Si estás pensando en emprender un negocio, tendrás que realizar varios trámites, desde elegir la forma jurídica de la empresa y obtener la certificación negativa del nombre, hasta solicitar el número de identificación fiscal en la Agencia Tributaria. Sin embargo, uno de los trámites más importantes al que no se le suele prestar mucha atención es la redacción de los estatutos de empresa.
Los estatutos de empresa son las normas que regirán el funcionamiento de la sociedad y que determinan tanto su régimen interno frente a terceros como entre los socios. Aunque los estatutos se pueden modificar en cualquier momento, deben ser redactados pensando en su permanencia a lo largo del tiempo, ya que tienen naturaleza jurídica. Por tanto, los cambios que se realicen con posterioridad deben ser puntuales y pequeños.
Al ser un convenio constitutivo celebrado entre los accionistas, los estatutos constituyen la base sobre la que funcionará la empresa. Establecen el marco legal y las reglas de funcionamiento del negocio, detallando las normas y procedimientos a seguir para la toma de decisiones y la dirección de la empresa. Además, son un medio para proteger los derechos e intereses de los socios de la empresa, así como para asegurar el cumplimiento de sus obligaciones y responsabilidades.
La redacción de los estatutos se puede dividir por apartados, para que no olvides ningún detalle:
Denominación. Se indica el nombre social de la empresa, incluyendo las siglas que identifican su forma jurídica, y se adjunta la documentación que acredita que ese nombre no estaba registrado.
Domicilio social. Se señala la dirección de la empresa, generalmente indicando que cualquier cambio debe contar con la aprobación de los socios.
Objeto social. Se reflejan las actividades a las que se dedicará la empresa con el mayor nivel de detalle posible, sobre todo si se necesitan licencias o permisos.
Público. Se resumen las características del público objetivo en el que se enfocan los productos y/o servicios de la empresa.
Capital social. En los estatutos de la empresa hay que precisar el capital exacto con el que se constituye, teniendo en cuenta que determinadas formas jurídicas exigen un capital social mínimo obligatorio por ley. También se debe precisar cualquier otro tipo de aportación en especie.
Política de participaciones y transmisiones. En este apartado se recoge cómo se dividen las participaciones entre los socios, quién tiene derecho a adquirirlas y cómo se traspasarán o en qué circunstancias. También se determina si la empresa aceptará la entrada de nuevos socios o el protocolo a seguir en caso de fallecimiento de uno de ellos.
Estructura organizativa. En esta sección de los estatutos se detalla la organización de la empresa, especificando si tendrá un administrador único, existirán varios o se constituirá un consejo. Conviene especificar además cuánto cobrará el administrador y el sistema de retribución que se usará para pagarle, detallando las funciones y limitaciones del cargo.
Acuerdos entre los socios. Se determina cómo, dónde y cuándo se votarán las decisiones estratégicas para la empresa y qué sistema se seguirá (si será por mayoría simple o absoluta, o se aplicará la regla de la mayoría relativa o cualificada). También se deben explicar las funciones y tareas de los socios, así como la forma de retribución.
Cuentas anuales y distribución de beneficios. Los estatutos de la empresa deben definir la duración del ejercicio social, el plazo de presentación de las cuentas anuales y la manera en que se distribuirán los beneficios entre los socios. También es importante especificar qué porcentajes se destinarán a la reinversión y la repartición, señalando además los baremos de reparto.
Disolución y liquidación. Por último, los estatutos de empresa deben indicar la fórmula que se seguirá para disolver la sociedad y las causas que pueden dar pie a la misma.En general, los estatutos deben ser lo más claros posible para evitar ambigüedades y confusiones que puedan afectar el funcionamiento de la empresa o dañar los derechos de los socios. Unos estatutos bien redactados pueden ahorrar muchos dolores de cabeza entre los socios, evitando disputas futuras.