Muchas pymes necesitan financiación en algún momento a lo largo de su vida, ya sea al inicio de la actividad o más adelante, para superar un bache financiero o ampliar sus operaciones. Existen diferentes opciones de financiación, pero todas no son igualmente válidas o ventajosas. Elegir la financiación inadecuada puede llegar a ser un error costoso que termine poniendo en riesgo la supervivencia del negocio.
Un error común a la hora de financiar una pyme consiste en elegir modalidades de financiación que no se ajustan a las necesidades del negocio. Pedir un crédito a corto plazo para cubrir necesidades a largo plazo, como puede ser el proceso de internacionalización de tu pyme, hará que tengas que amortizar el préstamo antes de que la inversión comience a dar sus frutos, lo cual pondrá en una situación muy delicada las finanzas de la empresa.
Solicitar una financiación excesiva, más allá de las posibilidades de la pyme, es un error que suele pagarse caro. Como regla general, el nivel de endeudamiento no debe superar 3 veces el EBITDA, el beneficio bruto de explotación antes de deducir los gastos financieros. Si la empresa está creciendo y vas a destinar esa financiación a impulsar la expansión de tu pyme o proyectos de gran envergadura, la deuda puede ser mayor, pero aun así no debe superar 5 veces el EBITDA.
Un error habitual a la hora de financiar la pyme consiste en concentrar toda la deuda en una sola entidad bancaria, generalmente porque es aquella con la que se trabaja. El problema es que, si el banco reduce sus niveles de riesgo, es probable que tengas dificultades para refinanciar la deuda porque aumentarán las tasas de interés.
De la misma forma en que adoptas estrategias para diversificar tus clientes y proveedores para reducir tu nivel de exposición al riesgo, también debes diversificar las entidades bancarias con las que trabajas. Lo ideal es que cuentes con fuentes de financiación alternativas a la banca, como el crowdlending, la deuda privada o la financiación pública.
En 2018, el 28,2 % de las pymes españolas recurrieron a una línea de crédito y el 20,6 % a un préstamo bancario para satisfacer sus necesidades de financiación, según el VIII Informe sobre Financiación de la Pyme, realizado por Cesgar. Más allá del crédito bancario, que a menudo aplica unas tasas de interés elevadas y demanda plazos de amortización demasiado cortos, existen otras formas de financiación para pymes que pueden ayudarlas a conseguir la financiación necesaria .
Antes de pedir un crédito, es importante valorar las diferentes opciones y elegir la que mejor satisfaga las necesidades de la pyme. El leasing y el renting, por ejemplo, son dos opciones que están creciendo en popularidad entre las pymes, ya que son alternativas excelentes para utilizar determinados bienes o inmuebles sin necesidad de comprarlos. Además, al no considerarse crédito bancario, no afectan a la capacidad crediticia de tu pyme.
Antes de firmar un crédito, es importante que te asegures de que podrás cumplir con los plazos de amortización previstos. Un error común de los emprendedores consiste en ser demasiado optimistas y pensar que podrán saldar la deuda rápidamente. Para evitar esta situación es importante que estimes cuánto tiempo necesitarás para recuperar la inversión y luego añadas, al menos, seis meses más para estar seguro de que podrás cumplir con los plazos. Ten en cuenta que incumplir los plazos no solo afectará al historial crediticio de tu pyme, dificultándole el acceso futuro a otros créditos, sino que también aumentará los intereses a pagar.