Si tienes un negocio, una de tus principales preocupaciones será encontrar nuevos clientes e incrementar las ventas. Sin embargo, si no reparas en tu política de cobros, es probable que se produzca un desfase temporal entre los pagos a los proveedores y los de los clientes.
En ese caso, el activo circulante de la empresa no será suficiente para cubrir los pagos. Esta situación es más habitual de lo que parece: el 75,9% de las pymes que necesitaron ayuda financiera en 2022, la destinaron precisamente a financiar el circulante, según el XII Informe sobre la Financiación de la Pyme de Cesgar , una necesidad que lleva tres años consecutivos ganando peso.
La financiación de circulante es aquella que consigue la empresa para hacer frente a sus pagos a corto plazo. Cuando existe una gestión financiera inadecuada, el negocio puede incurrir en un gasto excesivo que le impide afrontar los pagos, por lo que necesita acceder a una fuente de financiación adicional que le permita cumplir con los compromisos económicos contraídos, ya se trate de los pagos a proveedores o los costes de personal.
La financiación de circulante se utiliza para cubrir diferentes activos a corto plazo, por lo que es importante que elijas la modalidad más conveniente para tu pyme entre las principales fórmulas que se aplican en la actualidad:
El banco ofrece a la empresa una cantidad fija a devolver en un plazo de tiempo relativamente corto, que no suele superar los 18 meses. Puedes recurrir a este tipo de financiación de circulante para cubrir la compra de existencias, realizar anticipos de clientes, proceder con los pagos de nóminas o satisfacer otras necesidades de liquidez del negocio.
La principal ventaja de esta forma de financiación es la facilidad de acceso, pues, al tratarse de cantidades más pequeñas, se exigen menos requisitos y, en algunos casos, incluso puedes solicitarla online. Aun así, debes tener en cuenta que aumentará el endeudamiento de tu empresa y tendrás que pagar unos intereses elevados.
La empresa puede disponer de los fondos que le concede el banco durante un periodo de tiempo determinado, generalmente durante un año. A diferencia del préstamo, no tienes que utilizar todo el importe, sino tan solo aquel que necesites en cada momento. Por tanto, es una alternativa de financiación ideal cuando no conoces el importe exacto a financiar o careces de ingresos regulares, ya que no tendrás que pagar cuotas periódicas, sino tan solo al final de la vigencia de la línea de crédito.
Más allá de la flexibilidad, inmediatez y comodidad que representa esta solución, debes saber que sus gastos asociados pueden ser más elevados que los de otras vías de financiación. Es cierto que solo pagarás intereses por la cantidad que realmente utilizas, pero en muchos casos también se aplica un pequeño porcentaje por el capital no dispuesto, lo cual se conoce como comisión de disponibilidad. También tendrás que afrontar gastos de formalización y una comisión de apertura.
El banco concede una línea de descuento cuando la empresa presenta títulos de crédito a descontar, ya sean facturas, letras, pagos domiciliados o pagarés antes de su vencimiento. El banco aplica intereses según el plazo de vencimiento y un recargo de devolución cuando el crédito no es atendido.
Este instrumento financiero es muy flexible, puesto que te permite acceder a los recursos a medida que los vayas necesitando. También destaca por su rapidez, una vez que la línea de descuento esté abierta. Pese a ello, suele demandar un esfuerzo económico elevado cuando se suman los costes de la operación, sus intereses y las respectivas comisiones. Otro inconveniente que debes valorar es el riesgo de sobrefinanciación, pues puede ser difícil ajustar los recursos económicos a tus necesidades específicas de financiación.
La entidad bancaria permite que la empresa disponga de cierta cantidad por encima de su saldo. En práctica, cuando tu cuenta se queda en números rojos, el banco te concede una especie de crédito para que puedas evitar los impagos y sigas trabajando con normalidad.
Este tipo de financiación de circulante es muy conveniente para salir de un apuro puntual rápidamente, pero suele estar sujeta a elevadas comisiones e intereses. La posibilidad de seguir operando, generalmente, se grava con una comisión por descubierto que se aplica al saldo adeudado más alto y, si tardas en volver a tener liquidez, estarás sujeto a intereses de demora y una comisión por reclamación de descubierto.
Es una especie de cesión de crédito comercial, ya que el banco anticipa los recibos de la empresa antes de que esta los cobre, de manera que dispones inmediatamente de liquidez. De hecho, es una solución a la que puedes recurrir para compensar el desajuste temporal que suelen causar los clientes que pagan a plazo.
Con este tipo de financiación del circulante podrás sacar partido a la liquidez de tus activos comerciales, ingresando el dinero que han generado tus operaciones lo antes posible. También podrás reducir el ratio de endeudamiento a nivel contable, pero recuerda que esta opción también implica el pago de intereses y comisiones, que pueden llegar a ser elevadas si algunos recibos quedan desatendidos en el momento del vencimiento.
En este caso, se cede el derecho a cobro de los créditos comerciales de la empresa, de manera que el banco se encarga de gestionar su cobro y te los pagará por anticipado para que tengas liquidez. Como norma, podrás recibir por adelantado entre el 80 y el 95% del importe de las facturas, así como los documentos que hayas cedido a la entidad financiera.
Suele ser una opción interesante para los proveedores de grandes empresas que pagan más tarde o como medio de financiación para los negocios en expansión que quieren seguir creciendo. Esta alternativa permite reducir los riesgos financieros y elimina el trabajo burocrático y de gestión de cobros, ayudándote a incrementar tu solvencia. A pesar de ello, suele tener un interés elevado, normalmente mayor que el descuento comercial convencional, y no es raro que se excluyan ciertas operaciones o clientes, lo cual limita tus posibilidades de hacer negocios.
Descubre más sobre el factoring en nuestro artículo.
La empresa cede al banco la gestión de los pagos a proveedores y éste les da la opción de adelantar el importe antes del vencimiento, previo pago de intereses y comisiones. Por tanto, es una especie de factoring inverso. Con este tipo de financiación de circulante ahorrarás costes administrativos, podrás unificar los pagos, mejorar las previsiones de tesorería y, al mismo tiempo, brindar un servicio de financiación a tus proveedores.
En su caso, es una solución para obtener liquidez inmediata anticipando el cobro de sus facturas, lo cual les proporciona más seguridad y reduce el riesgo de impago. No obstante, a pesar de las ventajas para todas las partes implicadas, el confirming suele implicar el cobro de comisiones que aumentarán tus costes operativos. Además, puede generar cierta dependencia financiera en la empresa y limitar su flexibilidad económica ante situaciones imprevistas, por lo que es importante que te asegures de contar con los recursos suficientes para saldar tus compromisos de pago en las fechas previstas.
Conseguir un aval para obtener financiación de circulante
Si necesitas ampliar tu activo circulante, con el respaldo de un avalista podrás negociar mejores condiciones de financiamiento con la banca o, incluso, acceder a una línea de crédito más amplia. Las sociedades de garantía (SGR) ofrecen diferentes tipos de avales, especialmente pensados para facilitar las distintas operaciones a través de las cuales puedes acceder a la financiación de circulante.
Solo tienes que elegir una SGR de la zona en la que opere tu pyme y enviar la documentación necesaria para realizar el análisis de la operación. Si no tienes claro qué tipo de financiación de circulante necesitas, en la propia SGR podrán brindarte un servicio personalizado de asesoramiento financiero.