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Todas las empresas con sede fiscal en España están obligadas a pagar el Impuesto de Sociedades, cuya recaudación se destina fundamentalmente a sostener el Estado de bienestar. En 2023, por ejemplo, la recaudación de esta tasa supuso 35.060 millones de euros para las arcas públicas, un aumento del 9% en comparación con el año anterior, debido al incremento de los beneficios empresariales y a la subida del tipo efectivo sobre la base imponible del 0,8% en 2022, según datos de la Agencia Tributaria.
Los tipos impositivos que se aplican a las sociedades y las deducciones a las que tienen derecho se regulan mediante diferentes normativas publicadas en el BOE, por lo que las empresas deben mantenerse atentas a los cambios para incorporarlos en su contabilidad y a la hora de presentar sus balances.
¿Qué es el Impuesto de Sociedades?
El Impuesto sobre Sociedades grava las ganancias que obtienen las empresas y entidades jurídicas cuyo domicilio fiscal se encuentre en el territorio español. Este impuesto, que se paga de manera anual, se estructura alrededor de la contabilidad de la organización y se calcula teniendo en cuenta los resultados obtenidos, según la base imponible.
Tiene un carácter personalizado, puesto que la cantidad a pagar depende de las circunstancias específicas de cada empresa y se aplica al ejercicio económico previo de la sociedad, sin sobrepasar los 12 meses.
La necesidad de cambiar los tipos impositivos
En 2017, las grandes compañías tributaron a un tipo efectivo, sobre el resultado contable en el Impuesto de Sociedades, de poco más del 6%, mientras que el resto de las empresas lo hicieron alrededor del 15%. Eso significa que las pymes tuvieron que soportar una carga fiscal que duplicó las obligaciones impuestas a las grandes empresas, según reveló el Informe Anual de Recaudación Tributaria.
En la práctica, lo que ocurre es que las grandes compañías pueden aprovechar diferentes beneficios fiscales, como la libertad para determinar el ritmo de depreciación de sus activos fijos e inversiones inmobiliarias o las deducciones por plusvalías reinvertidas e inversiones en I+D+i.
Por ese motivo, el Ministerio de Hacienda anunció su intención de aumentar el Impuesto sobre Sociedades y poner fin a la desigualdad en el trato fiscal, a menudo amparada por una compleja arquitectura de deducciones que sólo benefician a las grandes sociedades, fijando un tipo impositivo mínimo del 15%, que considera de “justicia social”, por debajo del cual no se podrá aplicar ninguna deducción.
También se propuso ayudar a los pequeños negocios e incentivar el emprendimiento con normativas como la ley de fomento del ecosistema de las empresas emergentes de 2022, con la que ajustó los tipos impositivos para que estos negocios soporten una carga impositiva menos onerosa.
¿Qué tipos impositivos se aplican actualmente?
Para conocer la cuota íntegra a abonar, debes aplicar a la base imponible el gravamen adecuado, de acuerdo con el tipo de empresa.
Tipo general
Es del 25% y se encuentra vigente desde el 1 de enero de 2016. Se aplica a todas las sociedades anónimas y sociedades limitadas.
Tipos especiales
- Pymes, microempresas y entidades de pequeñas dimensiones. Desde el 1 de enero de 2023, se aplica un tipo reducido del 23%. El requisito para aprovechar esta deducción de carácter indefinido es que la cifra de negocios no supere el millón de euros.
- Sociedades de nueva creación. Las empresas nuevas pueden tributar al 15% durante el primer período impositivo en que tengan una base imponible positiva y el siguiente, a menos que por sus características puedan tributar a un tipo inferior.
- Empresas emergentes. Los negocios de nueva creación o que no lleven más de 5 años funcionando, que tengan su sede social y la mayor parte de su plantilla en España, desarrollen una actividad innovadora y escalable, no coticen en el mercado regulado ni hayan repartido dividendos, y su facturación anual no supere los 10 millones de euros, tienen derecho a un tipo del 15% durante el primer período impositivo en que la base imponible sea positiva y durante los tres siguientes, si siguen cumpliendo esas condiciones.
- Cooperativas fiscalmente protegidas. En este caso, tributarán un tipo del 20% sobre la base imponible de los resultados cooperativos. De hecho, a los resultados cooperativos y extraordinarios se les aplica el tipo general.
Al margen de estos tipos impositivos, existen ulteriores reducciones para entidades especiales:
- Tipo reducido del 10% para asociaciones y fundaciones, siempre que sean declaradas de utilidad pública, no tengan fines de lucro y estén inscritas en el registro correspondiente.
- Tipo reducido del 1% para sociedades de inversión, aplicable a todas las sociedades de inversión inmobiliaria, fondos de inversión financieros y sociedades de inversión de capital variable.
¿Cuáles son las novedades en el Impuesto de Sociedades en 2024?
Este año entran en vigor algunas de las modificaciones que se introdujeron en 2023, como la mencionada reducción del 25% al 23% del impuesto de sociedades para pymes y la aplicación de un tipo impositivo del 15% a las empresas emergentes y nuevas sociedades.
También es posible amortizar de manera acelerada las inversiones en vehículos nuevos FCV, FCHV, BEV, REEV o PHEV, que se destinen a la actividad empresarial y entren en funcionamiento en 2023, 2024 y 2025. En ese caso, podrás amortizarlos el doble de rápido de lo que determinan las tablas oficiales. Esta medida no solo refleja de manera más realista el desgaste que sufren los vehículos que se usan de manera intensiva, sino que también reduce la carga fiscal, por lo que podría mejorar el flujo de caja o facilitar la reinversión de esa cantidad en el negocio.
Por otra parte, con el objetivo de contrarrestar la evasión fiscal de las multinacionales y grandes compañías, así como nivelar el campo de juego con las empresas más pequeñas, se seguirá aplicando el tipo mínimo de tributación del 15%. Este ya se había impuesto en España desde 2022 para las sociedades con una facturación superior a 20 millones de euros y todos los grupos de empresas, incluyendo sus filiales en territorio nacional o extranjero.
Sin embargo, a inicios de 2024 se aprobó otro proyecto de ley para transponer la directiva europea que garantiza una imposición mínima global del 15% en el impuesto de sociedades para las multinacionales con una facturación que supere los 750 millones. En este caso, no se aplica sobre la base imponible del impuesto, sino sobre el resultado contable ajustado para evitar la doble tributación.
No cabe duda de que en un entorno empresarial cada vez más complejo y competitivo, mantenerse al tanto de las novedades en materia de deducciones del Impuesto de Sociedades puede marcar la diferencia en la rentabilidad de tu empresa. Las actualizaciones legislativas representan tanto un desafío como una oportunidad, sobre todo si eres capaz de adoptar un enfoque proactivo y las incluyes en tu planificación fiscal para sacarles el máximo provecho.
Amazon Seller, ¿cómo vender en Amazon España?
Amazon es una plataforma excelente para llegar a un gran número de personas en todo el mundo. Durante los primeros seis meses de 2023, 24 millones de clientes de España compraron en su ecommerce. El año anterior, las pymes europeas vendieron más de 2.200 productos por minuto en esta plataforma, según datos de Amazon. Por tanto, podría ser una oportunidad para que tu marca y productos alcance a nuevos clientes e impulsar, así, tu negocio.
Las decisiones clave que debes tomar antes de vender en Amazon
Antes de abrir una cuenta, es importante que tomes algunas decisiones sobre tu relación con Amazon.
- Amazon Vendor. Disponible para quienes reciban una invitación previa, Amazon comprará tu inventario y se encargará de la venta, por lo que te conviertes en su proveedor. Obviamente, tu operativa estará más restringida y la plataforma decidirá qué precio te paga, por lo que se llevará unos márgenes más elevados.
- Amazon Seller. En este caso, tendrás control directo sobre tus listas de productos y precios. Podrás gestionar el envío, servicio al cliente y las devoluciones, o dejar que Amazon asuma esas tareas inscribiendo tus productos en el programa de Logística de Amazon.
Recuerda que la logística es un detalle clave, ya que no solo incide en los costes y márgenes de beneficio, sino también en la satisfacción del cliente. Tienes la posibilidad de elegir entre dos opciones:
- Amazon FBA (Fulfillment by Amazon). Te permite almacenar tus productos en los almacenes de Amazon, que se ocupa de empaquetar, enviar y ofrecer servicio al cliente. Con esta opción, tus productos también serán elegibles para Amazon Prime, lo que podría incrementar tus ventas gracias a la entrega rápida. No obstante, tendrás un control más limitado sobre tus productos y costes más elevados, que reducirán tus márgenes de beneficio.
- Amazon FBM (Fulfillment by Merchant). Como vendedor, almacenas y envías tus productos directamente, además de gestionar el servicio al cliente. Esta opción te brinda un mayor control sobre tu inventario, podrás elegir soluciones de envío competitivas e, incluso, personalizar la entrega, pero necesitarás una logística sólida y una buena estrategia para competir con el envío rápido que ofrecen los vendedores adscritos al plan FBA.
5 pasos para empezar a vender en Amazon España
- Crea una cuenta de vendedor. Puedes abrir una cuenta individual, si no piensas vender más de 40 productos al mes, o apostar por una cuenta profesional, en la que se aplica una tarifa mensual fija, más las comisiones de venta.
- Regístrate en Amazon Seller Central. Tendrás que indicar tu información tributaria, un documento que te identifique como persona física o jurídica, así como el número de cuenta bancaria, entre otros datos.
- Sube y optimiza los productos. Comienza a subir los productos, ya sea manualmente o de forma masiva importando un archivo. Asegúrate de optimizar el contenido de tus listados, para mejorar la visibilidad de los productos, usando títulos claros y descriptivos con palabras clave relevantes. Incluye descripciones detalladas con toda la información necesaria y utiliza fotografías de calidad que muestren el producto desde diferentes ángulos. Si es posible, carga un vídeo donde se aprecie el uso.
- Establece el precio de venta. Fija tus precios intentando ser competitivo , al mismo tiempo que proteges tus márgenes de ganancia. Podrás ajustarlos con regularidad, según el desempeño de los productos o usando herramientas de precio dinámico que cambian automáticamente los precios basándose en la competencia y la demanda.
- Publica tus productos. Cuando publiques tus productos, comenzarás a vender en Amazon, pero recuerda que tendrás que monitorizar continuamente su desempeño y, por supuesto, estar atento a las dudas y preguntas de los clientes potenciales.
En cualquier caso, antes de comenzar a vender en Amazon España, es importante que comprendas bien sus políticas y comisiones, así como el funcionamiento de sus algoritmos. Eso te permitirá aumentar tu visibilidad, generar más conversiones y mantener bajo control los costes para tener éxito en un mercado muy activo en constante aumento. Y si aún tienes dudas, puedes consultar la guía detallada de Amazon Seller.
Imagen de tonodiaz
España es uno de los países de la Unión Europea con más autónomos: 2023 cerró con más de 3,3 millones de afiliados al RETA, lo que representó un 0,48% más que el año anterior, según el Ministerio de Trabajo. Y es que trabajar por cuenta propia es cada vez más interesante, sobre todo por la libertad que brinda para organizar la jornada laboral.
Con la ley de medidas de apoyo al emprendedor aprobada en 2013, el gobierno puso en marcha una serie de cambios dirigidos a incentivar el autoempleo y facilitar el emprendimiento, entre ellos la aplicación de una tarifa plana para los autónomos.
En aquel momento, el RETA ganó 44.000 cotizantes solo durante el primer semestre, lo que supuso un incremento del 2,2 %, de acuerdo con Cinco Días. Eso confirmó que la medida animó a muchas personas a poner en marcha su propio negocio, por lo que se ha mantenido a lo largo del tiempo, aunque con algunos cambios.
¿Qué es la tarifa plana para autónomos?
La tarifa plana para autónomos consiste en una reducción del pago mensual en las cuotas a la Seguridad Social. En vez de abonar la totalidad de cotización que te correspondería según tus ingresos reales, sólo tendrás que pagar un pequeño importe.
Al inicio, eran 50 euros mensuales durante el primer año de emprendimiento, aunque en la actualidad ha aumentado a 80 euros, a los cuales hay que añadir la cotización correspondiente al Mecanismo de Equidad Intergeneracional (0,7%), por lo que asciende a un total de 86,66 euros.
No obstante, sigue siendo una bonificación muy interesante porque disminuye bastante los costes que debes afrontar como autónomo cuando des tus primeros pasos. En 2024, la base mínima por la que tendrías que cotizar es de 751,63 euros, aunque podría ser mayor según tus ingresos reales.
En el caso de que cotizaras por el tramo más bajo, sin la tarifa plana tendrías que pagar todos los meses 234,51 euros. La bonificación te ahorraría 147,85 euros mensuales, para un total de 1 774,20 euros al cabo de un año o incluso más, si puedes disfrutar del periodo de ampliación.
¿Cuáles son las condiciones de la tarifa plana para autónomos?
Los requisitos de la tarifa plana para autónomos han ido cambiando para permitir que más personas puedan beneficiarse de ella, de manera que ya no se aplica únicamente a los menores de 30 años, sino a todos aquellos que comiencen una actividad como autónomo y cumplan las siguientes condiciones:
No haber estado dado de alta como autónomo en los últimos dos años, o tres si ya habías disfrutado de esta bonificación en el pasado. Existe una excepción: las mujeres que hayan cesado su actividad debido a la maternidad, proceso de adopción, guarda con fines de adopción, acogimiento y tutela que quieran retomar su negocio profesional, siempre que no hayan pasado más de dos años desde el día del cese.
No trabajar como autónomo colaborador, ya que, en este caso, existen bonificaciones específicas, aunque la tarifa plana sí aplica a las cooperativas de trabajo asociado.
Si estás en condición de pluriactividad; es decir, trabajas por cuenta propia y ajena, puedes elegir entre la tarifa plana para autónomos o las bonificaciones por pluriactividad.
No tener deudas pendientes con la Seguridad Social y Hacienda.
La buena noticia es que, aunque tengas trabajadores a tu cargo, podrás disfrutar de la tarifa plana, algo imposible en el pasado.
¿Y si eres autónomo societario?
Desde 2020, los autónomos que tengan una sociedad mercantil también pueden optar por la tarifa plana. En un principio, la ley los excluía, pero unas sentencias del Tribunal Supremo sentaron jurisprudencia y ahora estos profesionales pueden solicitarla cumpliendo sólo dos requisitos:
Ser la primera vez en darse de alta en el RETA o que hayan transcurrido 2 años sin haber trabajado como autónomo (3 años en el caso de que ya hubiera aprovechado la tarifa plana).
No tener deudas con la Seguridad Social y la Agencia Tributaria.
Los autónomos societarios, incluso, tienen la posibilidad de solicitar la tarifa plana con efecto retroactivo, siempre que el alta fuera posterior a septiembre de 2016.
¿Cuánto dura la tarifa plana?
La tarifa plana se aplicará durante un periodo de 12 meses, que puedes prorrogar por otros 12 meses adicionales, en el caso de que tus rendimientos económicos no superen el salario mínimo interprofesional. Obviamente, tendrás que acreditarlo con la declaración sobre la previsión de tus rendimientos netos.
No obstante, existen algunas situaciones que prevén una reducción específica, como explican desde la Seguridad Social. En estos casos, la tarifa plana se aplicará inicialmente por 24 meses y existe la posibilidad de prorrogarla durante otros 36 meses, siempre que la previsión de los rendimientos netos sea inferior al salario mínimo interprofesional.
Personas con discapacidad. Tendrán que acreditar un grado de discapacidad igual o superior al 33% con una resolución del órgano competente o del INSS.
Víctimas de violencia de género. Deberán demostrar su condición de víctima de violencia de género, presentando una certificación de los Servicios Sociales o una orden del Ministerio Fiscal, así como una sentencia condenatoria por dicho delito, una orden de protección u otra resolución judicial que refleje una medida cautelar a favor de la víctima.
Víctimas de terrorismo. Será necesario certificar la condición de víctima de terrorismo con el Certificado del Ministerio del Interior.
Comunidades autónomas con cuota cero para autónomos
Este año, varias comunidades autónomas han puesto en marcha lo que se conoce como “cuota cero” para sus nuevos autónomos. Se trata de una ayuda con la que se bonifica el 100% de la cuota de los nuevos trabajadores por cuenta propia que inicien su actividad. Las comunidades que la aplican son:
- Andalucía
- Aragón
- Baleares
- Canarias
- Cantabria
- Castilla-La Mancha
- Castilla y León
- Extremadura
- Galicia
- La Rioja
- Madrid
- Murcia
Esa ayuda puede aplicarse durante 1 o 2 años, en dependencia de las bases reguladoras y los requisitos específicos, los cuales difieren de una comunidad autónoma a otra. Por tanto, si emprendes en alguna de esas comunidades, no tendrás que pagar la cuota de seguridad social.
¿Cómo solicitar la tarifa plana para autónomos?
Si cumples con los requisitos para acceder a la tarifa plana para autónomos, debes darte de alta en la Agencia Tributaria, rellenando el modelo 037, y en la Seguridad Social bajo el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, mediante el modelo TA-0521. Si tienes un certificado digital, podrás realizar estos trámites por vía telemática.
Cuando te des de alta en la Seguridad Social, se aplicará automáticamente la tarifa plana sin que tengas que hacer nada más. Cuando termine el primer año, si tus rendimientos no superan el salario mínimo interprofesional, tendrás que presentar una segunda solicitud para seguir disfrutando de la cotización reducida, la cual irá acompañada de la declaración sobre los ingresos de los ejercicios correspondientes.
Las sociedades mercantiles recompensan, a través de los dividendos, a aquellas personas físicas o jurídicas que han aportado capital. Cuando las empresas obtienen beneficios, distribuyen una parte de esas ganancias entre sus socios, una manera de recompensarlos por la inversión realizada. Si has invertido en una compañía, es importante que conozcas la forma de tributación de los dividendos en el Impuesto sobre Sociedades.
El primer paso: ¿persona física o jurídica?
Tanto las personas físicas como jurídicas pueden aportar capital a una sociedad y recibir los dividendos. El tratamiento fiscal de esas ganancias diferirá:
- Si recibes el dividendo como persona física, tendrás que declararlo como rendimiento del capital mobiliario cuando llegue el momento de realizar la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
- Si percibes el dividendo como persona jurídica, tendrás que tributar a través del Impuesto sobre Sociedades, ya que se cataloga como una renta positiva adicional proveniente de la actividad.
Como nota, es importante aclarar que para la sociedad que paga los dividendos, esos gastos no son deducibles, ya que “representan una retribución de los fondos propios”, según indica la Ley del Impuesto sobre Sociedades.
Los dividendos en el Impuesto sobre Sociedades
Las entidades mercantiles deben incluir los dividendos en su resultado contable, incorporándolos a la base imponible del Impuesto sobre Sociedades que tributa con carácter general al 25%.
Esa renta se somete a una retención general del 19%, lo que significa que cuando se pagan los dividendos a los socios, la compañía aplica dicha retención para ingresarla a la Agencia Tributaria a modo de pago a cuenta del impuesto del beneficiario del dividendo. No obstante, en algunos casos se implementa una exención a los dividendos en el Impuesto de Sociedades de hasta el 95% de su cuantía.
¿Cuáles son las exenciones a la tributación de dividendos en el Impuesto sobre Sociedades?
La propia Agencia Tributaria explica que estarán prácticamente exentos los dividendos o participaciones en beneficios de entidades cuando se cumplan los siguientes requisitos:
- El porcentaje de participación, ya sea directa o indirecta, en el capital o en los fondos propios de la sociedad es de, al menos, el 5%.
- Poseer la participación de manera ininterrumpida durante el año anterior al día en que se distribuye el beneficio, aunque también se podría mantener a posteriori durante el tiempo necesario para completar dicho plazo.
En ese caso, solamente existe la obligación de tributar el 1,25% de la totalidad de los dividendos recibidos.
¿Y si tienes participaciones en el capital o en los fondos propios de entidades fuera de España? En este caso, para aprovechar la exención en la tributación de los dividendos en el Impuesto sobre Sociedades, la entidad participada debe haber estado sujeta a un impuesto extranjero similar al español, cuyo tipo nominal debe haber sido de al menos el 10% durante el ejercicio en que se obtuvieron los beneficios que se reparten o en los que se participa.
Hacienda considera que, si la entidad participada pertenece a un país con el que España ha suscrito algún convenio para evitar la doble imposición internacional que contenga la cláusula de intercambio de información, se cumple este requisito. Sin embargo, la exención a los dividendos en el Impuesto sobre Sociedades no se aplica cuando la entidad participada se encuentra en un país o territorio calificado como paraíso fiscal, a menos que “resida en un Estado miembro de la Unión Europea y el contribuyente acredite que su constitución y operativa responde a motivos económicos válidos y que realiza actividades económicas”, como señala la Agencia Tributaria.
Por último, debes saber que dicha exención por dividendos no se implementa a las participaciones con valor de adquisición superior a 20 millones de euros, siendo del 15% con carácter general y del 10% a las entidades de nueva creación. A pesar de ello, existe un régimen transitorio de 5 años, por lo que, a las participaciones obtenidas antes del 1 de enero de 2021 con un valor de adquisición superior a los 20 millones de euros, pero sin alcanzar el 5%, se les seguirá aplicando el régimen fiscal establecido para evitar la doble imposición económica internacional hasta 2025.
Si estás pensando en abrir una actividad o pasar de autónomo a sociedad limitada, una de las decisiones más importantes es elegir la figura fiscal adecuada pues no solo repercutirá en los impuestos que graven las ganancias de la empresa, sino también en las obligaciones fiscales que tendrás al frente de la misma.
En España, la sociedad limitada es la forma societaria más extendida. En 2023, había más de un millón de empresas constituidas como sociedades de responsabilidad limitada y poco más de 49.000 sociedades anónimas, según Statista. Sin embargo, el hecho de que sea la figura jurídica más frecuente no siempre significa que sea la más conveniente, sobre todo si pretendes captar a un gran número de inversores.
Características de la Sociedad Anónima y la Sociedad Limitada
Tanto la sociedad limitada como la sociedad anónima tributan por el Impuesto de Sociedades y tienen en común que la responsabilidad se reparte entre los socios, limitándose al capital invertido y a los bienes que se encuentran a nombre de la sociedad. Sin embargo, las semejanzas terminan ahí.
- Tipo de actividad empresarial
Para elegir la figura fiscal, debes tener en cuenta la actividad que desarrollará tu empresa. Una sociedad limitada puede ejercer prácticamente cualquier tipo de actividad, pero algunos sectores solo están abiertos para una sociedad anónima, como la gestoría de fondos de pensiones, los seguros o la actividad bancaria. Otra diferencia entre la sociedad anónima y la sociedad limitada es que solo la S.A. puede cotizar en el mercado de valores, algo que no está al alcance de una S.L.
- Capital social mínimo
En la sociedad anónima, el capital mínimo es de 60.000 euros y se divide en acciones. Para su constitución, se exige al menos el 25% del capital, de manera que es necesario desembolsar 15.000 euros en un primer momento. El resto, que se denomina dividendos pasivos, se puede ingresar posteriormente, según indiquen los estatutos de la S.A.
En cambio, una de las características de la S.L. es que demanda un capital mínimo menor. Como regla general, tendrás que aportar 3.000 euros, que se dividen en participaciones y se deben desembolsar íntegramente en su creación. No obstante, con la aprobación en 2022 de la ley de creación y crecimiento de empresas, en algunos casos será posible crear una sociedad limitada únicamente con un euro de capital social. A pesar de ello, como socio debes tener presente que la reducción del capital inicial no varía la responsabilidad social mínima exigida, que siguen siendo 3.000 euros.
- Trámites de constitución
Aunque los pasos para crear la sociedad anónima y la sociedad limitada son similares, dado que la S.L. cuenta con un capital inferior, normalmente el proceso de constitución es más sencillo y los estatutos exigen menos previsiones.
Al contrario, en una S.A. el proceso es más complejo y tendrás que recurrir a un experto independiente, designado por el Registro Mercantil, que emita un informe sobre el valor de lo que se pretende aportar. Redactar los estatutos también es más complicado, pues hay que prever un mayor número de aspectos que en una S.L., por lo que normalmente es necesario recurrir a abogados especializados en derecho mercantil o societario.
- Número de socios
Tanto la sociedad limitada como la sociedad anónima se pueden formar con un solo socio, en cuyo caso se denomina sociedad unipersonal, sin límites específicos de socios. No obstante, la S.L. es una fórmula más adecuada para las empresas con pocos socios que no necesitan aportar un gran capital, mientras que la S.A. suele estar compuesta por un mayor número de socios, ya que suelen estar diseñadas precisamente para facilitar la captación de capital, algo fundamental para empresas que necesitan grandes inversiones o financiamiento a gran escala para desarrollar su actividad.
- Transmisión de las acciones
En las sociedades, el capital social se divide en partes alícuotas. Una de las características de la S.L. es que ese capital se divide en participaciones, cuya transmisión es más complicada y restringida, pues exige el conocimiento del resto de los socios, los cuales tienen un derecho de adquisición preferente frente a terceros. Esto hace que la S.L. sea una empresa cerrada, mientras que en la S.A. pueden entrar fácilmente más socios.
De hecho, el capital de las sociedades anónimas se divide en acciones y cada accionista tiene libertad para venderlas, de manera que es más fácil que entren nuevos inversores a la empresa. La transmisión de acciones es un proceso más sencillo que se puede realizar ágilmente mediante un acuerdo de compraventa entre las partes.
- Administración
En la S.L. los trámites para llevar la contabilidad y las cuestiones fiscales son más sencillos, pero en la S.A. se complejizan bastante, lo cual significa asumir un mayor coste, por lo que esta figura fiscal solo se recomienda para proyectos de gran envergadura.
Basta saber que cuando en la S.A. hay que tomar una decisión relevante, se debe realizar una convocatoria previa en anuncios de prensa y en el Boletín Oficial del Registro Mercantil. Otra diferencia entre la sociedad anónima y la sociedad limitada es que, en esta última, el cargo de administrador puede tener un carácter indefinido, pero en una S.A. se limita a un máximo de 6 años.
- Tributación y deducciones
Tanto la sociedad limitada como la sociedad anónima tributan por el Impuesto de Sociedades (IS) y el Impuesto de Valor Añadido (IVA). No obstante, existen grandes diferencias en las deducciones que pueden aplicar. La clave consiste en que las S.A. tienen una estructura mayor y más compleja, por lo que, aunque tengan acceso a las mismas deducciones generales, pueden calificar para un mayor número de beneficios fiscales o aprovecharlos mejor.
Por ejemplo, en el caso de la amortización de activos, las reglas de deducción de gastos de depreciación de bienes tangibles e intangibles son iguales para ambas entidades, pero, dado que las S.A. suelen tener en su haber más activos y de mayor valor por la propia escala de sus operaciones, podría aplicar mayores deducciones.
¿Qué figura fiscal es más conveniente para tu negocio?
En general, los requisitos y características de la S.A. hacen que sea una figura fiscal interesante para los proyectos muy ambiciosos que van a mover grandes cantidades de capital. La S.L., al contrario, es ideal para sacar adelante proyectos con objetivos más modestos en los que se priorice una gestión ágil y sencilla.
Si piensas tener pocos socios o llevar adelante una empresa familiar, la S.L. es una buena opción, ya que las decisiones y la transmisión de participaciones suelen ser procesos más controlados y cerrados. También implica menos obligaciones formales y administrativas que las S.A., lo que reduce los costes operativos. Asimismo, las S.L. suelen estar sometidas a menos requisitos regulatorios y no tienen que realizar auditorías tan frecuentes, lo que simplifica el cumplimiento normativo.
En cambio, si necesitas atraer muchos inversores, te interesará crear una S.A., ya que las acciones son más fáciles de vender y transferir. Al tener una estructura de propiedad más distribuida y flexible, esta figura fiscal es perfecta para las empresas que deban contar con una base amplia de accionistas.
También es la mejor opción si planeas que tu empresa cotice en la bolsa de valores en el futuro, ya que la S.A. permite la venta pública de acciones. Además, esta figura fiscal es percibida como más formal, estable y profesional, por lo que suele atraer a grandes clientes, proveedores o inversores institucionales. No obstante, recuerda que sus costes y obligaciones son mayores.
En resumen, elige una S.L. si quieres:
- Emprender un negocio pequeño o mediano
- Seguir un proceso de constitución más simple
- Asumir menos costes administrativos
- Limitar el número de socios
En contraposición, decántate por una S.A. si planeas:
- Captar una gran cantidad de capital
- Tener un número elevado de socios
- Cotizar en bolsa en el futuro
- Transmitir una imagen más sólida y profesional en el mercado
Emprender un negocio es un viaje lleno de decisiones cruciales, elegir la forma societaria adecuada es una de las más importantes. Ya optes por la flexibilidad y simplicidad que aporta una sociedad limitada o por las oportunidades de expansión y captación de capital que representa una sociedad anónima, lo esencial es que esa elección responda a tus valores y objetivos empresariales.
Analiza tus necesidades y consulta a expertos en la materia que te ayuden a comprender mejor las implicaciones fiscales y legales de cada opción. Tomarte el tiempo para escoger la estructura correcta podrá ahorrarte muchos dolores de cabeza en el futuro y creará el marco adecuado para que tu negocio crezca en la dirección correcta.
¿Qué es una startup?
Las startups son una modalidad de emprendimiento que ha ganado popularidad en los últimos años. España contaba con 12.041 startups en 2022, una cifra que la convierte en el cuarto país europeo con más empresas emergentes, según La Moncloa. Sin embargo, cualquier empresa nueva no puede calificarse como startup.
¿Qué es una startup y en qué se diferencia de una empresa de reciente creación?
Una startup es una empresa de nueva creación o muy joven que tiene un gran potencial de crecimiento y comercializa productos o servicios usando las tecnologías de la información y la comunicación. A diferencia de las pymes convencionales, que suelen tardar más en generar beneficios, las startups salen rápidamente al mercado para atraer inversiones, aunque existen otras características que las distinguen.
- Innovación. Suelen enfocarse en productos o servicios disruptivos que intentan resolver problemas de manera novedosa o más eficiente. De hecho, el producto o servicio resultante debe satisfacer una necesidad insatisfecha o cubrir un nicho de mercado desatendido.
- Escalabilidad. Las startups están diseñadas para crecer rápidamente y expandirse a gran escala, generalmente aprovechando la tecnología. Se caracterizan por la velocidad a la que pueden crecer y generar ingresos, que suelen aumentar de manera exponencial.
- Mayor riesgo, aparejado a mayores recompensas si tienen éxito. Como este tipo de empresas suelen seguir modelos de negocio novedosos que se alejan de lo establecido y tienen un carácter eminentemente experimental, están más expuestas al fracaso.
- Uso de la tecnología. Mientras que las empresas convencionales suelen tardar en adoptar las nuevas tecnologías, las startups las utilizan para crecer, encontrar financiación, validar su idea de negocio o difundir sus productos y servicios. Gracias a ese enfoque, pueden desarrollar su plan de manera más ágil y con recursos limitados.
- Gran flexibilidad. El dinamismo intrínseco a las startups les permite pivotar su idea de negocio y corregir los errores con rapidez para adaptarse al mercado o las necesidades del público. Parte de esa flexibilidad se debe a que suele tratarse de equipos pequeños, creativos y multidisciplinarios en los que la estructura jerárquica y los roles no son tan rígidos como en las grandes empresas.
- Eficiencia. Uno de los principales objetivos de estas empresas es reducir al mínimo los costes durante las fases iniciales del proyecto, no solo porque suelen contar con un presupuesto limitado, sino también para crecer más rápido, aunque luego generan unos ingresos muy altos.
Las etapas de desarrollo de una startup
Las startups, al igual que las empresas convencionales, pasan por diferentes fases, aunque no siempre de la misma manera o en el mismo orden. El éxito en cada etapa dependerá de su capacidad para adaptarse a las necesidades del mercado y las oportunidades que se presenten.
- Idea y conceptualización. Se identifica el problema u oportunidad y se concibe la solución, validando la idea y desarrollando el plan de negocio preliminar para comprender cómo se generarán los ingresos.
- Desarrollo y validación del producto mínimo viable. Consiste en crear una versión básica del producto con las funcionalidades esenciales para resolver la necesidad identificada, con el objetivo de validar la idea en el mercado real y realizar las mejoras necesarias en base a la retroalimentación.
- Lanzamiento. En esta fase se lanza el producto a un mercado más amplio y se ponen en marcha las estrategias de marketing para generar una base de clientes, aunque se sigue recopilando información para realizar nuevas mejoras.
- Escalabilidad. Es una etapa de crecimiento rápido en la que se implementan las estrategias para escalar el negocio, aumentar su capacidad operativa y optimizar los procesos. La startup puede expandirse a nuevos mercados geográficos o segmentos de clientes, por lo que suele necesitar una inversión adicional.
- Consolidación y madurez. La startup optimiza los procesos internos para ganar en eficiencia y logra estabilizar el flujo de ganancias. También comienza a explorar otras líneas de productos o servicios para diversificar sus fuentes de ingresos.
En algunos casos, las startups son adquiridas por empresas más grandes o se fusionan con otras compañías para ganar cuota de mercado. También pueden salir a bolsa para recaudar más fondos, si han logrado un reconocimiento y demuestran un crecimiento sostenible a largo plazo. Sin embargo, lo cierto es que nueve de cada diez startups fracasan antes de los tres años, de acuerdo con IFFE Business School, por lo que si vas a emprender bajo esta modalidad, es importante que aprendas a gestionar bien los riesgos.
6 errores comunes al darse de alta como Autónomo
Darse de alta como autónomo es un proceso rápido, sencillo y sin coste que puedes completar en un solo día. Puedes hacerlo tú mismo en la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, pero es importante que te informes bien antes de dar ese paso para que no cometas algunos errores que podrían acabar costándote caro.
Las principales equivocaciones que cometen los autónomos al darse de alta
El sueño de trabajar por cuenta propia y ser tu propio jefe puede convertirse en una pesadilla, si no prestas atención. Desde la elección incorrecta del epígrafe fiscal hasta olvidar algún trámite o elegir el método de tributación menos conveniente, algunos errores pueden tener repercusiones legales y financieras, por lo que es importante que te asegures de comenzar con buen pie.
- Retrasar demasiado el alta en Hacienda o la Seguridad Social
Lo adecuado es comenzar el proceso de alta en la Seguridad Social, en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), y luego tramitar el alta en el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) de la Agencia Tributaria o Hacienda Foral. De hecho, un error habitual consiste en que el alta en la Seguridad Social no coincida con la de Hacienda.
La propia Seguridad Social advierte que “ambas altas debes de realizarlas antes o en el mismo día de la fecha de inicio de la actividad, si lo haces después, perderás el derecho a beneficios sobre la cuota y puede que se aplique algún recargo en tu cuota”. Por tanto, podrías desaprovechar la oportunidad de beneficiarte de la tarifa plana o de solicitar algunas ayudas y bonificaciones que podrían suponer un alivio financiero significativo durante esos primeros meses de actividad.
Además, si empiezas a trabajar sin estar dado de alta en Hacienda, te expones a una multa que oscila entre 300 y 3.000 euros. Y en caso de que no hayas pagado la cuota de la Seguridad Social, se te aplicará una penalización del 20% sobre las mensualidades pendientes.
- Comprar material para el negocio antes de registrarte en Hacienda
Es probable que necesites adquirir algunos materiales para trabajar, pero si los compras antes de darte de alta como autónomo en Hacienda, no podrás deducirlos como gastos, ya que la factura tiene una fecha anterior. ¿Qué puedes hacer?
La Agencia Tributaria permite deducir los gastos e inversiones en los que incurras antes de iniciar tu actividad, pero tienes que avisarle con antelación de tu intención de emprender, presentando el modelo 036, en el cual tendrás que marcar la casilla 504 entregas posteriores a adquisiciones, señalando además la fecha de inicio en la casilla 505. Así, podrás deducir las facturas emitidas con fecha posterior a la comunicación.
- Elegir mal el epígrafe en el IAE
Otro de los errores más comunes al darse de alta como autónomo consiste en no escoger bien los epígrafes que describen tu actividad, una equivocación que puede costarte una sanción de 250 euros. El Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) para autónomos está dividido en tres grandes grupos: actividades empresariales, actividades profesionales y actividades artísticas, desglosadas a su vez en las diferentes actividades económicas, cada una con su código.
Es vital que elijas el epígrafe que mejor refleje la naturaleza de tu actividad como autónomo, ya que suele determinar cómo tributarás y las obligaciones fiscales que deberás cumplir. Lo ideal es escoger una sola actividad, ya que simplificará tu declaración. Si no es posible, intenta elegir actividades que tengan los mismos regímenes fiscales a efectos de IVA e IRPF. Recuerda que la elección incorrecta podría llevarte a tributar en un régimen fiscal inadecuado que afecte la rentabilidad de tu negocio.
- Escoger el método de tributación menos conveniente
Una de las decisiones más importantes que tendrás que tomar como autónomo al iniciar tu actividad consiste en elegir entre dos formas de tributación: el régimen de estimación directa y el de estimación objetiva. Tributar en el régimen adecuado te facilitará la declaración para que cumplas correctamente con tus obligaciones fiscales.
Si elijes la estimación directa, pagarás los impuestos según tus ingresos y gastos reales durante el año fiscal. Si cumples los requisitos y escoges la estimación objetiva, pagarás una cantidad fija que se calcula en función de la supuesta rentabilidad del negocio, estimando sus beneficios sin considerar sus altibajos.
Cada régimen tiene pros y contras: la estimación objetiva simplificará mucho tu gestión fiscal y contable, pero no es un sistema tan flexible como la estimación directa, que admite una mayor deducción de gastos y brinda más libertad para determinar el valor de los elementos patrimoniales.
- No registrar tu vivienda en Hacienda, si trabajas en casa
Si trabajas en casa, puedes deducir un porcentaje de las facturas del hogar, pero es imprescindible que estén a tu nombre y que hayas reflejado la vivienda en la Agencia Tributaria, en el momento de darte de alta como autónomo, mediante los modelos 036 o 037. Debes indicar cuántos metros cuadrados de la vivienda destinas al trabajo, ya que en base a ellos se calcula la proporción de los gastos del hogar que corresponden al negocio.
Como norma general, el autónomo que trabaje desde casa y lo haya notificado a Hacienda puede acogerse al 30% de deducción de los suministros de agua, luz y otros de la parte proporcional de la vivienda destinada a la actividad. En cambio, si no lo especificas, no podrás deducir ninguno de esos gastos.
- Falta de información en la declaración censal
Olvidar datos en la declaración censal es otra equivocación habitual de los autónomos al darse de alta en la Seguridad Social y en Hacienda. Indicar adecuadamente el domicilio fiscal, por ejemplo, es fundamental para el IRPF, ya que la Agencia Tributaria lo utiliza para gestionar tus obligaciones fiscales.
De hecho, omitir detalles importantes, como la provincia en la que vas a realizar tu actividad, puede causarte problemas a largo plazo. Podrías perder parte de la tributación autonómica y las deducciones aplicables, así como imposibilitarte acceder a las ayudas y subvenciones disponibles. Además, recuerda que debes notificar cualquier cambio en tu domicilio fiscal y de actividad, en caso de que difieran.
Tomarte el tiempo necesario para entender los trámites que debes realizar y cumplir correctamente con todos los requisitos legales no solo te ahorrará problemas y gastos futuros, sino que también te proporcionará la tranquilidad de saber que estás cumpliendo con todos los requisitos legales, de manera que podrás enfocarte en hacer crecer tu negocio.
Darse de alta como autónomo es un proceso rápido, sencillo y sin costo que puedes completar en un solo día. Puedes hacerlo tú mismo en la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, pero es importante que te informes bien antes de dar ese paso para que no cometas algunos errores que podrían costarte caro.
En un mundo cada vez más consciente de la importancia de cuidar el medio ambiente y proteger las comunidades, los negocios que quieran tener éxito necesitan incorporar los criterios ESG en su plan empresarial. Con estas prácticas, las organizaciones no solo se enfocan en ser rentables y competitivas, sino también responsables y éticas.
¿Qué son los criterios ESG?
Las siglas ESG (Enviromental, Social y Governance) se refieren a los factores que hacen que una compañía sea sostenible gracias a su compromiso social, ambiental y de buen gobierno, sin descuidar los aspectos financieros.
Su origen se remonta a inicios de la década de los 2000, siendo la evolución de lo que se conocía como Inversión Socialmente Responsable (ISR). Sin embargo, los criterios ESG van un paso más allá al adquirir un enfoque holístico que incluye todos los procesos y áreas de la empresa.
- Medio ambiente. Alude a la estrategia de sostenibilidad del negocio, incluyendo su gestión de los recursos naturales, la reducción de las emisiones de carbono y el uso de energía renovable. Implica, entre otras acciones, reducir la huella de carbono, implementar programas de reciclaje y limitar el uso de las materias primas necesarias para la producción y la operatividad diaria.
- Social. Indica el impacto de la empresa en la sociedad, tanto a nivel interno en sus trabajadores como en el plano externo, en las comunidades. Este criterio abarca acciones como promover la inclusión y la diversidad de la fuerza laboral, asegurar unas condiciones de trabajo justas para todos los empleados, respetar los derechos humanos en la organización y promover actividades que tengan un impacto positivo en la comunidad.
- Buen gobierno. Engloba todas las cuestiones relacionadas con la gestión empresarial, desde la estructura y compensación del consejo de administración hasta las prácticas éticas y el código de conducta. También incorpora las estrategias fiscales, el cumplimiento normativo y la implementación de prácticas transparentes de toma de decisiones para garantizar la integridad de todas las operaciones y la confianza de los stakeholders.
10 beneficios de los criterios ESG para las empresas
La implementación de los criterios ESG tiene un coste, pero a la larga compensa con creces por todos los beneficios que aporta a las organizaciones.
- Reducir costes operativos, sobre todo a través de la implementación de prácticas sostenibles que disminuyan el consumo de energía, agua y materias primas. Un informe de McKinsey reveló que las ganancias operativas podrían aumentar hasta un 60% con la aplicación inteligente de los criterios ESG.
- Mitigar los riesgos ambientales adoptando prácticas responsables que reduzcan el riesgo de sufrir sanciones regulatorias o incluso daños reputacionales por incumplimientos ambientales.
- Atraer y retener el talento, ya que cada vez más profesionales quieren trabajar en empresas que comparten sus valores y se preocupan por el bienestar de sus empleados y comunidades, así como por el cuidado del medio ambiente.
- Reforzar la reputación de la marca, ya que los negocios comprometidos con prácticas sociales responsables son vistos de manera más favorable por los consumidores, empleados y la comunidad en general.
- Mejorar el rendimiento financiero, debido fundamentalmente a que la buena gobernanza y la gestión responsable conducen a una toma de decisiones más informada y estratégica, lo que estimula el rendimiento financiero a largo plazo.
- Atraer inversiones, sobre todo porque los criterios ESG son un factor que inclina cada vez más la balanza: el 89% de los inversores ya los tienen en cuenta a la hora de tomar sus decisiones, según Key ESG.
- Cumplimiento normativo, que garantiza que la empresa esté alineada con las normativas actuales, tanto a nivel sectorial como general, evitando multas y sanciones.
- Fortalecer las relaciones sociales, ya que invertir en la comunidad y en prácticas laborales justas suele reforzar las relaciones con los grupos de interés locales, lo que promueve un entorno operativo más favorable.
- Fomentar la innovación y la eficiencia, ya que adoptar este enfoque suele estimular la búsqueda de soluciones sostenibles novedosas, como el desarrollo de tecnologías limpias, productos ecoeficientes y procesos de producción más sostenibles que, a la larga, mejoran la eficiencia empresarial.
- Ganar cuota de mercado, sobre todo teniendo en cuenta que el 76% de los consumidores dejaría de comprar a empresas que descuidan el medio ambiente, a sus empleados o a la comunidad, como se señala en Key ESG.
Además, las empresas que incorporan los criterios ESG tienen más facilidad para acceder a financiación, como las ayudas procedentes de los Fondos Next Generation EU puestas a disposición de las empresas dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Buena parte de esta financiación favorece proyectos de sostenibilidad de las pymes y se está canalizando a través de entidades financieras como las sociedades de garantía o el ICO.
En definitiva, las compañías que implementan los criterios ESG muestran un crecimiento más sostenible y son más resilientes, ya que están mejor preparadas para adaptarse y responder a los cambios en el mercado y los retos externos. Además, ganan una ventaja competitiva que las ayuda a diferenciarse de sus competidores y atraer a más clientes e inversores que valoran la sostenibilidad y la responsabilidad.
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Si vas a iniciar una actividad, no necesitas convertirte en un experto contable, pero tendrás que dominar algunos conceptos imprescindibles para el funcionamiento empresarial. Las finanzas son uno de los pilares del negocio, por lo que muchas de las decisiones que tomes se basarán en los informes contables. Aunque no tengas que elaborarlos, debes saber interpretar sus resultados.
10 términos contables básicos para mejorar tu cultura empresarial
- Activo. Representa todos los bienes y derechos que ha adquirido una empresa, con los que espera obtener beneficios en el futuro. Es un recurso de valor, como una maquinaria, un ordenador o un local, aunque también existen activos financieros, como las inversiones financieras y los derechos de cobro con los clientes. A nivel contable, se divide en activo corriente, que son recursos más líquidos o de corto plazo, y activo no corriente, menos líquidos y a largo plazo.
- Pasivo. Indica la financiación de la empresa, los fondos que ha usado para realizar las inversiones necesarias, incluyendo sus deudas y las obligaciones pendientes de pago. Se desglosa en el pasivo no corriente, como los préstamos recibidos que se devuelven a largo plazo, y el pasivo corriente, que abarca las deudas a pagar en el plazo de un año, como las contraídas con proveedores o administraciones públicas.
- Ingreso. Son los incrementos en el patrimonio neto de la empresa que no se producen por aportaciones de los propietarios. Por tanto, generalmente se refiere a las ganancias por la venta de un bien o servicio. A efectos contables, los ingresos brutos son aquellos que se reciben sin aplicar deducciones o retenciones, que se convierten en ingresos netos al restar los impuestos y otros gastos.
- Gasto. Son decrementos en el patrimonio neto de la empresa que no se destinan a sus socios o propietarios, sino que se deben a la disminución del valor de los activos o el aumento de pasivos. Cabe aclarar que no todos los pagos se contabilizan como gastos, ni todos los gastos se destinan a realizar pagos. Por ejemplo, las nóminas de los empleados, los seguros y los alquileres son pagos, pero no gastos. El gasto sería la compra de un bien o la demanda de un servicio que se va consumiendo.
- Patrimonio neto. Procede del beneficio acumulado, las inversiones iniciales de los socios y las reservas del negocio, por lo que revela el valor total de la empresa una vez que ha pagado todas sus deudas. De hecho, se obtiene restando los pasivos al conjunto de activos. Cuando el resultado es un patrimonio neto alto, el negocio tiene una posición financiera sólida.
- Balance de situación. Es un informe global del patrimonio de la empresa en un momento determinado, por lo que normalmente se realiza al terminar cada ejercicio contable. Muestra los activos, pasivos y el patrimonio neto, indicando, además, cómo se financia, por lo que refleja la salud económica del negocio y permite tomar decisiones estratégicas de cara al futuro.
- Cuenta de resultados. Evalúa un periodo, generalmente entre la apertura y el cierre del ejercicio, recogiendo todos los ingresos y gastos que se han producido. Su principal objetivo es determinar si la empresa ha obtenido beneficios o pérdidas durante ese ejercicio, por lo que es útil para calcular el Impuesto de Sociedades.
- Estado de flujos de efectivo. Es un estado contable que analiza la proveniencia de los cobros y el destino de los pagos, por lo que brinda información valiosa sobre la salud financiera del negocio. Clasifica los movimientos por actividades y refleja el flujo de caja dentro de la empresa, así como su capacidad para generar, conservar y gastar el efectivo.
- Conciliación bancaria. Es el cotejo de los apuntes contables de la empresa en los que registra los movimientos de dinero de sus cuentas con los extractos bancarios que envía la entidad financiera. Esta operación es esencial para identificar descuadres debido a errores en la contabilidad, abonos no registrados o cheques girados, por lo que permite mantener las cuentas al día.
- Financiación. Es el proceso mediante el cual se obtiene el capital necesario para iniciar una actividad, expandirla o incluso salvarla. Esos fondos pueden ser de capital propio o provenir de fuentes externas, como los proyectos de crowdfunding, préstamos bancarios, créditos o subvenciones gubernamentales. Generalmente se destinan a cubrir los gastos operativos, realizar inversiones o saldar deudas pendientes.
La contabilidad es el lenguaje de los negocios, por lo que, si conoces sus principales términos, podrás navegar con mayor seguridad y precisión por el ámbito empresarial. Familiarizarte con conceptos como activos, pasivos, capital o flujo de caja te permitirá comprender mejor en qué punto se encuentra tu negocio y tomar las decisiones más adecuadas para garantizar su viabilidad y éxito a largo plazo.
Con la irrupción de las nuevas tecnologías, la digitalización de las pymes ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad, si quieren seguir siendo competitivas. La transformación digital reduce costes, agiliza las operaciones habituales, aporta información valiosa sobre los consumidores, impulsa el crecimiento del negocio y mejora sus resultados.
Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que aporta, la digitalización sigue siendo una asignatura pendiente para muchas empresas. El Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad reveló que el 68% de las pymes españolas cuentan con un nivel básico de digitalización, pero se encuentran muy rezagadas en la adopción de tecnologías más avanzadas: solo el 8% usa la inteligencia artificial y apenas un 9% aplica soluciones de big data.
¿Qué es la digitalización de las pymes?
La digitalización es un proceso estratégico dentro del negocio que implica la implantación de la tecnología para facilitar la gestión y el funcionamiento empresarial. No se limita a usar las redes sociales, tener una web o implementar un e-commerce, sino que abarca todos los procesos de la empresa para optimizar la producción, la organización interna y la gestión de los clientes.
Su objetivo principal es ampliar las capacidades de la pyme para que sea más competitiva, por lo que dentro de su arsenal de herramientas, se incluyen desde plataformas que facilitan la comunicación y colaboración de los equipos de trabajo hasta soluciones que automatizan las tareas repetitivas, sin olvidar las tecnologías más disruptivas y novedosas de análisis de datos e inteligencia empresarial.
¿Cómo digitalizar tu pyme?
Para que la transformación digital tenga éxito, es esencial que la abordes de manera estructurada y con una visión estratégica que te permita alinear las nuevas tecnologías con los objetivos a largo plazo de tu empresa.
- Evalúa la situación digital de tu negocio
La digitalización demanda una inversión, a menudo nada despreciable, por lo que antes de lanzarte a transformar tu negocio, debes formarte una imagen global del mismo. Sin un diagnóstico inicial adecuado, la transformación digital puede convertirse en un proceso caótico y costoso en el que acabes implementando tecnologías inapropiadas o infrautilizadas.
Por tanto, analiza los recursos de los que dispones. ¿Cuentas con ordenadores y conexión a Internet? ¿Tus trabajadores conocen y usan las nuevas tecnologías? ¿Ya tienes una web? ¿Empleas canales digitales de venta? ¿Cuánto han avanzado en la digitalización las empresas que operan en tu sector?
Resume esa información en un análisis DAFO en el que reflejes las debilidades y fortalezas internas de tu pyme, así como las amenazas y oportunidades del entorno. Este enfoque, basado en datos, no solo minimizará riesgos, sino que también te asegurará que cada paso del proceso contribuya de manera efectiva a los objetivos estratégicos de tu organización.
- Define los objetivos de la digitalización
Determina qué objetivos quieres alcanzar con la digitalización de tu pyme. La clave radica en descubrir cómo la tecnología puede ayudarte a conseguir tus metas. Puedes, por ejemplo, plantearte el uso de un CRM para impulsar las ventas, implementar un chatbot con inteligencia artificial para mejorar la atención al cliente o recurrir a soluciones SaaS para automatizar las tareas de contabilidad, almacén, gestión de la producción o cadena de suministro.
En cualquier caso, es conveniente que establezcas prioridades y fijes indicadores de medición que te permitan ir evaluando la consecución de esos objetivos, de manera que puedas comprobar cómo la digitalización está impulsando tu negocio y obtengas el máximo retorno de la inversión.
- Desarrolla tu plan de transformación digital
Con tus objetivos en mente, traza la hoja de ruta. Debes elaborar un plan de digitalización en el que reflejes las acciones y pasos necesarios. Establece un calendario realista para cada una de esas acciones, de forma que no caigan en saco roto, y designa a las personas responsables de llevarlas a cabo.
Quizá te convenga priorizar las áreas más ventajosas de tu negocio para evitar que el funcionamiento empresarial se vea desbordado por la aplicación de demasiados cambios a la vez. Considera que, aunque el 49% de las empresas reconocen que el uso de un sistema de planificación de recursos empresariales mejora sus procesos comerciales, el 38% también indica que la implementación tarda más de lo esperado, según NetSuite.
Una planificación cuidadosa y una implementación gradual te garantizarán una transición más suave y efectiva, minimizando los riesgos y maximizando los beneficios. Así, evitarás sobrecargas y podrás prever posibles obstáculos para lograr que cada fase del proyecto se complete a tiempo y dentro del presupuesto establecido.
- Elige las tecnologías que necesitas
Existen miles de herramientas digitales, por lo que tendrás que escoger las que pueden aportar un valor real a tu pyme y te ayuden a conseguir tus objetivos de digitalización. Las aplicaciones digitales de gestión, por ejemplo, te permitirán ahorrar tiempo y recursos al automatizar desde la contabilidad hasta la gestión del personal.
Si vendes productos, las plataformas de gestión multicanal, como un CRM, te ayudarán a atender a los clientes de manera eficiente. El big data, por otra parte, puede ayudarte a detectar nuevas tendencias y descubrir oportunidades de negocio.
En la actualidad, muchas de esas herramientas están incorporando la inteligencia artificial para procesar los datos de manera más rápida y precisa, brindando insights valiosos que facilitan una toma de decisiones más informada y estratégica. También te permitirán, por ejemplo, identificar patrones en los comportamientos de los clientes para ofrecerles un servicio más personalizado y diseñar campañas de marketing más eficaces, así como proporcionarles soporte 24/7 para resolver sus dudas y problemas de forma más eficiente.
No obstante, si parte de tu plantilla trabaja a distancia, tendrás que invertir en una plataforma potente para la gestión de proyectos que facilite la organización e interacción, así como en aplicaciones de seguridad para evitar posibles intrusiones en el sistema.
- Forma a tus empleados en las nuevas tecnologías
La digitalización de la pyme no implica únicamente introducir nuevas tecnologías, también demanda la formación de los trabajadores para que puedan utilizarlas de manera eficiente. De hecho, ¿sabías que el 80% de los ejecutivos consideran que el principal desafío para tener una organización data driven no es tecnológico sino humano y cultural? Por tanto, valora si te conviene incluir a un experto en tecnología en tu plantilla o si vas a externalizar esta área.
Sea cual sea la vía que elijas, no olvides que necesitas promover una cultura digital en tu pyme, de manera que los empleados se comprometan con el proceso de trasformación digital y se alineen con esa nueva visión. Así, evitarás que desarrollen una resistencia al cambio, los animarás a abrirse a nuevas formas de trabajar y fomentarás la innovación para sacarle el máximo partido a la tecnología.
- Busca ayudas para la digitalización
La digitalización tiene un coste, pero puedes acceder a ayudas como el Kit Digital. Estas subvenciones forman parte del programa NextGenerationEU, que en España se canaliza a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Gracias al Kit Digital, podrás contar con un mínimo de 3.000 euros y hasta 29.000 euros para digitalizar tu negocio, en función del segmento al que pertenezcas. El importe destinado a las empresas con entre tres y diez empleados, por ejemplo, asciende a 6.000 euros.
Tendrás que registrarte en la plataforma Acelera pyme y realizar el test de diagnóstico digital para comprobar el nivel de digitalización de tu negocio. Puedes presentar la solicitud en la sede electrónica de Red.es y, cuando tengas el bono, elegir a uno de los agentes digitalizadores autorizados para comenzar el proceso.
Tienes tiempo para presentar la solicitud hasta el 31 de diciembre de 2024 y puedes usar esa subvención para mejorar tu página web y presencia en Internet, reforzar la ciberseguridad y las comunicaciones, implementar la factura electrónica, ampliar la gestión de los clientes o usar la inteligencia empresarial y analítica en los procesos, entre otras.
Como colofón, recuerda que la digitalización es mucho más que implementar herramientas tecnológicas, a menudo implica una transformación del modelo de negocio y de la cultura empresarial. Las nuevas tecnologías pueden ser el empujón que necesita tu pyme para pasar al siguiente nivel, pero si quieres navegar ese cambio con éxito y adaptarte a un mercado en constante evolución, necesitas tener un plan claro y objetivos bien definidos.
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