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Emprendimiento y empresas jóvenes

La creación de nuevas empresas es un dato positivo a nivel económico y social ya que no solo genera más puestos de trabajo, sino que contribuye a dinamizar el mercado, incorporando nuevas ideas que estimulan la evolución del sector para adaptarse mejor a las necesidades de los consumidores. Aun así, muchas empresas jóvenes se ven obligadas a operar en un entorno complejo y adverso que puede poner en riesgo su proyecto de negocio.
El estado del emprendimiento en España
En España, el nivel de emprendimiento medio se sitúa en el 5,5 %, de manera que 5,5 personas han emprendido un negocio por cada 100 personas ocupadas, según reveló el I Informe sobre emprendimiento y empresas jóvenes que crean empleo, elaborado por Cesgar Esto significa que las empresas jóvenes están desempeñando un papel cada vez más protagonista en el tejido empresarial español.
En la actualidad, las empresas jóvenes que crean empleo representan aproximadamente un 12,7 % del total del tejido productivo empresarial, aunque existen diferencias significativas por comunidades autónomas. Canarias, Madrid y Andalucía son aquellas en las que tienen mayor peso, representando porcentajes superiores al 14 %. En el extremo opuesto se encuentran Asturias, País Vasco, Castilla y León y Navarra, comunidades en las que este tipo de empresas no representan siquiera el 10% del tejido productivo, por lo que tienen un peso menor.
Los sectores en los que más se ha emprendido en los últimos cinco años son: Comercio y servicios personales, Servicios a las empresas, Construcción y Hostelería y restauración, precisamente aquellos que tienen un mayor peso y tamaño en la economía española. No obstante, sectores como la Educación, Actividades artísticas y recreativas y Telecomunicaciones y Sociedad de la Información han registrado el mayor nivel de dinamismo emprendedor (explicar cómo se obtiene este índice de dinamismo emprendedor).
Los 3 retos principales a los que se enfrentan las empresas jóvenes
A pesar de que las empresas jóvenes crean empleo y contribuyen a renovar el tejido productivo, tienen que enfrentarse a numerosos retos durante sus primeros años de vida:
Acceso a la financiación
Aunque algunas pymes han desarrollado modelos de negocio más flexibles y acceden a fuentes de financiación menos convencionales, siguen estando en desventaja en comparación con las grandes empresas o aquellas consolidadas. Es habitual que encuentren mayores obstáculos en el acceso a la financiación, generalmente debido a su reducido tamaño, la falta de experiencia y de conocimientos financieros y su escasa capacidad negociadora. Obtener financiación a largo plazo es aún más complicado, lo cual puede terminar poniendo en riesgo la viabilidad del proyecto de negocio o limitar su crecimiento.
Atraer y retener el talento
El talento es la base de toda empresa. Con un equipo de trabajo capacitado y comprometido es más fácil enfrentar los diferentes retos, de manera que el negocio pueda crecer a buen ritmo. Sin embargo, la mayoría de las empresas jóvenes tienen problemas para profesionalizar su gestión. Dado que cuentan con recursos económicos limitados, les resulta difícil atraer y retener al talento. Como resultado, al no contar con los profesionales cualificados que necesitan, tendrán más dificultades para competir en el mercado y su capacidad para innovar se reducirá considerablemente.
Posicionar la marca
En un mundo cada vez más saturado y competitivo, la marca se convierte en uno de los activos más importantes para una empresa. Una estrategia de branding exitosa no solo permite diferenciar los productos o servicios, sino que también les confiere relevancia, lo cual se traducirá en más ventas. Las empresas jóvenes suelen tener dificultades para hacer branding, ya que a menudo no cuentan con los recursos necesarios para crear una marca, trabajar su imagen corporativa y transmitir una propuesta de valor bien definida que les permita diferenciarse de la competencia. Eso limita las posibilidades de ampliar la base de clientes y acceder a nuevos mercados, dos condiciones esenciales para el crecimiento empresarial.

“Una gran visión sin grandes personas es irrelevante”, afirmó el consultor de negocios Jim Collins. Ya seas autónomo o tengas una pyme, necesitas rodearte de personas capaces y talentosas que te ayuden a llevar adelante tu negocio. Desarrollar el employer branding (marca empleadora) es la mejor estrategia para atraer y retener a ese talento.
¿Qué es el employer branding?
El employer branding es la imagen que la empresa proyecta de cara a los empleados, tanto aquellos que se encuentran en plantilla como los que desea contratar. Cuando esa imagen es positiva, el negocio no solo será capaz de atraer talento, sino que estará en mejor posición para conservarlo, ya que habrá creado unas condiciones laborales en las que es deseable trabajar. A la larga, una buena marca empleadora permitirá a la empresa ser más competitiva en el sector donde opera.
¿Cómo funciona el employer branding?
El employer branding es una filosofía de trabajo que se desarrolla dentro de la organización, pero cuya onda expansiva llega al exterior. Cuando el autónomo o la pyme crea un ambiente laboral en el que da gusto trabajar, esa imagen se proyecta hacia fuera, mejorando la percepción del negocio.
Por esa razón, el employer branding opera en dos niveles:
Nivel interno. El employer branding aplicado en este nivel aumenta la motivación y satisfacción laboral de los empleados, fortaleciendo su compromiso con la organización y facilitando su retención.
Nivel externo. El employer branding, al crear las condiciones ideales para que los empleados puedan crecer profesionalmente, también es eficaz para atraer nuevo talento, ya se trate de jóvenes recién graduados o profesionales con experiencia.
Las ventajas del employer branding para pymes y autónomos
El 55 % de los profesionales españoles consideran que la conciliación es un factor relevante a la hora de elegir la empresa donde trabajar y el 43 % valoran la flexibilidad horaria por encima de factores como la salud financiera de la organización, según reveló un informe de Randstad. Eso significa que cada vez hay más trabajadores que tienen en cuenta otros elementos más allá del salario, como la posibilidad de desarrollarse profesionalmente o sentirse a gusto en el ambiente de trabajo. En este escenario, el employer branding se convierte en una pieza clave para cualquier negocio, ya sea una pyme o un autónomo.
Diferenciación frente a la competencia. En un mercado cada vez más saturado, donde muchas empresas intentan atraer talento publicitándose como “líderes en el sector” y ofreciendo “salarios competitivos”, el employer branding te permitirá ir un paso más allá, de manera que puedas diferenciar tu marca empleadora y fortalezcas tu reputación.
Aumenta el compromiso de los empleados. Cuando tus empleados no solo tienen buenas condiciones económicas, sino que también pueden trabajar en un clima agradable y cuentan con otros beneficios, como un horario flexible o la posibilidad de emprender nuevos proyectos dentro del propio negocio, su motivación aumentará. El employer branding también fomenta la confianza en la empresa y en los proyectos que se llevan a cabo, de manera que los empleados se sentirán más comprometidos con su trabajo y darán lo mejor de sí.
Atrae talento. Una buena marca empleadora atrae a profesionales talentosos dispuestos a trabajar en la empresa, los cuales contribuirán al desarrollo del negocio proponiendo nuevas ideas y soluciones creativas que permitan optimizar los servicios o el proceso de producción.
Disminuye la rotación de personal. Cuando los trabajadores se sienten satisfechos en su puesto de trabajo, es menos probable que lo dejen para irse a otra empresa. Por eso, el employer branding disminuye la rotación de personal y todos los gastos que ello conlleva.
A la larga, todos los beneficios del employer branding refuerzan la reputación de la marca, mejoran los resultados empresariales y favorecen el crecimiento del negocio.

La gestión de pagos y cobros es una actividad esencial en la pyme, puesto que permite disponer de un buen flujo de caja que garantice el correcto funcionamiento del negocio. La gestión de cobros se refiere a la planificación y control de los pagos que el negocio tiene pendientes por parte de los clientes, mientras que la gestión de pagos implica recibir las facturas de los proveedores y asegurarse de pagarlas en tiempo y forma.
¿Por qué es tan importante la gestión de pagos y cobros?
Proyecta una imagen profesional. Estar al día con los pagos proyecta una imagen profesional que brinda mayor confianza a los proveedores y acreedores, de manera que en un futuro te resultará más fácil negociar un aplazamiento de los pagos.
Garantiza los fondos para que el negocio funcione. Una gestión de cobros correcta garantiza que el negocio tenga la liquidez necesaria para hacer frente a sus diferentes obligaciones, desde el pago a los proveedores hasta la nómina de los empleados.
Reduce costos. Cuanto más tarden en pagar tus clientes, más tardarás en pagar a tus proveedores, pero solicitar un aplazamiento de los pagos a menudo conlleva sobrecostes e implica no poder acceder a descuentos y promociones que abaratarían el importe total. Una gestión de pagos y cobros eficiente evita esos problemas.
Facilita una gestión más eficaz del negocio. Llevar un buen control de los cobros y pagos permitirá que la pyme mantenga un flujo de caja adecuado, de manera que podrá planificar mejor sus necesidades financieras a medio plazo, evitando problemas y buscando soluciones más ventajosas.
Ventaja competitiva. Poder pagar rápidamente a los proveedores, así como no tener que recurrir a fuentes de financiación externas, le brindará a tu negocio una ventaja respecto a otras empresas del sector, lo cual te permitirá ajustar los precios.
Cinco estrategias para gestionar mejor los cobros y pagos en un negocio
El crédito comercial, que implica el aplazamiento del pago a los proveedores, es el instrumento financiero más usado por las pymes. El 37,6 % de ellas recurrieron a esta alternativa en 2018, según el último Informe sobre Financiación de la Pyme, realizado por CESGAR. Aunque para tu negocio sea interesante aplazar el pago a los proveedores, también es probable que tengas que recurrir a la venta a crédito, lo cual implica exponerte a un riesgo de impago o descubiertos que generen problemas de liquidez por retrasos en los pagos. Para evitar estos problemas debes:
- Realizar un estudio de solvencia de los clientes. Antes de cerrar cualquier venta, es conveniente que analices la solvencia de tus clientes potenciales para reducir el riesgo de impagos o pagos atrasados. Los informes comerciales, registros públicos y registros de morosos te permitirán formarte una idea del músculo económico de otras pymes.
- Establecer un sistema de incentivo por pronto pago y penalizaciones por retrasos. Para animar a tus clientes a pagar rápido, puedes realizar un descuento en las facturas y aplicar recargos por los retrasos en el pago de las mismas.
- Determinar un calendario de pagos. Si tienes un negocio pequeño, fijar un día al mes para realizar todos los pagos te facilitará esta tarea, dando a la vez confianza a los proveedores, pues sabrán exactamente cuándo cobrarán.
- Utilizar un software de gestión. Para facilitar la gestión de pagos y cobros, lo más conveniente es recurrir a un software que te permita automatizar todas esas operaciones. Esta tecnología suele tener un sistema de alertas que te avisará de cuándo debes realizar y recibir los pagos, además de indicarte los descubiertos y los gastos que han pasado a tu cuenta. Los programas más completos también permiten llevar el pago de nóminas, liquidaciones de impuestos, préstamos o pagos a la Seguridad Social. Así podrás tener una imagen global del estado de la Tesorería de tu negocio.
- Crear un fondo de emergencias. El informe de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad indicó que el sector público tarda 68 días en pagar y el privado 81, plazos muy alejados de lo que establece la ley. Eso significa que es mejor prevenir y contar con un fondo de emergencias para hacer frente a posibles retrasos en los pagos. Así podrás seguir trabajando con normalidad, sin tener que recurrir a préstamos o incurrir en impagos.

A lo largo de su vida la mayoría de las pymes necesitan recurrir a la inversión externa, ya sea para poner en marcha el negocio, hacerlo crecer o financiar el circulante. Elegir la modalidad de financiación correcta puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso de un negocio.
El crédito comercial es el instrumento financiero más utilizado por las pymes españolas, seguido por las líneas de crédito y el préstamo bancario, opciones a las que recurren el 28,2 y 20,6 % de las empresas, según el informe sobre la financiación de la pyme de 2018. Conocer las diferencias entre crédito y préstamo te permitirá elegir el instrumento más adecuado para tu modelo de negocio.
¿Qué es un crédito?
El crédito o línea de crédito es un contrato entre una entidad crediticia y la empresa, mediante el cual se cede cierta cantidad de dinero durante un periodo de tiempo establecido. La entidad crediticia, que suele ser un banco, pone a disposición de la empresa cierta suma, de manera que esta decide cuánto necesita y en qué momento, teniendo flexibilidad a la hora de devolver las cantidades utilizadas, las cuales vuelven a estar disponibles hasta que termine el periodo del crédito.
¿Qué es un préstamo?
Un préstamo es una operación financiera en la que una entidad, generalmente un banco, concede una cantidad de dinero fija a la empresa, que esta debe devolver dentro de un límite de tiempo determinado. La empresa firma un contrato en el que se indican los intereses que debe pagar y los detalles para la devolución de las cuotas, que suelen tener un carácter regular, ya sea mensual, trimestral, semestral o anual.
Principales diferencias entre crédito y préstamo
Grado de flexibilidad. El crédito es un instrumento financiero más flexible que el préstamo, ya que la pyme podrá disponer del dinero cuando lo necesite, dentro del periodo de tiempo establecido en el contrato. Las condiciones de devolución también suelen ser más cómodas, no son tan rígidas como las cuotas y plazos que imponen los préstamos.
Pago de intereses. Como regla general, las líneas de crédito suelen tener intereses más altos que los préstamos, pero debes tener en cuenta que solo pagarás por la cantidad que uses efectivamente, no por la totalidad del dinero, si bien en algunos casos se puede cobrar una pequeña comisión sobre el saldo que no se ha utilizado. En el caso de los préstamos, los intereses se aplican desde el primer momento sobre la totalidad de la suma recibida.
Posibilidad de realizar aplazamientos. Otra diferencia entre crédito y préstamo se refiere a los aplazamientos. Si has pedido un préstamo, cuando hayas amortizado todo el capital a través del pago de las cuotas, se dará por concluida la operación, sin posibilidad de acceder a más dinero, a menos que pidas otro préstamo. De hecho, solicitar el aplazamiento de un préstamo suele implicar renegociar las condiciones originales del contrato, de manera que es probable que termines pagando intereses más altos. Si has solicitado una línea de crédito, es más probable que puedas renovarla cada año o que la puedas ampliar.
Finalidad. El destino del capital suele ser otra diferencia entre crédito y préstamo. Las líneas de crédito se suelen usar como un colchón financiero, al cual recurrir cuando afrontes una falta de liquidez debido al retraso de pagos de los clientes, para financiar el circulante. Los préstamos, al contrario, se suelen utilizar para financiar actividades de mayor envergadura, como una ampliación del almacén o un proceso de internacionalización.
Necesidad de garantías. Dado que los préstamos se usan para cubrir necesidades mayores de las pymes y autónomos, suele tratarse de cantidades más elevadas que las que otorgan los créditos, por lo que también es más probable que las entidades bancarias soliciten garantías y avales que reduzcan el riesgo de la operación. Considera que aportar esa documentación también suele representar un coste adicional que correrá a cargo de la empresa.

El balance general que se realiza a fin de año en las empresas es de suma importancia, ya que no solo permite conocer el funcionamiento del negocio a lo largo de ese periodo de tiempo, sino que también facilita la toma de medidas correctivas de cara al futuro. El ratio de endeudamiento es un indicador esencial de ese análisis ya que permite estimar la viabilidad de la pyme.
¿Por qué es tan importante analizar el endeudamiento de una empresa?
El nivel de endeudamiento de una empresa es uno de los indicadores más importantes para valorar su salud financiera. Los emprendedores son conscientes de ello, por lo que no es casual que la deuda empresarial en España se sitúe en mínimos de 15 años, encadenando varios trimestres de contracciones desde 2010, según reveló un informe de Bankia.
El ratio de endeudamiento expresa la proporción entre los recursos propios de la empresa y la financiación externa con la que cuenta. Este indicador refleja si el total de las deudas contraídas es adecuado en relación con los fondos propios que posee el negocio, además de brindar una imagen sobre el nivel de dependencia de la empresa de terceros en términos de financiación.
El ratio de endeudamiento también sirve para evaluar el riesgo financiero, teniendo en cuenta el volumen de recursos externos a los que recurre la empresa para realizar sus funciones. Como regla general, cuanto mayor sea el ratio de endeudamiento, mayor es el riesgo de que la empresa no pueda cumplir con sus obligaciones económicas. Si ese indicador refleja un desequilibrio entre la deuda y el patrimonio, es probable que antes o después la empresa tenga un problema de solvencia.
¿Cómo se calcula el ratio de endeudamiento?
La medida del endeudamiento de una pyme se calcula aplicando la siguiente fórmula:
Ratio de endeudamiento = (Pasivo (deuda total) / Patrimonio Neto)
Dentro del patrimonio neto o fondos propios se incluye el capital social, las reservas, subvenciones y donaciones, así como las ganancias de ejercicios anteriores, descontando cualquier tipo de pérdida patrimonial.
Dentro del pasivo exigible se incluyen todas las deudas y obligaciones con terceros a corto y largo plazo, ya se trate de préstamos o créditos con entidades bancarias, deudas con proveedores derivadas de la actividad comercial o con cualquier otro tipo de acreedor.
El resultado de esa ecuación indica cuántos euros de financiación externa tiene la pyme respecto a cada euro propio. Un ratio de 0,7, por ejemplo, significa que hay 0,7 euros de capital ajeno por cada uno propio.
¿Cuál es el ratio de endeudamiento óptimo?
Como regla general, el valor óptimo del ratio de endeudamiento oscila entre 0,4 y 0,6. Por encima de ese nivel, la solvencia de la empresa puede verse comprometida, aunque ello depende de las circunstancias particulares de la pyme y el sector donde opera. Las empresas industriales y de la construcción, por ejemplo, suelen necesitar inversiones externas más elevadas, por lo que, si la deuda se planifica bien, un ratio de endeudamiento elevado no debería representar un problema.
De hecho, un ratio de endeudamiento demasiado bajo, inferior a 0,4, podría indicar que la empresa no está aprovechando el margen financiero del que dispone para crecer y ganar en capacidad operativa. Por otra parte, hay que tener en cuenta que todas las deudas no son iguales. Las deudas a corto plazo del crédito comercial, es decir, los aplazamientos en el pago de las facturas a los proveedores, pueden ser una estrategia interesante para impulsar el crecimiento empresarial.
Eso significa que, para analizar el endeudamiento de una pyme, hay que tener en cuenta los estándares del sector donde opera y valorar si la rentabilidad que obtiene, gracias a esa deuda, está por encima o por debajo del coste que supone.

La Navidad es el momento perfecto para reforzar tu estrategia de fidelización y mantener tu marca activa en la mente de los clientes, así como para estrechar los lazos con los empleados que han trabajado a tu lado durante todo el año y con tus proveedores de confianza. Por supuesto, la cena de Navidad, las cestas y los regalos representan un coste adicional para tu negocio, por lo que si eres autónomo es probable que te preguntes si puedes deducir esos gastos.
¿Puedes deducir los gastos de las cestas de Navidad?
Como autónomo, puedes deducir todos aquellos gastos en los que incurras para la realización de tu actividad profesional, siempre que puedas justificarlos y cuentes con la factura o justificante de compra. Los gastos de Navidad no son una excepción, pero existen algunos detalles importantes recogidos en la Ley del Impuesto sobre Sociedades que debes tener en cuenta.
Las cestas de Navidad, por ejemplo, uno de los regalos más comunes en estas fechas, se pueden deducir, pero siempre y cuando formen parte de los usos y costumbres de tu negocio. Eso significa que, para que la Agencia Tributaria considere que tienes derecho a deducir el gasto que representan, debe ser un hábito repetido a lo largo del tiempo.
Por tanto, si nunca has regalado cestas de Navidad o lo has hecho de manera ocasional, no podrás deducir esos gastos. Para poder deducir su importe, tendrás que justificar su naturaleza y sistematicidad. Por consiguiente, el primer año no las podrás deducir, pero si guardas los comprobantes, durante los años sucesivos podrás deducir ese gasto pues se considera que se trata de una costumbre.
¿Puedes deducir los regalos a clientes?
Las cestas de Navidad que regales a clientes, colaboradores o proveedores se consideran gastos de relaciones públicas, por lo que son deducibles bajo este concepto, pero debes cumplir ciertos requisitos. En primer lugar, es importante que la factura refleje que se trata de un obsequio personalizado y que los regalos lleven tu logo.
También puedes regalar muestras de productos, pero en ese caso los obsequios deben carecer de valor intrínseco, por lo que deben llevar grabado de manera indeleble la publicidad de tu marca o indicar que se trata de una “muestra comercial” o que está “prohibida su venta”.
En cualquier caso, este tipo de gastos no puede sobrepasar cierto importe. La ley es muy clara: “los gastos por atenciones a clientes o proveedores serán deducibles con el límite del 1 % del importe neto de la cifra de negocios del período impositivo”. En el caso de las muestras gratuitas de productos, estos no deben superar los 200 euros de importe al año.
¿Puedes deducir el IVA de los gastos de Navidad?
Todo lo relacionado con la aplicación y declaración del IVA está regulado por la Ley del Impuesto sobre el Valor Añadido. En el artículo 7, esta indica que “no estarán sujetas al impuesto las entregas gratuitas de muestras de mercancías sin valor comercial estimable, con fines de promoción de las actividades empresariales o profesionales”.
Si adquieres regalos o cestas de Navidad para tu personal, clientes y/o proveedores, no tendrás que repercutir IVA por la entrega, pero las cuotas soportadas en la adquisición no serán deducibles. No obstante, si los regalos consisten en productos que comercializas habitualmente, tendrás que repercutir el IVA, pero las cuotas soportadas son deducibles. En el caso específico de la cena de Navidad, el IVA soportado no es deducible.
Por último, no olvides que para deducir los gastos de Navidad, estos deben estar debidamente inscritos en tus libros de contabilidad y debes guardar la justificación documental pertinente para presentarla si Hacienda la solicita en el momento de calcular el IRPF.

Toda empresa necesita financiación, sobre todo durante sus primeras etapas, ya sea para adquirir el equipamiento necesario, adaptar el local a la actividad que se va a desarrollar o asumir los costes de personal. La clave del éxito radica en encontrar las fuentes de financiación adecuadas al tipo de proyecto empresarial y contar con una estrategia de negocio que permita invertir inteligentemente para obtener la mayor rentabilidad posible.
3 pasos para financiar una empresa de cero
Calcula el importe que necesitas para poner en marcha la actividad
Todas las empresas no necesitan el mismo capital inicial para desarrollar su actividad. Si no calculas correctamente el importe y solicitas un crédito menor, la actividad puede terminar siendo inviable, pero si te endeudas demasiado terminarás asumiendo unos sobrecostes innecesarios que también pueden poner tu negocio contra las cuerdas.
Por eso debes estimar los costes en los que incurrirás para brindar el servicio o fabricar el producto y tener claro cuáles serán tus fuentes de ingresos y ganancias aproximadas. No olvides tener en cuenta los costes de personal, que pueden llegar a ser muy elevados, así como el presupuesto de marketing, esencial para promocionar tu marca y ganar cuota de mercado. Calcula los gastos en los que incurrirás al menos durante 2 años, el momento en que muchas empresas comienzan a ser rentables, y considera posibles imprevistos.
Trabaja hasta alcanzar los primeros resultados
Para tener acceso al crédito bancario o atraer a inversores, no solo es importante contar con un buen plan de negocios, que será la carta de presentación de tu actividad, sino también presentar los primeros resultados que demuestren que tu idea ya está funcionando y es viable.
Contar con un producto mínimo viable, por ejemplo, te facilitará el acceso a la financiación, ya que, aunque no se trate de la propuesta final, te permitirá poner a prueba tu idea con los clientes potenciales, brindándote información relevante para mejorar tu producto o servicio, así como minimizar el riesgo financiero que representa tu empresa de cara a una posible inversión o préstamo.
Durante esa primera fase del negocio lo habitual es recurrir a los ahorros y la ayuda de amigos y familiares, quienes pueden participar en el capital de la empresa o facilitarte un préstamo con un interés más bajo, por lo que tendrás que reducir los costes al mínimo.
Analiza las diferentes fuentes de financiación y elige la más conveniente
Elegir las fuentes de financiación adecuadas es fundamental para el éxito de tu empresa. Valora la relación entre el coste de la financiación y el rendimiento del negocio, pues si el coste es muy elevado, tu proyecto no será viable a largo plazo.
Para financiar tu empresa, puedes elegir entre tres grandes alternativas de financiación: deuda, capital y subvenciones. Si quieres priorizar la solvencia, lo mejor es buscar socios que financien el negocio, como los fondos de capital de riesgo, incubadoras y business angels. Con estas alternativas, tu empresa no arrastrará el peso de una deuda, pero ten en cuenta que tus beneficios se diluirán e incluso existe la posibilidad de que pierdas el control del negocio.
Si quieres mantener el control de la empresa y la rentabilidad, puedes pedir un crédito. Lo más habitual es recurrir a las entidades bancarias, que te pueden exigir para conseguir la financiación presentar un aval. Otra opción consiste en apostar por las subvenciones públicas, como las líneas ICO, aprovechar los incentivos fiscales a nivel autonómico, nacional o europeo, y/o buscar financiación para los proyectos I+D.
Dependiendo del perfil del negocio, puede valer la pena explorar vías alternativas como el crowdfunding, a través del cual muchos inversores pequeños realizan aportaciones a cambio de acciones de la empresa o de recibir el producto, en cuyo caso sería una especie de preventa.
Por último, pero no menos importante, una vez que has encontrado la financiación debes gestionarla adecuadamente realizando inversiones inteligentes y asegurándote de contar con un plan que prevea una línea de gastos razonable.

Todas las empresas necesitan recursos económicos para financiar su actividad, pero cuando no cuentan con recursos propios suficientes deben recurrir a otras vías de financiación. Los préstamos bancarios han sido la alternativa más habitual para las pymes, pero en los últimos tiempos han cobrado protagonismo otras alternativas, como la deuda privada.
Las cifras no dejan lugar a dudas. En poco más de una década la financiación no bancaria en Europa, entre la que se encuentra la deuda privada, ha pasado de representar un 37 % de la financiación total a superar el 50 %, según reveló el Anuario sobre Renta Fija y Financiación Alternativa.
¿Qué es la deuda privada y cuáles son sus objetivos?
La deuda privada es una forma de financiación complementaria a los canales convencionales para las pequeñas y medianas empresas, que consiste en la emisión de activos de deuda por parte de empresas privadas.
El mecanismo funciona de manera parecida a la emisión de deuda pública, pero los activos de deuda se emiten de manera privada, no se negocian en el mercado público sino en un mercado privado secundario. Los fondos suelen provenir de gestoras privadas, que ofrecen préstamos a largo plazo con condiciones flexibles.
Esta alternativa no se utiliza para salir de apuros financieros o para cubrir la necesidad de circulante. La empresa debe demostrar que está creciendo. De hecho, se recomienda que el nivel de apalancamiento no supere cinco veces el EBITDA, el beneficio bruto de explotación antes de deducir los gastos financieros.
La deuda privada se suele usar para financiar grandes proyectos en las pymes, ya sea para ampliar el volumen de negocio, realizar adquisiciones, cubrir determinados cambios accionariales o desarrollar los planes de expansión internacional.
¿Qué tipos de deuda privada existen?
Existen diferentes tipos de deuda privada. Los préstamos senior y junior son los más habituales, aunque estos también se presentan bajo diferentes fórmulas pues una de sus principales características es, precisamente, un elevado nivel de personalización para ajustarse a las necesidades de financiación de la empresa.
Deuda senior.
Se trata de préstamos que generalmente se conceden a empresas que cuentan con una calificación crediticia otorgada por agencias de calificación externas como Estandar & Poor’s, Moody’s y, recientemente en el panorama español, Inbonis Rating. Suelen ser préstamos que pagan un tipo de interés menor, ya que la exposición al riesgo es reducida. De hecho, suele ser una deuda asegurada, con una doble garantía, respaldada por los activos de la empresa y con un derecho preferente del prestamista sobre el resto de los acreedores, en caso de que el negocio quiebre.
Deuda junior.
Este tipo de deuda privada, también denominada no garantizada o mezzanine, no está vinculada a ningún activo. Normalmente recurren a ella aquellas empresas que no cuentan con calificación crediticia o ésta es mala, o que por su nivel de endeudamiento o planes de negocio no pueden financiarse recurriendo a préstamos bancarios o bonos senior. Como el riesgo que representa esta operación es mayor y tiene una prioridad de reembolso menor que la deuda senior, sus intereses son más elevados. También suelen tener plazos de amortización más largos o incluso no tienen plazo de vencimiento, en cuyo caso se denominan bonos subordinados especiales.
En resumen, la deuda privada puede ser una buena alternativa de financiación a largo plazo para aquellas pymes que tengan un buen volumen de negocio y posean planes de expansión. No solo permite evitar depender en exceso del crédito bancario, sino que suele ofrecer condiciones más flexibles, la posibilidad de realizar un mayor apalancamiento y apostar por plazos de amortización más largos o incluso devolver el capital al final del vencimiento.
¿Cuáles son las nuevas medidas de la ATA?

El colectivo formado por los trabajadores autónomos no está pasando por su mejor momento. La Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos alertó de que este año se han producido más bajas que altas, en comparación con el mismo periodo de 2018, lo cual puede ser un signo de que existe una “burbuja del emprendimiento” a punto de explotar.
Desde la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) han apuntado a la parálisis que atraviesa España y todas las reformas estructurales que se han quedado en suspenso, reclamando al Gobierno en funciones y a los diferentes grupos parlamentarios la aprobación de una serie de medidas que impulsen y faciliten el trabajo autónomo.
Las principales medidas que propone la ATA
Eximir de la cotización a los trabajadores autónomos cuyos ingresos no superen la mitad del salario mínimo interprofesional anual. Para ello, tendrán que demostrar que no han realizado una actividad continua durante 2 meses o discontinua durante 4 meses en un periodo de un año.
Tarifa plana de 60 euros para aquellos autónomos cuyos ingresos no superen el salario mínimo interprofesional, aplicable durante 2 años que pueden ser prorrogables.
Tarifa plana de 30 euros para estudiantes menores de 25 años que estén cursando estudios universitarios, superiores reglados o FP, aplicable durante todo el periodo formativo.
Tarifa plana de 30 euros durante 24 meses para las mujeres que emprendan en el ámbito rural (poblaciones de menos de 5.000 habitantes), ya inicien una nueva actividad o se encarguen de la sucesión de una empresa.
Ampliar de 12 a 24 meses la tarifa plana de 60 euros para las autónomas que se reincorporen a la actividad después de la maternidad. Las mujeres que hayan interrumpido su actividad por la maternidad podrán acogerse a la tarifa plana dentro de los dos años siguientes a partir de la fecha en que se reincorporan a la actividad.
Tarifa plana de 60 euros durante el primer año para los autónomos que contraten a su primer trabajador de manera indefinida, siempre que no hayan tenido trabajadores durante los últimos 12 meses.
Posibilidad de deducir las cuotas de los autónomos societarios en el Impuesto de Sociedades, siempre que exista proporcionalidad entre la base de cotización y los rendimientos que declara la sociedad.
Brindar un subsidio de 426 euros durante 6 meses a los autónomos que hayan agotado la prestación por cese de actividad.
Los nuevos autónomos cuya facturación no supere los 30 000 euros anuales, quedarán exentos de tributar en concepto de IVA durante los 24 primeros meses de actividad por el importe que resulta de la diferencia entre el IVA soportado y el repercutido.
Garantizar los aplazamientos de IVA a los autónomos, de manera que disminuya la presión fiscal y se facilite el pago.
Ampliar la jubilación activa al 100% a todos los autónomos sin que sea necesario contratar a un trabajador. Así se brinda la posibilidad de compatibilizar pensión de jubilación con una actividad laboral.
Calcular la pensión sobre toda la vida laboral, teniendo en cuenta el 75 % de los mejores años y el 25 % de los peores.
Establecer una retribución mínima del Trabajador autónomo dependiente (TRADE) de 1 050 euros mensuales para evitar posibles abusos. Además, el TRADE, no su cliente, es quien debe comunicar y registrarse a través del Sistema RED, indicando los datos del cliente o clientes, que supongan al menos el 75 % de su facturación.
Posibilidad de deducir en el IRPF el 100% del gasto del vehículo eléctrico y la totalidad del IVA en su adquisición, tanto si se trata de un vehículo profesional como de aquellos que sean necesarios para el desarrollo de la actividad del autónomo.
Con estas y otras medidas la ATA pretende fomentar la contratación por parte de los autónomos, brindarles una mayor protección social, combatir la figura del falso autónomo, reducir las trabas y cargas administrativas y disminuir la presión fiscal.
¿Qué errores debes evitar al financiar tu pyme?

Muchas pymes necesitan financiación en algún momento a lo largo de su vida, ya sea al inicio de la actividad o más adelante, para superar un bache financiero o ampliar sus operaciones. Existen diferentes opciones de financiación, pero todas no son igualmente válidas o ventajosas. Elegir la financiación inadecuada puede llegar a ser un error costoso que termine poniendo en riesgo la supervivencia del negocio.
Las cinco equivocaciones más comunes al buscar financiación
1. Elegir el instrumento de financiación inadecuado
Un error común a la hora de financiar una pyme consiste en elegir modalidades de financiación que no se ajustan a las necesidades del negocio. Pedir un crédito a corto plazo para cubrir necesidades a largo plazo, como puede ser el proceso de internacionalización de tu pyme, hará que tengas que amortizar el préstamo antes de que la inversión comience a dar sus frutos, lo cual pondrá en una situación muy delicada las finanzas de la empresa.
2. Realizar un apalancamiento excesivo
Solicitar una financiación excesiva, más allá de las posibilidades de la pyme, es un error que suele pagarse caro. Como regla general, el nivel de endeudamiento no debe superar 3 veces el EBITDA, el beneficio bruto de explotación antes de deducir los gastos financieros. Si la empresa está creciendo y vas a destinar esa financiación a impulsar la expansión de tu pyme o proyectos de gran envergadura, la deuda puede ser mayor, pero aun así no debe superar 5 veces el EBITDA.
3. Apostar por la concentración bancaria
Un error habitual a la hora de financiar la pyme consiste en concentrar toda la deuda en una sola entidad bancaria, generalmente porque es aquella con la que se trabaja. El problema es que, si el banco reduce sus niveles de riesgo, es probable que tengas dificultades para refinanciar la deuda porque aumentarán las tasas de interés.
De la misma forma en que adoptas estrategias para diversificar tus clientes y proveedores para reducir tu nivel de exposición al riesgo, también debes diversificar las entidades bancarias con las que trabajas. Lo ideal es que cuentes con fuentes de financiación alternativas a la banca, como el crowdlending, la deuda privada o la financiación pública.
4. No buscar alternativas a la financiación
En 2018, el 28,2 % de las pymes españolas recurrieron a una línea de crédito y el 20,6 % a un préstamo bancario para satisfacer sus necesidades de financiación, según el VIII Informe sobre Financiación de la Pyme, realizado por Cesgar. Más allá del crédito bancario, que a menudo aplica unas tasas de interés elevadas y demanda plazos de amortización demasiado cortos, existen otras formas de financiación para pymes que pueden ayudarlas a conseguir la financiación necesaria .
Antes de pedir un crédito, es importante valorar las diferentes opciones y elegir la que mejor satisfaga las necesidades de la pyme. El leasing y el renting, por ejemplo, son dos opciones que están creciendo en popularidad entre las pymes, ya que son alternativas excelentes para utilizar determinados bienes o inmuebles sin necesidad de comprarlos. Además, al no considerarse crédito bancario, no afectan a la capacidad crediticia de tu pyme.
5. Descuidar los plazos de amortización
Antes de firmar un crédito, es importante que te asegures de que podrás cumplir con los plazos de amortización previstos. Un error común de los emprendedores consiste en ser demasiado optimistas y pensar que podrán saldar la deuda rápidamente. Para evitar esta situación es importante que estimes cuánto tiempo necesitarás para recuperar la inversión y luego añadas, al menos, seis meses más para estar seguro de que podrás cumplir con los plazos. Ten en cuenta que incumplir los plazos no solo afectará al historial crediticio de tu pyme, dificultándole el acceso futuro a otros créditos, sino que también aumentará los intereses a pagar.