Toda empresa necesita financiación, sobre todo durante sus primeras etapas, ya sea para adquirir el equipamiento necesario, adaptar el local a la actividad que se va a desarrollar o asumir los costes de personal. La clave del éxito radica en encontrar las fuentes de financiación adecuadas al tipo de proyecto empresarial y contar con una estrategia de negocio que permita invertir inteligentemente para obtener la mayor rentabilidad posible.
Todas las empresas no necesitan el mismo capital inicial para desarrollar su actividad. Si no calculas correctamente el importe y solicitas un crédito menor, la actividad puede terminar siendo inviable, pero si te endeudas demasiado terminarás asumiendo unos sobrecostes innecesarios que también pueden poner tu negocio contra las cuerdas.
Por eso debes estimar los costes en los que incurrirás para brindar el servicio o fabricar el producto y tener claro cuáles serán tus fuentes de ingresos y ganancias aproximadas. No olvides tener en cuenta los costes de personal, que pueden llegar a ser muy elevados, así como el presupuesto de marketing, esencial para promocionar tu marca y ganar cuota de mercado. Calcula los gastos en los que incurrirás al menos durante 2 años, el momento en que muchas empresas comienzan a ser rentables, y considera posibles imprevistos.
Para tener acceso al crédito bancario o atraer a inversores, no solo es importante contar con un buen plan de negocios, que será la carta de presentación de tu actividad, sino también presentar los primeros resultados que demuestren que tu idea ya está funcionando y es viable.
Contar con un producto mínimo viable, por ejemplo, te facilitará el acceso a la financiación, ya que, aunque no se trate de la propuesta final, te permitirá poner a prueba tu idea con los clientes potenciales, brindándote información relevante para mejorar tu producto o servicio, así como minimizar el riesgo financiero que representa tu empresa de cara a una posible inversión o préstamo.
Durante esa primera fase del negocio lo habitual es recurrir a los ahorros y la ayuda de amigos y familiares, quienes pueden participar en el capital de la empresa o facilitarte un préstamo con un interés más bajo, por lo que tendrás que reducir los costes al mínimo.
Elegir las fuentes de financiación adecuadas es fundamental para el éxito de tu empresa. Valora la relación entre el coste de la financiación y el rendimiento del negocio, pues si el coste es muy elevado, tu proyecto no será viable a largo plazo.
Para financiar tu empresa, puedes elegir entre tres grandes alternativas de financiación: deuda, capital y subvenciones. Si quieres priorizar la solvencia, lo mejor es buscar socios que financien el negocio, como los fondos de capital de riesgo, incubadoras y business angels. Con estas alternativas, tu empresa no arrastrará el peso de una deuda, pero ten en cuenta que tus beneficios se diluirán e incluso existe la posibilidad de que pierdas el control del negocio.
Si quieres mantener el control de la empresa y la rentabilidad, puedes pedir un crédito. Lo más habitual es recurrir a las entidades bancarias, que te pueden exigir para conseguir la financiación presentar un aval. Otra opción consiste en apostar por las subvenciones públicas, como las líneas ICO, aprovechar los incentivos fiscales a nivel autonómico, nacional o europeo, y/o buscar financiación para los proyectos I+D.
Dependiendo del perfil del negocio, puede valer la pena explorar vías alternativas como el crowdfunding, a través del cual muchos inversores pequeños realizan aportaciones a cambio de acciones de la empresa o de recibir el producto, en cuyo caso sería una especie de preventa.
Por último, pero no menos importante, una vez que has encontrado la financiación debes gestionarla adecuadamente realizando inversiones inteligentes y asegurándote de contar con un plan que prevea una línea de gastos razonable.