, todas las empresas y autónomos tendrán que adaptarse al Reglamento Veri*factu. Este establece un nuevo sistema de facturación electrónica que obliga a emitir y registrar cada factura siguiendo un formato digital específico.
Esta legislación está diseñada para combatir el fraude fiscal y mejorar el control, por lo que cada factura dejará una huella electrónica o hash en el sistema, que no se puede modificar. Eso significa que no puedes simplemente eliminar la factura, aunque tienes la posibilidad de crear una rectificativa.
Por ley, el software de facturación debe incluir los registros de facturación de anulación. Es decir, tendrá un campo de “tipo factura” que incorpora los diferentes tipos de facturas rectificativas, siempre usando los datos de la que necesitas eliminar.
Si utilizas FACe, la plataforma online para presentar las facturas electrónicas a la administración pública, tendrás que solicitar la anulación de la factura, especificando el motivo, y esperar la respuesta. Si es favorable, la factura pasará, automáticamente, al listado de facturas con solicitud de anulación.
En definitiva, anular una factura no significa hacerla desaparecer, sino corregirla conforme a la normativa vigente. Llevar un control riguroso de esas rectificaciones no solo es una exigencia fiscal, sino también una buena práctica contable que garantiza la transparencia y la coherencia de los registros de tu negocio, además de evitarte quebraderos de cabeza con Hacienda.
Foto de: Freepik
Factura rectificativa: qué es, tipos y ejemplos
Las facturas no son sólo un trámite burocrático, sino también una forma de dejar constancia de que se ha entregado un bien o se ha prestado un servicio. Por eso, es un documento esencial tanto para autónomos y pymes como para las grandes compañías
Sin embargo, para que tengan validez y sean aceptadas no pueden contener errores. ¿Qué hacer si te equivocas, por ejemplo, en el importe, el cálculo del IVA o los datos fiscales? En ese caso, tendrás que recurrir a la factura rectificativa.
¿Qué es la factura rectificativa y para qué se utiliza?
Cuando emites una factura, debes registrarla en los libros contables del negocio. Si la factura tiene un error, no puedes corregirla o simplemente desecharla y hacer otra. Debes crear una factura rectificativa, un documento contable que se emite para corregir, modificar o ampliar alguno de los datos de la factura original.
Generalmente sirve para:
Corregir errores o agregar información.
Se utiliza para rectificar datos incorrectos en la factura original, ya sean errores en los importes, conceptos, fechas, tipos impositivos o datos identificativos del emisor o receptor. También es necesaria cuando hay que añadir información o completar algún dato omitido en la factura original.
Modificar el importe de la operación.
Si se produce un cambio en el valor facturado, como descuentos posteriores o bonificaciones, es necesario realizar una factura rectificativa. En los casos de devoluciones de bienes o cancelaciones totales o parciales del servicio, también hay que hacerla, a menos que el tipo impositivo aplicable a todas las operaciones sea el mismo.
Regularización fiscal.
Permite ajustar las cuotas de IVA repercutidas en caso de errores o cambios en la operación para que la declaración tributaria refleje fielmente la realidad económica. De hecho, si el cliente no realiza el pago en los plazos legales y necesitas recuperar el IVA liquidado, puedes emitir una factura rectificativa.
Cumplimiento normativo.
En ciertas situaciones, la legislación exige emitir una factura rectificativa, como tras una resolución administrativa o judicial que afecte al contenido de la factura original.
Cuando el importe modificado o corregido es negativo, se hace referencia a una factura rectificativa negativa o de abono. Eso se aplica a las recuperaciones de IVA en facturas impagadas, devoluciones del pedido, modificación de la base imponible o cambio en el total de la factura
En contraposición, si solo rectificas tus datos o los del cliente, información como la fecha de devengo o el vencimiento o el porcentaje del IVA o del IRPF, se trata de una factura rectificativa positiva.
¿Cuándo puedes emitir una factura rectificativa?
La Agencia Tributaria señala que debes expedir la factura rectificativa tan pronto como te des cuenta del error o se produzca la situación que te obligue a cambiar la factura original. No obstante, tendrás que prestar atención a los plazos:
- No puede haber pasado más de cuatro años desde el momento en que se devengó el impuesto o la fecha en que se produjeron las circunstancias.
- Hay que remitirla antes del día 16 del mes siguiente al que se expidió la factura.
¿Qué requisitos debe cumplir la factura rectificativa?
Una de las condiciones más importantes que debe cumplir este tipo de factura es que debe indicar, a ser posible en la parte superior, que se trata de una factura rectificativa. Lo habitual es que estén marcadas con la letra “R”.
Además, de los datos habituales de una factura ordinaria, debe reflejar:
- El número y fecha de devengo de la factura original que estás corrigiendo.
- El detalle de la modificación, ampliación o corrección que vas a hacer.
No olvides que el número y la serie de factura rectificativa deben ser independientes de la secuencia que siguen las facturas ordinarias originales. También tienes la posibilidad de corregir varias facturas en un solo documento, siempre que indiques adecuadamente todas las facturas modificadas.
En definitiva, la factura rectificativa es una herramienta clave para corregir errores, ajustar importes y cumplir con las exigencias fiscales de forma transparente. Saber cómo y cuándo debes emitirla no solo te evitará sanciones, también te permitirá llevar mejor la contabilidad, ya que toda buena gestión comienza por una facturación correcta.
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Principales gastos de una empresa: ¿cuáles son?
Ningún negocio puede mantenerse y crecer sin incurrir en gastos, pero tampoco sobrevive si no los mantiene bajo control. Los costes operativos forman parte del engranaje empresarial, permitiendo que todo funcione correctamente. Sin embargo, si no los revisas y optimizas, pueden dispararse y lastrar la rentabilidad. Por eso, es fundamental que conozcas los principales gastos de una empresa.
Los gastos, el talón de Aquiles de muchos emprendedores
Dos tercios de las nuevas empresas nunca llegan a generar ganancias, según Harvard Business Review. Más allá de la pertinencia del modelo de negocio elegido, la gestión de las finanzas es crucial para el éxito o el fracaso. Por desgracia, muchos emprendedores cometen el error de enfocarse demasiado en las ventas, olvidando que el control de gastos es igual de importante.
Los gastos de una empresa, también conocidos como egresos, son todos los costes o salidas de dinero destinados a la gestión y el funcionamiento diario del negocio. Incluyen desde los costes operativos, como salarios, suministros, alquileres o servicios, hasta los desembolsos por emergencias. Administrarlos de forma eficiente es clave para asegurar la sostenibilidad y rentabilidad de la organización a largo plazo.
¿Quién es quién en tu Contabilidad? Los diferentes tipos de gastos de una empresa
Para tomar buenas decisiones económicas, no basta con saber cuánto gastas. También debes entender en qué estás gastando. Las empresas incurren en distintos costes, pero no todos tienen el mismo peso ni propósito. Saber distinguirlos te proporcionará una visión más clara del funcionamiento de tu negocio y te permitirá diseñar estrategias financieras más eficaces.
Los principales gastos empresariales se pueden clasificar en distintas categorías, teniendo en cuenta aspectos como su sistematicidad o imputación al producto/servicio.
Gastos fijos
Son imprescindibles para que la empresa pueda funcionar, tienen un carácter recurrente y se mantienen constantes, con independencia de las fluctuaciones en el volumen de clientes, ventas o producción. Dentro de estos se incluyen:
- Alquileres
- Impuestos
- Suministros
- Servicios externos fijos
- Pago de préstamos
Gastos variables
Estos egresos dependen del volumen de producción o los servicios prestados, por lo que guardan una relación directa con la actividad del negocio y su crecimiento o mengua. Entre ellos se pueden mencionar:
- Coste de personal
- Impuestos relacionados con la distribución
- Viajes y desplazamientos
- Marketing y publicidad
- Insumos o materias primas necesarias para la producción
Gastos extraordinarios
Son desembolsos no habituales que surgen de manera puntual e imprevista durante el desarrollo de la actividad empresarial. No se incluyen dentro de los costes operativos diarios y generalmente tampoco están contemplados en el presupuesto regular. Algunos ejemplos son:
- Reparaciones urgentes
- Indemnizaciones
- Pérdidas por siniestros
- Multas y sanciones
Gastos directos
Esta categoría engloba todos los egresos que guardan una relación directa con la fabricación del producto, la prestación del servicio o el desarrollo de un proyecto específico. Por tanto, oscilan en dependencia de las ventas o el volumen de producción. Algunos de los más habituales son:
- Materias primas
- Salarios de la mano de obra directa
- Componentes de fabricación
Gastos indirectos
Estos costes no se imputan directamente a un producto, servicio o proyecto, pero son imprescindibles para el funcionamiento general del negocio. Suelen repartirse entre diferentes áreas o actividades y tienen un carácter relativamente estable. En esta categoría se encuentran:
- Alquiler del local
- Servicios de limpieza
- Salario del personal administrativo
- Suministros de oficina
Por último, cabe aclarar que muchos de estos gastos son deducibles, siempre que estén relacionados con la actividad empresarial, queden debidamente registrados en los Libros Contables y cuenten con factura. En cambio, también existen gastos no deducibles, como las multas, sanciones, recargos o donativos. Conocer la naturaleza de cada gasto en tu empresa no solo te evitará problemas con Hacienda, sino que también te permitirá mantener tus cuentas saneadas para que tu negocio vaya viento en popa.
La mayoría de las empresas necesitan financiación en algún momento de su vida, ya sea al inicio para poner en marcha el negocio, más adelante para cubrir las necesidades de circulante puntuales o cuando llega el momento de expandir sus actividades. El acceso a esos recursos económicos y las condiciones pueden marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso.
¿Cómo le está yendo a las pymes españolas?
El “XIV Informe sobre Financiación de la pyme en España”, realizado por CESGAR, desveló un escenario más positivo en 2024, marcado por una reducción del nivel de endeudamiento y de los gastos financieros.
- El 21% de las pymes afirma estar creciendo y mejorando económicamente.
- Un 43,6% se encuentra en una posición estable.
- Un 26,2% considera que su situación ha empeorado en el último año. De ellas, un 2,2% son empresas vulnerables, lo que supone una reducción de 1,7 puntos porcentuales con respecto a 2023.
No obstante, pese a que muchas pymes aumentaron su facturación, no han visto un incremento de los beneficios, probablemente debido al crecimiento de los costes operativos.
Radiografía de las necesidades de financiación en las pymes
En 2024, cinco de cada diez pymes (47,7%) necesitaron financiación, lo que representa más de 1,6 millones de negocios. Aunque supone una disminución de 6 puntos porcentuales respecto al año anterior, supera con creces dichas necesidades antes de la pandemia, por lo que siguen siendo relativamente elevadas, en especial entre las empresas pequeñas y medianas.
Los instrumentos financieros a los que más recurrieron las pymes fueron:
1. Líneas de crédito (21,3%)
2. Préstamo bancario (18,4%)
3. Líneas ICO (15,5%)
4. Crédito comercial (14,9%)
5. Leasing (10,4%)
6. Subvenciones (6,5%)
Cabe destacar un ligero aumento en el uso de productos bancarios, subvenciones, crédito comercial, así como avales y garantías de las SGR, acompañados de un descenso en las líneas ICO.
En cuanto al destino de la financiación:
- El 64,6% se dedicó a cubrir el circulante, una necesidad que sigue perdiendo peso.
- El 53,4% se dirigió a inversiones, especialmente en equipo productivo.
En menor medida, las pymes también necesitaron financiación para emprender procesos de expansión en el mercado nacional o extranjero, aunque esta exigencia ha cedido terreno, junto a la digitalización y la sostenibilidad.
En general, 2024 fue un año más favorable para obtener financiación externa. El 38,3% de las pymes accedió con facilidad, frente al 23,4% en 2023. Aun así, siguen existiendo dos obstáculos principales en el acceso a financiación:
- Coste de la financiación, señalado por el 38,1% de las pymes, aunque su incidencia ha disminuido de manera considerable con respecto a 2023.
- Falta de garantías solicitadas, mencionado por el 23,4% de los negocios.
En cuanto al acceso a financiación bancaria, un 36,5% de las pymes señala haberla requerido en 2024. Y la respuesta de los bancos ha sido muy positiva, ya que el 90% de las pymes con necesidades de financiación bancaria la ha obtenido y aceptado.
Necesidad de avales en las pymes
Los negocios que tuvieron necesidad de presentar garantías o avales pasaron del 16,2% en 2023 al 18,1% en 2024, representados fundamentalmente por las medianas y pequeñas empresas, aunque también aumentó el número de autónomos que las necesitaron.
Las garantías demandadas se destinaron fundamentalmente a acompañar las solicitudes de financiación bancaria destinada al circulante. No obstante, las peticiones de avales técnicos crecieron de manera notable (del 33,5% en 2023 al 47,3% en 2024).
Por tanto, no es extraño que cada vez más pymes conozcan los servicios de las Sociedades de Garantía, sobre todo entre las pymes que han tenido necesidades de financiación (39,1%) y aquellas que han tenido necesidades de garantías (62,5%).
El informe también indica los principales beneficios de las SGR señalados por las pymes:
- Mejorar el acceso a la financiación bancaria (86,2%)
- Obtener mayores importes de financiación (76,4%)
- Recibir un asesoramiento financiero adecuado (74,1%)
- Optar por mayores plazos de devolución de la financiación (74,1%)
Perspectivas de las pymes para 2025
El informe de CESGAR reveló una tendencia al alza en las perspectivas de crecimiento a corto plazo de las pymes. El 43,9% de ellas espera que su facturación aumente en los próximos doce meses y solo un 2,4% prevé una gran disminución.
Sin embargo, ese crecimiento no se trasladará al empleo, ya que solo un 10,8% afirma que creará puestos de trabajo en los próximos doce meses. Ese contraste revela que, aunque la recuperación se consolida y hay optimismo, las decisiones estratégicas siguen marcadas por un contexto de volatilidad. Por tanto, la financiación seguirá siendo clave para sostener el tejido empresarial español.
¿Qué es un avalista?
Si eres un autónomo o tienes una pyme, es probable que en algún momento necesites solicitar un préstamo para tu negocio, ya sea para financiar las necesidades de circulante, poner en marcha una nueva línea de productos, realizar inversiones en maquinaria, comprar un inmueble o emprender una estrategia de internacionalización.
Sin embargo, obtener esa financiación a veces se convierte en una carrera de obstáculos. En 2023, la carencia de garantías fue la segunda barrera más importante para acceder a los fondos necesarios, según el XIII Informe “La financiación de la pyme en España”, elaborado por Cesgar. Una de cada cuatro pymes consideró que no contar con los avales solicitados es un problema creciente.
Las necesidades de aportar garantías son mayores en las empresas innovadoras, exportadoras y las más jóvenes (con menos de 5 años de vida), aunque los negocios que ya han accedido a la financiación no siempre pueden respirar tranquilos, ya que las entidades bancarias o públicas también solicitan avales cuando llega el momento de renegociar la financiación. En ese contexto, contar con el respaldo de un avalista es la vía más segura para acceder a un préstamo o una línea de crédito con mejores condiciones.
¿Qué es un avalista?
El avalista es la persona o entidad que actúa como fiador, con el fin de garantizar o asegurar el cumplimiento de las obligaciones económicas que ha contraído el avalado. Mediante un aval, el avalista declara que está dispuesto a asumir los compromisos que ha adquirido el avalado frente al beneficiario, generalmente a través del pago de cierta cantidad de dinero.
La figura legal del avalista es muy amplia. Entre los particulares suele tratarse de una persona física de solvencia demostrada e ingresos estables, mientras que en el sector empresarial los propios bancos, las compañías aseguradoras o las Sociedades de Garantía Recíproca son quienes se encargan de avalar a las pymes y autónomos.
Cabe aclarar que, aunque los avalistas suelen garantizar la amortización de un préstamo, también pueden asegurar el cumplimiento de otras obligaciones cuando el autónomo o la pyme se presenta a un concurso público, subasta o ejecución de obra. En ese caso, tendrá que firmar un aval técnico.
¿Cuáles son los derechos y obligaciones del avalista?
La principal obligación del avalista consiste en hacer frente a los compromisos que ha contraído el avalado ante terceros. Si el avalado incurre en impagos de la deuda o no cumple con las condiciones del contrato, faltando a los servicios pactados, el avalista tendrá que asumir el coste económico.
En este sentido, el Código Civil indica que “las obligaciones del avalista se extinguen al mismo tiempo que las del deudor”, lo cual significa que su responsabilidad sólo cesa cuando el avalado termina de pagar el préstamo o finaliza correctamente los servicios para los que había sido contratado.
Si el avalado incumple su compromiso, el beneficiario puede ejecutar el aval. Para ello, debe presentar el aval y los documentos que justifiquen el incumplimiento de las obligaciones del deudor principal.
Como regla general, en el propio aval se especifican las condiciones para su ejecución, un detalle importante para el avalista, puesto que los avales a primer requerimiento obligan a satisfacer las condiciones garantizadas cuando el beneficiario las reclame, sin que tenga que acreditar mínimamente que el avalado no ha cumplido con sus obligaciones. Aunque el avalista puede defender sus derechos ante los Tribunales, probando que el deudor principal ha pagado o cumplido sus obligaciones.
Básicamente, el avalista puede ampararse en tres derechos fundamentales:
- Obligación del acreedor a dirigirse primero al deudor, de manera que la deuda o los perjuicios se reclamarán en un primer momento a éste.
- Posibilidad de señalar los bienes del deudor con los que se puede saldar la deuda contraída, de forma que estos sean confiscados para hacer frente a las obligaciones contraídas.
- Dividir la deuda entre las diferentes figuras obligadas al pago, en caso de que existan más avalistas.
Es importante destacar que, en el caso de los avales para los contratos financieros, estos derechos se suelen excluir, ya que se pacta una fianza solidaria. Esto significa que el avalista tiene la misma responsabilidad que el deudor en caso de impago, de manera que no puede obligar al acreedor a reclamar primero al deudor e intente incautar sus bienes.
Sin embargo, aunque el avalista tenga que hacer frente a la deuda que contrajo el beneficiario del aval, tiene derecho a reclamarle las cantidades abonadas, junto a los intereses de demora y una indemnización por los perjuicios causados.
En el caso de las personas que actúen como avalistas, deben tener claro que su fallecimiento no conduce a la extensión del aval. Las obligaciones del avalista siguen teniendo efecto y se transmiten a sus herederos, a menos que el aval tenga una duración determinada. En ese caso, pasado el plazo, el beneficiario no podría reclamar al avalista ni a sus herederos.
Por otra parte, las obligaciones del avalista cambian ligeramente cuando se trata de un aval técnico. Este tipo de aval garantiza que el avalado cumplirá con sus compromisos en forma y tiempo, asegurando, además, su capacidad técnica para desarrollar la obra o brindar el servicio pactado.
En estos casos, si el avalado incumple sus obligaciones, ya sea por problemas de calidad o plazos, el beneficiario tiene derecho a ejecutar el aval. El avalista técnico no tiene la obligación de sustituir al avalado en el compromiso contraído; o sea, no tiene que terminar la obra o brindar el servicio, pero está obligado al pago de una compensación económica.
¿Para qué necesitan un avalista las pymes en España?
Muchos autónomos y pymes tienen que presentar un aval para acceder a los préstamos bancarios que precisan para impulsar su negocio. En esos casos, contar con el respaldo de un avalista es muy conveniente. No es casual que el 75,5 % de las pymes consiga un crédito o préstamo mayor y con plazos de devolución más amplios gracias a los avales de las SGR.
De acuerdo con Cesgar, en 2023 las pymes españolas solicitaron garantías para acompañar las solicitudes bancarias destinadas a:
- Financiar el circulante
El 45,3% de las pymes que necesitaron avales pidieron fondos para cubrir sus gastos operativos diarios, como el pago a proveedores, salarios o la compra de materias primas. En esos casos, la figura del avalista ayuda a las empresas a acceder a préstamos o líneas de crédito que financien esas actividades a corto plazo, garantizando a la entidad bancaria que recuperará su dinero, aunque el negocio presente problemas de liquidez. Para muchas pymes, este tipo de apoyo es esencial, ya que su flujo de caja varía según la estacionalidad, por lo que, para funcionar todo el año, requieren un respaldo económico adicional.
- Inversiones
El 27,5% de las pymes buscaron un avalista que les permitiera encontrar la financiación que necesitaban para realizar inversiones, generalmente enfocadas en expandir o mejorar su negocio a medio y largo plazo. Este tipo de inversiones puede incluir la compra de maquinaria, así como la renovación de las instalaciones, el desarrollo de nuevos productos o la entrada a mercados internacionales. El avalista ofrece al prestamista la seguridad de que la empresa podrá realizar los pagos, incluso en los proyectos que representan un riesgo mayor. Dado que las inversiones son cruciales para el crecimiento empresarial, disponer de un aval puede marcar la diferencia en la capacidad de expansión, sobre todo para los autónomos y las micropymes.
- Avales técnicos
El 33,5% de las pymes han requerido avales técnicos para desarrollar su actividad. Ese tipo de avales aseguran el cumplimiento de las obligaciones no financieras, como los contratos de obra, suministro o servicios. Por tanto, cobran relevancia en sectores donde hay que cumplir requisitos técnicos muy exigentes o plazos de entrega muy ajustados, como la construcción, la ingeniería o algunos servicios. Una vez más, el avalista garantiza que, si la empresa no cumple con el acuerdo, la parte beneficiaria podrá recibir una compensación adecuada que cubra los perjuicios causados.
- Contratación pública
El 11,9% de las pymes usaron avales para acceder a contratos públicos. De hecho, es habitual que las administraciones exijan un aval para asegurarse de que la empresa puede cumplir las condiciones del contrato, ya sea en términos de plazos o de la calidad del servicio o producto. Esa garantía suele ser obligatoria para participar en licitaciones y competir por contratos con la administración. De cierta forma, nivela el campo de juego para que las pymes puedan competir con empresas más grandes y consolidadas. El avalista no sólo respalda la capacidad de la pyme para llevar a cabo el contrato y garantiza su solvencia económica, sino que también permite al Estado contar con socios fiables y reduce el riesgo de incumplimientos o problemas durante el desarrollo del proyecto.
- Cobro de subvenciones
El 9,5% de las pymes tuvieron que recurrir a los avales para cobrar subvenciones o acceder a fondos públicos. En este caso, el avalista garantiza que la empresa utilizará adecuadamente esos fondos y los destinará al fin acordado. Si, por ejemplo, la pyme no cumple con los requisitos al no lograr el objetivo para el cual se le dio el dinero, el aval permite a la administración pública recuperar el importe no justificado. De hecho, el avalista es una figura particularmente útil para las empresas más jóvenes o aquellas que, aun siendo viables, no tienen una trayectoria consolidada, ya que les otorga credibilidad frente a los organismos públicos, facilitando la obtención de los fondos que necesitan para iniciar o continuar su proyecto.
Ventajas para las pymes y autónomos de contar con un avalista
El aval siempre representa una garantía adicional para las entidades bancarias o las organizaciones públicas ya que, aunque el autónomo o la pyme que solicita la financiación tenga un buen historial crediticio, pueden producirse situaciones inesperadas que pongan en riesgo su negocio y le impidan cumplir con las obligaciones contraídas. En esos casos, la figura del avalista brinda una seguridad adicional.
No obstante, las pymes y autónomos también se benefician de la relación entre avalista y avalado:
- Permite ampliar la capacidad de endeudamiento. Con el apoyo de un avalista, mejorarás tu capacidad para obtener financiación, tanto a corto como a largo plazo, de manera que podrás acceder a préstamos o líneas de crédito que inicialmente estaban fuera del alcance de tu negocio.
- Reduce los costes financieros del préstamo, pues contar con un avalista reduce el nivel de riesgo que representa la operación. Ello te coloca en una posición más ventajosa para negociar con la entidad bancaria tipos de interés más bajos que reduzcan los costes totales de la operación.
- Facilita plazos de devolución más ventajosos para tu negocio, de manera que el préstamo no termine convirtiéndose en una carga asfixiante. Con el apoyo de un avalista, también puedes negociar otros detalles, como eliminar el coste por la amortización anticipada, si las cosas van bien y decides saldar antes la deuda.
- Brinda una imagen más profesional. Contar con un avalista, transmite una imagen más profesional y solvente, que te facilitará el acceso al crédito o a proyectos de mayor envergadura para que tu negocio pueda seguir creciendo.
- Acceso a servicios de asesoramiento financiero personalizado. En el caso de las SGR, éstas no solo brindan avales financieros y técnicos, sino que también ofrecen un servicio de asesoramiento, realizando un estudio detallado del funcionamiento de tu negocio para ayudarte a elegir la línea de financiación que mejor se ajuste a tus necesidades.
Por consiguiente, la figura del avalista se ha convertido en un pilar clave para el crecimiento y la estabilidad de las empresas, sobre todo en un entorno tan competitivo como el actual. Su respaldo no solo te permitirá acceder a los recursos financieros que necesitas, sino que también te abrirá las puertas a nuevas oportunidades de negocio, que muchas veces requieren una garantía externa sólida. Por eso, el avalista actúa como un aliado estratégico que aporta la confianza necesaria para que las empresas puedan asumir riesgos controlados y desarrollar al máximo su potencial.
La financiación es esencial para el desarrollo y la supervivencia de las pymes y autónomos. En las primeras etapas, proporciona los recursos necesarios para emprender la actividad y, más adelante, contribuye a su expansión. La falta de capital a menudo limita la capacidad de los negocios para aprovechar las oportunidades de crecimiento, conduciéndoles al estancamiento o, incluso, al cierre. En cambio, las fórmulas de financiación adecuadas permiten gestionar mejor el flujo de caja, afrontar los imprevistos con mayor estabilidad, innovar y ganar en competitividad.
Los principales tipos de financiación para pymes y autónomos
Préstamos bancarios
Es la forma de financiación más habitual a la que recurren las empresas y autónomos, sobre todo para expandir sus negocios o adquirir activos. De hecho, existen diferentes modalidades, como los préstamos para capital de trabajo o para inversiones. Básicamente, la entidad financiera te facilitará el capital que necesites a condición de que lo devuelvas con intereses, pagando una serie de cuotas durante el plazo de tiempo que hayáis pactado.
Líneas de crédito
Es una fórmula de financiación flexible destinada, fundamentalmente, a cubrir necesidades del negocio a corto plazo. La entidad bancaria pondrá a tu disposición un capital que puedes utilizar en función de tus necesidades, de manera que pagarás intereses por la cantidad que hayas utilizado y una comisión menor por el total dispuesto.
Este tipo de financiación se suele usar para cubrir los desfases de liquidez que se generan al inicio de un proyecto o las brechas temporales en el flujo de caja, de manera que puedas pagar a tiempo a tus proveedores y empleados en etapas de ingresos variables.
Financiación mediante inversores
Los inversores no solo aportan capital a las pequeñas y medianas empresas, sino también su conocimiento, experiencia y redes de contactos. No obstante, tendrás que ceder parte del control y la propiedad del negocio.
Generalmente, esta forma de financiación proviene de las sociedades de capital riesgo o los business angels, que invierten en empresas emergentes con un buen potencial de crecimiento y esperan recibir el retorno de su inversión en el tiempo pactado. También existen opciones como el crowdlending a través de plataformas como MytripleA, Ecrowd o Colectual, que permiten recaudar fondos y, a la vez, validar la idea en el mercado.
Financiación pública
En España, existen distintos programas de financiación pública especialmente diseñados para apoyar el crecimiento, la innovación y la competitividad de las pymes y autónomos, desde las subvenciones a “fondo perdido” hasta los préstamos blandos, que implican la devolución del capital con unos intereses y plazos más convenientes.
Las ayudas del Instituto de Crédito Oficial (ICO) son las más conocidas. La línea ICO Empresas y Emprendedores, por ejemplo, sufraga proyectos de inversión, actividades empresariales y/o necesidades de liquidez o gastos. En cambio, los programas del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) se enfocan en financiar proyectos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).
También puedes contar con las líneas de financiación ENISA para las pymes de reciente creación y las que quieran expandirse, así como con las ayudas autonómicas, que incluyen desde subvenciones a fondo perdido hasta bonificaciones fiscales o incentivos a la contratación. Sin olvidar los fondos de recuperación Next Generation EU, que impulsan proyectos de digitalización, sostenibilidad y resiliencia.
Avales
Los avales de las sociedades de garantía (SGR) son un mecanismo para garantizar financiación a través de terceros, que aporta seguridad jurídica a las transacciones. Mediante un aval financiero, el banco reduce su riesgo, pues si faltas a tus obligaciones, reclamará la deuda al avalista. Por otro lado, el aval comercial se utiliza para garantizar el pago en la compraventa de bienes o cuando se fraccionan los pagos a los proveedores.
Además de facilitar el acceso a la financiación, los avales también permiten ampliar el capital. Además, si cuentas con el respaldo de una SGR, podrás negociar condiciones más ventajosas, como unos intereses más bajos o plazos de devolución más amplios.
Puedes usarlos para cubrir diferentes necesidades. Por ejemplo, Water Challenge recurrió a Avalmadrid para mejorar las condiciones de la financiación destinada a impulsar el desarrollo y comercialización de una tecnología novedosa para convertir residuos en recursos. EuroXogal, una empresa industrial de mecanizados, contó con el aval de Sogarpo para mejorar su proceso productivo y adquirir maquinaria, mientras que Neuro Avanzo tuvo el apoyo de Aválam para ampliar sus instalaciones, modernizarlas y lograr que fueran más funcionales para sus pacientes neurológicos.
En resumen, existen diferentes tipos de financiación para empresas y autónomos. La elección de una u otra puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso de tu proyecto. Por eso, es importante que explores todas las opciones y te decantes por la que mejor se adapte a las características de tu negocio. Si necesitas más información acerca de la situación de las pymes españolas y las personas que trabajan por cuenta propia (autónomos/as) en relación con la financiación ajena, puedes descargar aquí el XIII Informe sobre la financiación de la pyme en España, realizado por Cesgar.