La mayoría de las empresas necesitan recurrir a la financiación externa en algún momento de su actividad, ya sea al inicio para poner en marcha el negocio o más adelante para impulsar su crecimiento. De hecho, el último informe de CESGAR confirmó que el 57,9 % de las pymes españolas han necesitado financiamiento.
La fuente de financiación a la que se recurre es una decisión importante, ya que puede brindar una ventaja competitiva en el mercado o, al contrario, convertirse en un lastre a largo plazo. Las entidades bancarias siguen siendo la principal fuente de financiación de las empresas, sobre todo de las pymes, ya que de esta manera mantienen el control total del capital y de su negocio. No obstante, dichos préstamos suelen estar sujetos a unos intereses que han aumentado bastante durante los últimos meses y a un recrudecimiento de las condiciones de concesión.
Mientras los tipos de interés se encontraban en tasas negativas, el crédito era bastante barato, pero las subidas aceleradas que ha aplicado el Banco Central Europeo han disparado el precio del dinero a su mayor nivel desde 2008. Como resultado, la banca española también ha endurecido las condiciones del crédito a empresas.
La espiral inflacionista ha hecho que, desde finales de 2022, las entidades bancarias no solo aumenten los intereses, sino que también refuercen los criterios para aceptar las solicitudes de préstamos, sobre todo aquellos ligados a la inversión empresarial.
Los bancos están realizando evaluaciones más profundas de la solvencia de los clientes para asegurarse de que podrán afrontar el pago de las cuotas a lo largo de la vida del préstamo, lo cual significa aplicar escenarios de estrés basados en un entorno de tipos de alrededor del 4 %, que es el marco en el que se mueven las previsiones del BCE.
El temor a una recesión o desaceleración de la economía los está llevando a ser más prudentes para disminuir el riesgo de impagos. Eso se traduce en mayores trabas para que las pymes puedan acceder a la financiación. De hecho, los altos tipos de interés y otros costes ya representaban un obstáculo para el 14,5 % de las pymes en 2020, por lo que muchos de esos negocios pueden tener más problemas para acceder a la financiación en la actualidad. No obstante, la buena noticia es que puedes negociar condiciones de financiamiento más ventajosas apoyándote en las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR).
Desde hace años, la traba principal que encuentran las pymes para acceder a la financiación es la dificultad para aportar las garantías que solicitan las entidades bancarias. Este problema es común en las pequeñas empresas y se traduce en un mayor coste del préstamo.
Al no poder presentar avales propios, las entidades bancarias consideran que la operación de crédito o préstamo representa un riesgo mayor. El nivel de riesgo se dispara en las pymes de reciente constitución, pues ni siquiera pueden presentar sus balances de cuentas y no poseen un historial crediticio, así como en las empresas que tienen una baja rentabilidad.
Al no contar con un respaldo sólido que sirva como garantía, las pymes acceden al crédito pagando intereses más elevados, en comparación con las grandes empresas que pueden aportar un aval o tienen un historial crediticio más sólido. De hecho, el último informe realizado por el Banco de España previó un endurecimiento de casi el doble en las condiciones de financiación para las pymes, mucho más que para las grandes empresas. En este escenario, las SGR desempeñan un papel clave para que las pymes tengan acceso a condiciones de financiamiento más ventajosas.
Las SGR (Sociedades de Garantía Recíproca) son entidades creadas con el objetivo de facilitar el acceso al crédito a los autónomos y pymes, mejorando en sentido general las condiciones de la financiación. De hecho, surgieron para dar respuesta a los problemas financieros que suelen tener las pequeñas y medianas empresas ante las entidades de crédito y las Administraciones Públicas.
Las SGR, son entidades financieras sin ánimo de lucro, sujetas a la supervisión e inspección del Banco de España. Posibilitan el acceso al crédito en mejores condiciones de plazo y de tipo de interés a las pymes y autónomos, consiguiendo la financiación para sus proyectos. No obstante, estas entidades tienen un carácter mutual, lo cual significa que solo garantizan las operaciones de sus socios.
Por consiguiente, para conseguir el aval, las pymes y autónomos tienen que conseguir la condición de socio partícipe, adquiriendo participaciones en un porcentaje equivalente al importe que desean avalar. A cambio, recibirán una garantía o aval con el que pueden negociar mejores condiciones con las entidades bancarias. Cuando termine la operación financiera los socios pueden recuperar el capital destinado a las participaciones.
Ese aval puede destinarse a financiar el circulante para hacer frente a las necesidades de tesorería del negocio, pero también puede tratarse de un préstamo de inversión a más largo plazo para financiar activos fijos, internacionalizar la empresa o, simplemente, poner en marcha una nueva idea de negocio.
¿Cómo un aval de las SGR mejora las condiciones de financiamiento?
Contar con un aval de las SGR no solo brinda acceso al crédito, sino que además mejora las condiciones de financiamiento. De hecho, un informe de CESGAR constató que el 81 % de las pymes consideran que el principal beneficio de las SGR consiste en mejorar el acceso a la financiación bancaria. Por tanto, este aval puede ayudarte a:
Reducir los tipos de interés. El aval de una SGR disminuye el nivel de riesgo que representa la pyme para la entidad bancaria, puesto que existe una sociedad que respalda la operación. Eso significa que el banco, la caja de ahorros o la cooperativa de crédito pueden aplicar un tipo de interés más bajo, mediante convenios o líneas de crédito con las SGR, que en otras operaciones independientes que impliquen un riesgo mayor.
Obtener importes de financiación mayores. El aval de una SGR también permite ampliar los importes de financiación cuando la pyme no puede respaldarlos por sí sola. Eso significa que la empresa podrá tener acceso a un capital mayor o a una línea de crédito más flexible.
Ampliar los plazos de devolución. El aval de una SGR respalda a la pyme ante el banco, concediéndole más poder para negociar las condiciones financieras. Ello les permite alargar los plazos de devolución, de manera que la pyme podrá trabajar con más tranquilidad y devolver el capital prestado siguiendo un ritmo con el que se sienta más cómoda a largo plazo.
Recibir asesoramiento financiero. Las SGR no solo brindan avales para garantizar los préstamos a las empresas, también proporcionan un servicio de información y asesoramiento personalizado que puede ayudarte a encontrar la fuente de financiación más adecuada para tu proyecto empresarial. De hecho, las pymes pueden beneficiarse del valor añadido del estudio y seguimiento de la viabilidad de la operación por parte de estas entidades.
Como colofón, si quieres aprovechar al máximo todos los beneficios que aportan las SGR, es importante que desarrolles una cultura financiera que te permita conocer todas las opciones y herramientas de financiación disponibles. Así, podrás hacer crecer tu negocio con una base sólida.