Europa se ha sumido en un proceso de desaceleración económica que también está afectando a España. La Comisión Europea redujo cuatro décimas las expectativas de crecimiento de la economía española para 2020, situándolo en un 1,5 %. En este escenario, las pymes y autónomos suelen ser los más afectados debido a que la merma del consumo privado conduce a una pérdida de beneficios.
Aunque el tejido empresarial de España es mucho más sólido del que existía antes de la crisis económica, a las pymes les resulta difícil salir indemnes de una desaceleración económica. Hace poco el Banco de España alertó sobre un incremento de las empresas que no generan beneficios suficientes para afrontar sus gastos financieros. De hecho, es la primera vez desde la crisis económica que aumenta el número de negocios con ratios negativos de rentabilidad.
Si estas pymes no tienen acceso a créditos baratos, algo particularmente difícil ya que no suelen contar con un plan de negocios sólido ni pueden demostrar el mínimo de beneficios que suelen pedir los bancos, les resultará difícil sobrevivir a un ciclo de desaceleración económica porque no generan los ingresos suficientes para cubrir sus gastos operativos. El informe indica que “la caída de la rentabilidad en los últimos meses se ha debido, fundamentalmente, al deterioro que la actividad de explotación ha experimentado en este período, en un contexto de desaceleración económica”.
Las nubes que eclipsan la economía española ya han contagiado a los propietarios de pequeños negocios, generando una visión más pesimista sobre los próximos meses. El indicador de confianza empresarial del Instituto Nacional de Estadística reveló una fuerte caída en las expectativas de negocio durante el primer trimestre de este año, una perspectiva particularmente sombría para las pymes con menos de 10 trabajadores, cuya confianza se sitúa en 17,1 puntos negativos, la peor cifra desde 2016.
Esto significa que ha aumentado el número de pequeños empresarios que creen que su negocio frenará, en comparación con quienes mantienen una actitud más optimista. Aunque ese sentimiento es bastante generalizado, los sectores más pesimistas son el Comercio y el Transporte y Hostelería.
Es probable que esos emprendedores limiten los gastos y realicen menos inversiones, lo cual estancará el crecimiento empresarial. El empleo también se resentirá, sobre todo el que generan los autónomos y las pymes con menos de cinco trabajadores, cuyo volumen de contratación ya encadena varios meses de caída.
A las entidades bancarias les preocupa el panorama de incertidumbre y desaceleración económica que se perfila en el horizonte, por lo que es comprensible que se produzca un frenazo en la concesión de créditos a las empresas.
La Encuesta sobre Préstamos Bancarios en España reveló que durante el cuarto trimestre de 2019 se produjo un ligero endurecimiento de los criterios de concesión en todas las modalidades de financiación para las pymes. Esas dificultades se deben, al menos en parte, al aumento de la percepción de riesgos, la disminución de las expectativas de crecimiento en algunos sectores de la economía y el aumento del ratio de morosidad que se ha producido durante el segundo semestre de 2019.
Se espera que este escenario se mantenga o incluso se intensifique durante gran parte de 2020. Obviamente, las trabas para acceder al crédito y un aumento en los costes del mismo también tienen un efecto negativo sobre las pymes restando capacidad de inversión en otras áreas, como contratación, implementación de nuevos proyectos, expansión de las operaciones o internacionalización ya que disponen de menos recursos para realizar negocios.