El cambio climático, el colapso de los sistemas de salud, la falta de recursos naturales y los conflictos armados son algunos de los principales problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad. Sin duda, las transformaciones sociales, económicas y ambientales que se han producido en las últimas décadas representan retos significativos que demandan medidas urgentes, tanto a nivel gubernamental como empresarial. Para intentar darles respuesta han surgido los ODS.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una serie de prioridades a nivel mundial para el 2030. Herederos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, estos 17 objetivos son más ambiciosos y buscan garantizar un ritmo de desarrollo que satisfaga nuestras necesidades, pero sin comprometer el futuro de las nuevas generaciones.
Gobiernos de 193 países se han comprometido con la puesta en marcha de los ODS, que van desde eliminar la pobreza extrema hasta garantizar el acceso a una energía asequible, fomentar la innovación, utilizar los recursos naturales de manera racional y garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Sin embargo, esta tarea no es exclusiva de los gobiernos, sino que también implica un compromiso de las organizaciones sociales y las empresas.
Todas las empresas, independientemente de su tamaño, el sector en el que operan y su enclave geográfico, deben cumplir con la ley, respetar los estándares mínimos reconocidos a nivel internacional y proteger los derechos universales de sus trabajadores y grupos con los que interactúa. Por tanto, a medida que los ODS se extiendan, cambiarán la manera en que operan los negocios.
Las empresas pueden usar los ODS como un marco general para proyectar, dirigir y comunicar sus estrategias de negocios, objetivos y actividades. De hecho, en la actualidad casi todas las grandes empresas han puesto en marcha medidas para alinearse con los ODS. En España, el 83% de las pymes y el 61% de los autónomos también están trabajando en algunos de los ámbitos que señalan los ODS, según un informe del Pacto Mundial de Naciones Unidas.
Más allá de los activos que la empresa posee o controla, es probable que el mayor impacto de los ODS se concentre en la cadena de valor, el punto de partida para analizar el impacto empresarial y redefinir las prioridades. Por tanto, será necesario reevaluar la base del suministro y logística de entrada a lo largo de la producción y las operaciones hasta la distribución, uso y fin de la vida útil de los productos.
Una vez que la empresa haya establecido sus nuevos objetivos, prioridades estratégicas e indicadores de rendimiento, tendrá que lograr que su actividad principal sea sostenible. Es probable que tenga que aplicar transformaciones importantes en diferentes áreas de su actividad principal, incluyendo su oferta de productos y servicios, segmentos de clientes, gestión de la cadena de suministro, elección y uso de materias primas, redes de transporte y distribución y gestión del producto al final de su vida útil. Las empresas también tendrán que contar con equipos de sostenibilidad e invertir mucho más en I+D.
No obstante, estos cambios tienen recompensa, ya que los ODS pretenden redirigir los recursos de las inversiones públicas y privadas a nivel mundial hacia las empresas que puedan ofrecer soluciones innovadoras, por lo que representan una ocasión para identificar nuevas oportunidades de negocio. También se reforzarán los incentivos económicos para que las empresas utilicen los recursos de forma más eficiente o cambien a alternativas más sostenibles.
Además, es probable que las empresas que se alineen con los ODS fortalezcan su relación con los clientes, empleados y otras partes interesadas. Así podrán seguir creciendo de manera sostenible, mientras mejoran su imagen de marca y su employer branding. En cambio, las empresas que no se alineen quedarán más expuestas a riesgos legales y de reputación. Por tanto, a la larga, los negocios que apliquen los ODS obtendrán una ventaja competitiva.