En un mercado tan competitivo como el actual, los negocios que quieran sobrevivir deben distinguirse y aportar un valor diferencial. Crear una empresa no implica únicamente realizar trámites burocráticos, trazar un plan de negocio sólido o planificar la logística necesaria, sino también diseñar una identidad corporativa que resuma la esencia de la marca y transmita su personalidad.
La identidad corporativa es lo que hace única a una empresa y la distingue de la competencia. Es la manera en que una organización proyecta y comunica su propuesta de valor, propósito y personalidad.
Esa identidad está constituida por elementos intangibles, como los principios y valores de la empresa, y elementos tangibles que conforman la identidad visual, como los logotipos, colores, anagramas, merchandising, packaging o el diseño del punto de venta.
A diferencia de la imagen corporativa, que hace referencia a cómo perciben los consumidores la organización, producto o marca; la identidad corporativa depende esencialmente de factores que la empresa puede controlar, como el estilo de comunicación, la atención al cliente y el branding.
Destacar la personalidad única de la empresa
Identificación y diferenciación van de la mano. La identidad corporativa es la carta de presentación de tu negocio ante el público, te ayuda a distinguirte de la competencia, resaltando tu valor diferenciador a través de la imagen visual y la comunicación. También facilita el reconocimiento de tus productos y servicios, aportándoles ese carácter único que distingue a tu empresa, lo cual te proporcionará una ventaja competitiva para ampliar tu cuota de mercado.
Aportar cohesión y homogeneidad
Una de las principales funciones de la identidad visual corporativa consiste en garantizar la coherencia, no solo a nivel de imagen sino también en la cultura organizacional y la comunicación corporativa. La identidad corporativa actúa como un hilo conductor que cohesiona al equipo de trabajo bajo valores y objetivos comunes, garantizando que todos representen a la empresa de la misma manera cuando interactúan con los clientes o proveedores.
La identidad corporativa confiere homogeneidad a los productos o servicios de la empresa, es como si imprimiera en ellos su sello personal. Por esa razón, una de las principales funciones de la identidad visual corporativa consiste en impulsar el lanzamiento de nuevos productos o servicios que los consumidores o clientes pueden reconocer y vincular rápidamente con la marca y los valores que esta promueve, ya sea la calidad, rapidez en los servicios o sostenibilidad.
Como norma, suele costar más captar un nuevo cliente que fidelizar a los existentes. La identidad corporativa contribuye a que tu negocio, marca o producto sea más memorable. Eso aumenta las probabilidades de que esos clientes vuelvan a comprar tus productos o contratar tus servicios y que incluso los recomienden a sus amigos. Por tanto, una identidad corporativa reconocible te ayudará a colocarte en el top of mind de tu público objetivo.
Una identidad corporativa sólida funciona como un canal de comunicación a través del cual puedes transmitir los principios y la personalidad de tu negocio. Todos los elementos que conforman la identidad visual corporativa están comunicando mensajes y valores, ya sea de manera directa o subliminal. Por consiguiente, un diseño cuidadoso de la identidad corporativa puede influir positivamente en la opinión pública y mejorar la imagen de marca, no solo de cara a los consumidores, sino también a posibles inversores o la sociedad en su conjunto.
Una identidad corporativa sólida, reconocible y homogénea transmite una imagen más profesional, ya que revela un trabajo entre bastidores perfectamente planificado y ejecutado. Indica que se trata de una empresa que tiene sus objetivos claros y conoce el camino para conseguirlos. Esa seguridad y profesionalidad también generan confianza, facilitando las relaciones con los clientes, proveedores y posibles inversores.
Reforzar la cultura organizacional es otra de las funciones de la identidad corporativa. Una empresa que se distingue positivamente entre sus competidores es un sitio donde las personas querrán trabajar. Por tanto, cada vez que potencias tu identidad corporativa estás mejorando tu marca empleadora, aumentando las probabilidades de atraer y retener el talento que necesitas para que tu negocio siga creciendo.