Los avales son esenciales a la hora de solicitar un crédito o presentar una oferta para un proyecto, pues son una garantía de que una entidad externa responderá por las obligaciones que contraes. Conseguir un aval también brinda más credibilidad a tu empresa y mejora su imagen, lo que aumenta las posibilidades de acceder a proyectos de mayor envergadura que te permitan crecer.
Para ampliar el horizonte de tu negocio puedes recurrir a dos tipos de avales: el aval técnico o el aval económico, también llamado aval financiero. El aval económico es el más conocido, puesto que es el que suelen solicitar las entidades bancarias para conceder un préstamo o línea de crédito a las empresas o autónomos. Sin embargo, el año pasado el 4,7 % de las pymes requirió avales técnicos para desarrollar su actividad, según el XI Informe sobre “Financiación de la Pyme en España” elaborado por SGR-CESGAR. El 2,8 % de las empresas solicitaron dicho aval para el cobro de subvenciones y el 2,5 % para acceder a procesos de contratación pública.
El objetivo principal del aval técnico es garantizar la capacidad de la pyme o el autónomo para cumplir con las obligaciones contractuales que ha contraído. Generalmente, se solicita para participar en concursos y subastas públicas, así como para importar mercancías en régimen temporal, la ejecución de obras y los contratos de suministros.
El aval para licitación, por ejemplo, permite a las empresas garantizar sus obligaciones legales y formales ante los organismos públicos para cumplir con los requerimientos de la legislación vigente. Puede tratarse de avales provisionales cuando responden a una licitación pública en concurso convocada por las administraciones públicas, o definitivos si una vez adjudicado el concurso, se formalizan para garantizar el cumplimiento de dicho contrato de obra o gestión de servicios y suministros.
La entidad que te avale responderá ante tu cliente por el incumplimiento de las obligaciones de carácter no económico. En una obra, por ejemplo, cubrirá posibles desviaciones de plazo, calidad y coste. Si no terminas en tiempo o la calidad final no es satisfactoria, el cliente para el que trabajas tiene derecho a ejecutar el aval y recibir una compensación por los daños causados. Eso no significa que la entidad avalista asumirá tus prestaciones y se encargará de finalizar la obra o solucionar los problemas de calidad, sino que indemnizará económicamente a tu cliente según el perjuicio causado y las condiciones que estipule el contrato del aval.
También existen avales técnicos específicamente diseñados para las empresas que quieran operar en el extranjero, conocidos como aval internacional. Esta garantía permite participar en licitaciones en el mercado internacional, cubriendo las obligaciones legales y formales que adquiera la empresa ante organismos públicos de un país extranjero. En estos casos, lo más habitual es que el banco del país destino conceda un aval bancario con una contragarantía de una SGR, que es la que garantiza en última instancia la actividad la empresa.
Cabe aclarar que los avales técnicos suelen ser una alternativa más conveniente que los seguros de caución para garantizar el cumplimiento del compromiso contraído ante los proveedores o los organismos públicos. De hecho, suelen cubrir cuantías mayores que los seguros de caución y no establecen exclusiones por forma jurídica, de manera que son accesibles para los autónomos y las pymes.
Los avales económicos se centran en garantizar las operaciones en las que sea necesario pagar una cantidad determinada en un plazo de tiempo específico, cubriendo los compromisos y obligaciones de pago que la pyme o autónomo contraiga con otra persona o empresa. Los avales económicos se dividen a su vez en dos categorías:
La entidad avala el pago de las sumas derivadas de operaciones de naturaleza comercial, como pueden ser: la compraventa de bienes, el fraccionamiento de pagos o los pagos a cuenta. En algunos casos, se pueden avalar pagos rotativos, como los que se realizan cuando se entregan suministros periódicamente.
El aval comercial se suele utilizar en las operaciones de compraventa y es habitual anexarlo al contrato. En este caso, la entidad avalista sí asume tus obligaciones, ya que son de tipo económico. De hecho, los avales comerciales suelen tener un carácter solidario, lo cual significa que la entidad avalista responderá por todas tus obligaciones.
La entidad avalista garantiza el pago del préstamo o crédito que has contraído con otra entidad financiera. Este aval suele ser necesario cuando solicitas un préstamo o crédito, ya que así el banco se asegura de que recibirá el pago.
Al brindar mayor cobertura a los bancos reduciendo el riesgo al que se exponen, los avales financieros suelen mejorar los tipos de interés y plazos de devolución. Además, solo pagarás por los gastos de estudio de la operación de financiación y la comisión por la aceptación del aval, y no se aplican intereses, por lo que suele ser una opción más económica y conveniente que avalar con el patrimonio personal.
En los avales, ya sean técnicos o económicos, participan tres actores bien diferenciados. Por una parte, se encuentra el avalado, la pyme o autónomo que solicita el aval y tiene la obligación de cumplir lo pactado, y por otra parte se encuentra el avalista, la SGR o compañía aseguradora que respalda al avalado pagando la cuantía establecida si este incumple las condiciones del contrato que firmó con el beneficiario, que es la empresa, persona o entidad receptora del aval con potestad para ejecutarlo.
Ambos tipos de avales también deben seguir cierta arquitectura jurídica, una especie de líneas maestras que garantizan la legalidad de la relación y el contrato para todas las partes intervinientes. El Banco de España señala que el texto de los avales que actúen como garantías debe:
- Permitir su calificación jurídica inequívoca, especificando que se trata de un aval.
- Posibilitar la identificación del régimen legal aplicable, en particular cuando se trata de garantías sujetas a normas de Derecho especial.
- Concretar la obligación garantizada, detallando el tipo de aval, la cantidad máxima de dinero que el avalista garantiza y/o el tipo de desviaciones de la obra o servicios por los que se responsabiliza.
- Fijar la duración o vigencia de la garantía, también conocida en el ámbito legal como plazo de garantía, señala las fechas en las que el beneficiario del aval puede hacer la reclamación y exigir el cumplimiento de las obligaciones a la empresa contratada o, en su defecto, al avalista.
- Determinar el plazo para su exigibilidad, conocido como plazo de caducidad, se refiere a la fecha de vencimiento de la obligación o fianza después de la cual el avalista queda eximido de sus obligaciones, la cual debe prolongarse durante un período razonable posterior a la duración máxima del plazo de garantía. Cabe aclarar que, aunque el plazo de garantía transcurre de manera ininterrumpida, el plazo de prescripción se interrumpe mediante requerimientos extrajudiciales o la acreditación de que el causante del daño estaba al corriente del mismo.
- Establecer los requisitos y condiciones para la ejecución del aval que debe cumplir el beneficiario al reclamar la garantía, generalmente mediante la aportación de pruebas de que el avalado ha incumplido sus obligaciones o causado un daño.
Aunque las figuras jurídicas que participan en los avales coinciden y su estructura legal es bastante similar, los fines de los mismos divergen. La principal diferencia entre el aval técnico y económico es que, mientras que el primero garantiza el cumplimiento de tus obligaciones contractuales, el segundo garantiza los compromisos de índole comercial o financiera que adquieras. Por eso, los avales técnicos se suelen utilizar para presentaciones a concursos o licitaciones para contratos de obras, mientras que los avales económicos se enfocan en garantizar operaciones que demandan el pago de una cantidad de dinero, ya sea a proveedores o entidades bancarias.
Otra de las principales diferencias entre el aval técnico y económico se refiere a sus implicaciones financieras. Con un aval técnico evitas la inmovilización del capital que suele destinarse a la constitución en efectivo de las fianzas mientras dure el contrato. Por tanto, tendrás más libertad para disponer de tus recursos económicos. El aval técnico tampoco exige pignoración de fondos por parte de la empresa, mientras que las entidades bancarias pueden llegar a pedirte que inmovilices gran parte de la garantía solicitada para concederte el aval económico.
Otra diferencia importante es que el aval técnico no se considera un producto financiero, según el Banco de España. Al no pasar por el sistema bancario, no computará en el CIRBE, el registro donde se anotan las obligaciones contraídas con las entidades financieras. Así, podrás mantener libres los límites de riesgo con las entidades de crédito, de manera que tu capacidad crediticia no se vea afectada, lo cual te permitirá utilizar esos recursos bancarios para financiar otros proyectos y lograr que tu negocio siga creciendo.
Por último, recuerda que, si necesitas un aval técnico o económico, puedes solicitarlo online registrándote a través de Con Aval Sí, una plataforma que respalda la financiación de emprendedores, pymes y autónomos para que puedan desarrollar sus proyectos profesionales.