Si tienes un negocio, una de tus principales preocupaciones será encontrar nuevos clientes e incrementar las ventas. Sin embargo, si no reparas en tu política de cobros, es probable que se produzca un desfase temporal entre los pagos a los proveedores y los pagos de los clientes. En ese caso, el activo circulante de la empresa no será suficiente para cubrir los pagos. Esta situación es habitual: el 64,1 % de las pymes que necesitaron ayuda financiera el año pasado, la destinaron precisamente a financiar el circulante, según el VII Informe Cesgar.
La financiación de circulante es aquella que consigue la empresa para hacer frente a los pagos a corto plazo. Cuando existe una gestión financiera inadecuada, la empresa puede incurrir en un gasto excesivo que le impide afrontar los pagos, por lo que necesita acceder a una fuente de financiación que le permita cumplir con los compromisos económicos contraídos, ya se trate de los pagos a proveedores o los costes de personal.
La financiación de circulante se utiliza para cubrir diferentes activos a corto plazo, por lo que es importante que elijas la forma de financiación más conveniente para tu pyme. Los principales tipos de financiación de circulante son:
El banco ofrece a la empresa una cantidad fija a devolver, en un plazo de tiempo relativamente corto. Puedes recurrir a este tipo de financiación de circulante para cubrir ciertas compras, anticipos de clientes y pagos de nóminas.
La empresa puede disponer de los fondos que le concede el banco durante un periodo de tiempo determinado, de manera que solo paga intereses por la cantidad que se ha utilizado. Es ideal cuando no conoces el importe exacto a financiar.
El banco concede una línea de descuento cuando la empresa presenta títulos de crédito a descontar, ya sean facturas, letras, pagos domiciliados o pagarés antes de su vencimiento. El banco aplica intereses según el plazo de vencimiento y un recargo de devolución cuando el crédito no es atendido.
El banco permite que la empresa disponga de cierta cantidad por encima de su saldo. Este tipo de financiación de circulante es muy cómodo para salir de un apuro puntual, pero suele estar sujeto a elevadas comisiones e intereses.
El banco anticipa los recibos de la empresa antes de que esta los cobre, de manera que puedes disponer inmediatamente de liquidez, aunque tendrás que pagar los respectivos intereses y comisiones.
En este caso se cede el derecho a cobro de los créditos comerciales de la empresa, de manera que el banco se encarga de gestionar su cobro y te los pagará por anticipado para que tengas liquidez.
La empresa cede al banco la gestión de los pagos a proveedores y este les da la opción de adelantar el importe antes del vencimiento, previo pago de intereses y comisiones. Con este tipo de financiación de circulante ahorras costes administrativos y brindas un servicio de financiación a tus proveedores.
Si necesitas ampliar tu activo circulante, con el respaldo de un avalista podrás negociar mejores condiciones de financiamiento con la banca o incluso acceder a una línea de crédito más amplia. Existen diferentes tipos de avales, especialmente pensados para facilitar las distintas operaciones a través de las cuales puedes acceder a la financiación de circulante.
Solo tienes que elegir una SGR de la zona en la que opere tu pyme y enviar la documentación necesaria para realizar el análisis de la operación. Si no tienes claro qué tipo de financiación de circulante necesitas, en la propia SGR podrán brindarte un servicio personalizado de asesoramiento financiero.