La crisis ha motivado a muchas personas a emprender por su cuenta. Una encuesta realizada por investigadores de la ESADE a 800 emprendedores reveló que el 29 por ciento de ellos había iniciado su proyecto empresarial debido a la incertidumbre laboral. Si estás pensando en seguir sus pasos, es probable que tengas muchas dudas, como qué forma jurídica te conviene más: ser autónomo o constituir una sociedad mercantil.
Hacerte autónomo es un proceso más rápido y sencillo que crear una sociedad limitada (SL). Si no necesitas permisos especiales, solo tendrás que darte de alta en Hacienda y en la Seguridad Social, por lo que al día siguiente ya podrás comenzar a trabajar. Abrir una SL demanda más papeleo y puede tardar entre cinco días y dos semanas.
Muchos emprendedores deciden crear sociedades mercantiles para limitar su responsabilidad legal ante posibles deudas. Si contraes deudas y trabajas como autónomo, responderás ante terceros con tu patrimonio personal, incluyendo tu vivienda, pero en una SL la responsabilidad se limita al patrimonio de la empresa.
Crear una sociedad es más costoso que darte de alta como autónomo, algo que puedes hacer tú mismo de manera gratuita. Para constituir una SL tendrás que aportar un capital mínimo de 3.000 euros y también debes considerar que como la contabilidad es más compleja, el costo de la gestoría es más elevado. Tampoco podrás aprovechar la tarifa plana para autónomos pues en una SL tendrás que cotizar en la Seguridad Social como socio administrador, lo cual supone un 20% más respecto a la cuota normal que paga un autónomo que no se beneficia de ninguna deducción.
Si trabajas como autónomo, tributarás a través del IRPF mientras que la SL lo hará por el Impuesto sobre Sociedades. Tributar a través del IRPF es más fácil, pero no es la opción más conveniente si obtienes grandes beneficios ya que a las sociedades no se les aplica un impuesto progresivo sino un tipo general del 25%. Sin embargo, considera que si quieres llevarte todo el beneficio a casa, tendrás que tributar por el IRPF.
A pesar de que las entidades bancarias brindan pequeños créditos para autónomos, las SL gozan de mayores ventajas para acceder a financiaciones más cuantiosas, así como a subvenciones estatales.
Las SL suelen proyectar una imagen más formal y profesional, transmitiendo una mayor sensación de seguridad y solvencia que el autónomo, lo cual puede abrirte nuevos horizontes profesionales y facilitarte el acceso a clientes y/o proyectos más importantes.
Lo más conveniente suele ser comenzar como autónomo y más adelante, si el proyecto funciona bien, crear una sociedad mercantil. Existen otras formas jurídicas, como la SLU y la SLNE, que pueden ser una opción interesante durante esa fase de transición.