La estabilidad y salud financiera de un negocio depende, en gran medida, de su flujo de caja. Es un indicador fundamental si necesitas atraer inversores o solicitar un préstamo, además de brindarte una imagen clara de tu empresa, ya que te dará vía libre para emprender nuevos proyectos o, al contrario, lanzará la voz de alarma, señalando un retroceso en la liquidez que debes solucionar cuanto antes.
El flujo de caja se refiere a las entradas y salidas de dinero que se producen en un negocio durante un período determinado. Brinda información sobre los recursos que produce la empresa y su capacidad para generar riqueza, además de indicar la acumulación neta de activos líquidos durante la etapa analizada.
Es uno de los factores más importantes en la contabilidad por tres razones fundamentales:
Conocer los diferentes flujos de caja te permitirá tener un mayor control sobre las finanzas de tu empresa, así como planificar mejor la estrategia de crecimiento o decidir si necesitas pedir financiación.
Calcular el flujo de caja no es tan difícil como parece, aunque necesitas tener a mano los ingresos y egresos de tu negocio para realizar un balance entre los cobros y los gastos. Aunque existen diferentes métodos, la fórmula general que puedes aplicar es:
Flujo de Caja = Beneficio Neto + Amortización + Provisiones + Cuentas por Pagar – Cuentas por Cobrar
Por ejemplo:
Ingresos. Si durante el mes de mayo has facturado 12.000€ en ventas, a los que añades 2.000€ en términos de amortizaciones y otros 2.000€ por provisiones, tu beneficio será de 16.000€.
Gastos. Si, durante el mismo mes, tienes que pagar 5.000€ de salario a tus empleados, 500€ de factura de la electricidad, otros 500€ para cubrir los intereses bancarios y 2.000€ a tus proveedores, tendrás unos gastos de 8.000€.
Flujo de caja. En este punto, tendrás que restar los beneficios de los gastos. Por tanto, tienes un flujo de caja positivo de 8.000€, que es muy favorable.
Obviamente, si el resultado es negativo, se convierte en una señal de alarma que te indica que debes reducir los gastos o aplicar cambios en tu modelo de negocio para recuperar la solvencia.
Para tener bajo control el flujo de caja, lo ideal es que tus clientes paguen a tiempo y que renegocies tus créditos con condiciones más favorables. También debes conocer tus costes fijos y asegurarte de tener un colchón para cubrir los imprevistos. Recuerda que una mala gestión del flujo de caja puede afectar a la viabilidad de los negocios, sobre todo cuando son pequeños.