El cambio climático, el colapso de los sistemas de salud, la falta de recursos naturales y los conflictos armados son algunos de los principales problemas a los que se enfrenta el mundo en la actualidad. No cabe duda de que las transformaciones sociales, económicas y ambientales que se han producido en las últimas décadas representan retos significativos que demandan medidas urgentes, tanto a nivel gubernamental como empresarial. Para intentar darles respuesta han surgido los ODS.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una serie de prioridades a nivel mundial que fueron establecidas en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Incluidos en la Agenda 2030, representan un marco de desarrollo global mucho más ambicioso que los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de los cuales son herederos directos.
De hecho, en el año 2000 ya se había aprobado la Declaración del Milenio, cuyas metas se conocieron como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (OMD), aunque en realidad no se trataba de un programa completamente nuevo, sino más bien del intento de aunar todos los esfuerzos bajo un enfoque holístico que permitiera hacer frente a la pobreza de manera más eficaz y promover el desarrollo económico y social.
Objetivos como reducir la pobreza y el hambre, lograr que la enseñanza primaria sea universal y promover la igualdad de género siempre han ocupado un lugar prioritario en el programa de Naciones Unidas. De una forma u otra, la ONU lleva más de 60 años trabajando para lograr esas metas.
En 1961, por ejemplo, proclamó el “Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo” para incentivar una tasa mínima de crecimiento anual del 5 % en los países en vías de desarrollo mientras lanzaba el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en colaboración con la FAO para poner a disposición de estas naciones la mayor cantidad posible de excedentes de alimentos para combatir el hambre.
Una década más tarde, en 1974, la Asamblea General también enumeró 20 principios sobre los que debía basarse el nuevo orden económico internacional realizando propuestas para reformar el sistema monetario y financiar los objetivos de desarrollo de los países que más lo necesitaban.
Los actuales ODS concentran todos esos esfuerzos, actividades, compromisos e iniciativas con un fin común, destacando su interrelación y la necesidad de avanzar en todas las direcciones para lograr cualquiera de esas metas. Estos 17 objetivos intentan garantizar un ritmo de desarrollo que satisfaga nuestras necesidades sin comprometer el futuro de las nuevas generaciones. Gobiernos de 193 países se han comprometido con su puesta en marcha:
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son “un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”, como reconoce Naciones Unidas.
Son una exhortación a todos los países, independientemente de su nivel socioeconómico, para que promulguen y apliquen medidas encaminadas a promover la prosperidad de sus ciudadanos mientras protegen el planeta y gestionan mejor los recursos de los que disponen. Sin embargo, esta tarea no es exclusiva de los gobiernos, sino que también implica un compromiso de las organizaciones sociales y las empresas.
Todas las empresas, independientemente de su tamaño, el sector en el que operan y su enclave geográfico, deben cumplir con la ley, respetar los estándares mínimos reconocidos a nivel internacional y proteger los derechos universales de sus trabajadores y grupos con los que interactúa. Por tanto, a medida que los ODS se extiendan, irán cambiando la manera de operar de los negocios.
Las empresas pueden usar los ODS como un marco general para proyectar, dirigir y comunicar sus estrategias de negocios, objetivos y actividades. De hecho, en la actualidad casi todas las grandes empresas han puesto en marcha medidas para alinearse con los ODS. En España, 9 de cada 10 organizaciones están trabajando en algunos de los ámbitos que señalan los ODS, según reveló el Pacto Mundial de Naciones Unidas.
Más allá de los activos que la empresa posee o controla, uno de los mayores impactos de los ODS se concentra en la cadena de valor, que se convierte en el punto de partida para analizar su influencia a nivel empresarial y redefinir las prioridades. Por tanto, es necesario reevaluar la base del suministro y la logística de entrada a lo largo de la producción y las operaciones hasta la distribución, uso y fin de la vida útil de los productos.
No es casual que el 38 % de las empresas españolas ya tenga en cuenta los ODS vinculados a la economía circular y la acción climática en el desarrollo de sus productos y servicios. En este sentido, la sostenibilidad ha ido ganando protagonismo en la estructura empresarial, hasta el punto que los criterios ambientales, sociales y de gobernanza están cada vez más presentes en su día a día.
La apuesta por la sostenibilidad no se limita a un departamento o profesional que supervisa estos temas, sino que se está integrando en el ADN empresarial. En España, el 41 % de los negocios poseen una estrategia de sostenibilidad, el 78 % de las cuales están alineadas con los ODS.
Una vez que la empresa haya establecido sus nuevos objetivos, prioridades estratégicas e indicadores de rendimiento, tendrá que lograr que su actividad principal sea sostenible. Es probable que tenga que aplicar transformaciones importantes en diferentes áreas de su actividad principal, incluyendo su oferta de productos y servicios, segmentos de clientes, gestión de la cadena de suministro, elección y uso de materias primas, redes de transporte y distribución y gestión del producto al final de su vida útil. Las empresas también tendrán que contar con equipos de sostenibilidad e invertir mucho más en I+D.
No obstante, estos cambios tienen recompensa, ya que los ODS pretenden redirigir los recursos de las inversiones públicas y privadas a nivel mundial hacia las empresas que puedan ofrecer soluciones innovadoras, por lo que representan una ocasión para identificar nuevas oportunidades de negocio. También se reforzarán los incentivos económicos para que las empresas utilicen los recursos de forma más eficiente o cambien a alternativas más sostenibles.
En realidad, existen muchas maneras de aplicar los ODS en las empresas. Un informe reciente del Ministerio de Asuntos Exteriores señaló varios ejemplos de aplicación de los ODS en empresas españolas. BBVA se comprometió a movilizar 100 mil millones de euros para frenar el cambio climático y utilizar el 70% de energía renovable en 2025. También ha desarrollado un Plan Global de Diversidad e Inclusión para fomentar la diversidad en su plantilla y ha desembolsado 13.697 millones de dólares a través de su Fundación Microfinanzas BBVA para ayudar a 6,8 millones de personas con pocos recursos a emprender en América Latina.Sin duda, las empresas que se alineen con los ODS podrán fortalecer su relación con los clientes, empleados y otras partes interesadas. Así podrán seguir creciendo de manera sostenible mientras mejoran su imagen de marca y employer branding. En cambio, los negocios que no se alineen quedarán más expuestos a riesgos legales y de reputación. Por tanto, a la larga, aplicar los ODS en las empresas aportará una gran ventaja competitiva.