La mayoría de los negocios necesitan financiación externa en algún momento, ya sea en sus inicios para comenzar la actividad o más adelante para ampliar sus operaciones o sobrellevar una mala racha. Uno de los principales escollos que encuentran las pymes y los autónomos en su camino a la financiación suele ser el aval, un requisito que exigen muchas entidades financieras para proteger su inversión.
El aval es un contrato en el que se refleja el compromiso de cumplimiento de ciertas obligaciones ante un tercero. En práctica, una persona o entidad se compromete a garantizar tu deuda o las obligaciones no dinerarias que hayas contraído ante el acreedor, ya se trate de un banco, la Administración u otra empresa. Para que ese compromiso sea válido, debe existir un contrato por escrito, que se suele oficializar con un aval notarial para proporcionarle un mayor respaldo legal.
A lo largo de la vida de una empresa, es probable que atraviese diferentes situaciones en las que necesite un aval. En 2019, por ejemplo, el 34,8% de las pymes españolas necesitaron financiación, según el IX Informe de Financiación de la Pyme. Sin embargo, el 40 % de ellas encontraron obstáculos para acceder a ésta. Las dos dificultades más comunes fueron el elevado precio de la financiación, ya sea por los tipos de interés y los costes asociados, y la falta de garantías solicitadas.
La mayoría de las empresas pide avales financieros para acompañar las solicitudes de financiación bancaria al circulante. Generalmente, se trata de préstamos a corto plazo que la empresa utiliza para hacer frente a los pagos.
Los avales técnicos son menos comunes, el año pasado solo los solicitaron el 4,9 por ciento de las empresas para garantizar que iban a entregar el producto o servicio contratado en tiempo y forma, según el IX Informe de Financiación de la Pyme. Es probable que necesites recurrir a estos avales si vas a participar en licitaciones y concursos públicos, ya que la Administración querrá cerciorarse de que puedes cumplir con las obligaciones que contraigas. También los necesitarás para acceder a proyectos de gran envergadura en el sector privado.
Las empresas también suelen solicitar avales para obtener la financiación bancaria que necesitan para realizar inversiones. Esos avales pueden servirte para mejorar la infraestructura de tu empresa, ampliar el almacén, contratar más personal o, incluso, poner en marcha un proceso de internacionalización.
Las empresas de reciente constitución, que suelen tener más dificultades para acceder a préstamos por la falta de historial crediticio y garantías, también recurren a menudo a los avales para financiar la compra de equipamiento o el alquiler del local.
Durante 2020, las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) concedieron una cifra récord de avales que supuso la inyección de 2.730 millones de euros a pymes y autónomos, lo cual ha contribuido al mantenimiento de cerca de 275.300 puestos de trabajo, según datos de CESGAR.
El principal objetivo de estas sociedades es facilitar el acceso a la financiación a pymes y autónomos. El aval de una SGR te sitúa en una posición más ventajosa para negociar con la entidad bancaria, de manera que podrías obtener una reducción de los tipos de interés y/o una ampliación de los plazos de devolución.
La gama de productos para autónomos de las SGR y los avales para pymes es muy amplia. Pueden avalarte tanto si necesitas un microcrédito de 25.000 euros, como si solicitas un préstamo de hasta 100.000 euros, ya sea ante entidades bancarias o el ICO. También pueden ayudarte si necesitas aplazar el pago de las compras a proveedores, recibir un anticipo de subvenciones o realizar operaciones de leasing.
Una característica que distingue a las SGR del resto de entidades financieras es que financian a largo plazo los proyectos empresariales. El 90% de los proyectos financiados son a más de 3 años, de los cuales el 45% son a más de 8 años.
El aval es un producto de riesgo, por lo que siempre tiene un coste para quien lo contrata. Ese coste no depende de si el beneficiario ejecuta o no el aval, sino que se aplica en forma de tipos de interés y/o comisiones de gestión.
Una de las principales ventajas de los avales de las SGR es que tienen costos más reducidos. Estas sociedades suelen aplicar una comisión de estudio y una comisión de aval anual. Cuando acepten tu proyecto, tendrás que adquirir participaciones en proporción al préstamo solicitado, pero cuando termine la operación podrás recuperar ese capital.